Un aprendizaje básico para cualquiera que pretenda indagar mínimamente en el mundo del deporte, radica en que una gran parte de los que lo forman tienen estrella. Se trata de deportistas que han nacido con un don que les permite desarrollar unas facultades con gran excelencia. Son esos curiosos tipos, que parecen tocados con una varita mágica, que no solamente son buenos en su ámbito, si no que cuando menos lo esperas, aparecen para cambiar el transcurso de los hechos. Un golpeo imposible, una estirada inesperada, una carrera a tiempo… recuerda poderosamente al discurso de Al Pacino en la película Un domingo cualquiera en la que interpreta el papel de un entrenador de fútbol americano. Él habla de las pulgadas, de la trascendencia de llegar un segundo antes o después: “Medio segundo mas rápido o mas lento y no llegas a lanzarla, medio segundo mas rápido o mas lento y no llegas a cogerla. Las pulgadas que necesitamos están alrededor, están en cada momento del juego, en cada minuto en cada segundo”. Lo verdaderamente admirable de estos deportistas no es solo lo que hacen, si no cuándo y cómo lo hacen.

Como habrán podido imaginar, Falcón se encuentra en este selecto grupo. Para el que no conozca nadie, ahí va un ejemplo bastante esclarecedor. Iker Casillas es un gran portero, para muchos el mejor del mundo en los últimos tiempos. Pues bien, teniendo presentes todas sus facultades técnicas, estas no estuvieron presentes, al menos en un grado definitivo, en el momento en el que veía avanzar a Robben hacia su portería, y, una vez en el suelo, acertaba a estirar la pierna y desviaba el balón lo suficiente como para que no entrara. Lo hizo en la prórroga de la final de un mundial. ¿Qué factores fueron clave entonces?. Unos dirán que la mentalidad ganadora y la concentración extrema, cuyo principal representante es Rafa Nadal. Otros apuntarán hacia la suerte, dirán que tiene culo, o que el que la sigue la consigue… En cualquier caso, es una actuación al alcance de muy pocos.

11 de marzo de 2013. El Hércules se jugaba el ser o no ser en un partido helado de lunes contra el Real Madrid Castilla en la ciudad deportiva de Valdebebas. De lleno en los puestos de descenso, a nada menos que a nueve puntos de salir, la situación era crítica y a vida o muerte. Durante la segunda parte del choque, a la que el conjunto alicantino había conseguido llegar con una victoria en el marcador por la mínima, se produjo un momento que pese a su menor trascendencia mundial refleja perfectamente la idea anterior. El árbitro pitó un penalti en contra del equipo herculano. El lanzador por parte del Castilla era Jesé. Y Falló. O paró Falcón.

El juego transcurrió y ocurrió de nuevo: penalti a favor del filial madridista. El lanzador era el mismo. Y el mismo volvió a fallar ante el guardameta blanquiazul, en una actuación brillante y que quedaría en la retina de los seguidores a buen seguro. Por extraño que parezca, después de lo acontecido, fue en un rechace cómo el equipo local conseguía el empate y aparentemente dejaba en nada la excelente actuación del portero. Aparentemente porque, a pesar del empate, son muchos los que identifican de manera acertada este partido como clave en la lucha del Hércules para evitar el descenso. A partir de aquí se encadenó una racha sin perder que permitió mantener la categoría. Todo gracias al espíritu que impregnó la pulgada a la que consiguió llegar Ismael Falcón.

Sus comienzos

Ismael Falcón, nacido el 24 de abril de 1984 en Cádiz, es el portero titular del Hércules desde hace tres temporadas, tiempo que le ha servido para convertirse en un pilar fundamental en el organigrama herculano. Tanto con Juan Carlos Mandiá como con Quique Hernández, el gaditano ha sido titular siempre que ha estado disponible para su técnico. Ni el exjugador del Hércules Juan Carlos, ni Aulestia hasta el momento, han sido capaces de generar duda hacia quién debe ocupar la portería blanquiazul. Pero el principio de Falcón en el Hércules no es hace dos temporadas, sino mucho más atrás.

En la temporada 2006-2007, el equipo alicantino que era dirigido por entonces por Yosu Uribe, atravesaba una dura travesía en la Segunda División por esquivar el descenso. Uno de sus mejores futbolistas en aquellos momentos era Sergio Aragoneses. Por desgracia, en enero de 2007 saltaba la noticia: se le reproducía el cáncer de testículos que ya creía superado, y se veía obligado a parar de nuevo y someterse a tratamientos de quimio. Por tanto, el Hércules necesitaba un nuevo portero, y muchos eran los candidatos que había en el mercado - por ejemplo, el ex portero del Valencia, Mora -. Sin embargo, acabó siendo un jovencísimo portero (22 años) cedido por el Atlético de Madrid el que se hizo cargo de sustituir al ya veterano Aragoneses. Sí, se trataba de Ismael Falcón.

