Actitud y esfuerzo. Dos cualidades necesarias en la vida y en el fútbol y dos condiciones