Durante aquella media campaña en Alicante el gaditano dejó luces y sombras en cuanto a su actuación. Hay que tener en cuenta la inexperiencia con la que llegaba, ya que era la primera vez que salía del filial colchonero, y lo hacía nada menos que a uno de los grandes equipos de Segunda, venido a menos y en apuros. A pesar de esa complicada situación, en ningún momento fue cuestionado mientras su predecesor se recuperaba. Su balance fue de 11 partidos disputados y de 16 goles encajados. Es posible que esta experiencia le sirviera para coger soltura en la categoría de plata del fútbol español y para afrontar lo que le vino a partir de ese momento. Acabó contrato con el Atlético de Madrid (tras una intrascendente temporada 07-08) y su siguiente destino fue Galicia. Fue Vigo. Fue el Celta.

El calificativo que mejor resume la estancia de Falcón en tierras gallegas es “maduración”. Se puede decir que llegó siendo un niño y salió siendo un hombre, deportivamente hablando. Fueron tres las temporadas las que estuvo defiendo la temporada celeste. La primera de ellas no logró hacerse con la titularidad y disputó solo 13 partidos. Sin embargo, las dos siguientes fueron su confirmación total como portero. En la segunda fueron 35 los choques que tuvo a su disposición, y encajó 32 tantos. Su tercera fue similar, ya que participó en 33 encuentros y 29 goles le marcaron.

No obstante, también en esta etapa hay dos momentos en los que el Hércules se cruzó en su camino. Los dos tienen como protagonista a la pena máxima, a los 11 metros. Y a Francisco Javier Farinós Zapata, “el Fari” para la afición herculana. En la temporada 2008-2009 el equipo blanquiazul tenía como entrenador a Juan Carlos Mandiá (el que posteriormente sería el que entrenase a Falcón en Alicante) y disputó una campaña espectacular, que ha quedado para el recuerdo como “la de los 78 puntos”. El Celta visitaba el Rico Pérez en mayo, últimos partidos de la temporada, y el equipo alicantino no estaba en su mejor momento. El partido fue a las 12 de la mañana, una mañana encapotada y de recuerdo gris, con momentos puntuales de lluvia.

El encuentro parecía que iba a terminar el empate a un gol, cuando en el 95 el árbitro señalaba penalti a favor del Hércules. El encargado de obrar el milagro de la remontada no podía ser otro que Farinós, ya que no había errado ningún lanzamiento en toda la temporada. Como ya se pueden imaginar, siempre tiene que haber una primera vez y la madera rechazó el lanzamiento ante la atónita mirada de Falcón. Y en Alicante el cielo comenzaba a llorar. Una temporada después, en la que posteriormente el Hércules conseguiría el ascenso a Primera División, hay una circunstancia similar. Farinós contra Falcón. Falcón contra Farinós. ¿Hubo redención? Aunque no se lo puedan creer, el larguero volvía a robar protagonismo a los jugadores, y la psicosis del valenciano ante el gaditano pasaba a leyenda.

La última temporada en Vigo pasaba desapercibida en Alicante ya que el Hércules por una temporada jugaría con los más grandes. Pero los caminos de Falcón y la capital de la Costa Blanca volverían a cruzarse tras el descenso del conjunto blanquiazul. Sergio Fernández y Juan Carlos Mandía tomaban las riendas de un equipo al que querían imprimirle un sello. Desde el principio nuestro protagonista fue clave e insustituible. Aquella temporada tuvo mucho mérito ya que se alcanzó el play off cuando muchos lo que tenía era miedo de caer en el pozo después de la desastrosa campaña anterior. Ismael Falcón jugó 38 partidos y le marcaron 39 goles.

En su segunda etapa en el Rico Pérez, Falcón se ha convertido en todo un para penaltis. Su actuación la pasada campaña fue vital para evitar el descenso. Es difícil imaginar la salvación heroica con un ocupante que no fuera este en la portería. Sin duda es uno de los actuales jugadores del Hércules más queridos por la afición, así como uno de los pesos pesados del vestuario. Los rivales le conocen y le respetan, y ya son muchos equipos de Primera División los que han tocado a su puerta. Lo que está claro es que mientras siga en Alicante los herculanos pueden estar contentos y sobre todo seguros. Todo apunta a que Quique Hernández le volverá a dar la titularidad en Alcorcón tras unos partidos de inactividad, y eso nos llevará a la situación que hace a este reportaje tener sentido: Falcón cumplirá cien partidos con el Hércules, será centenario.

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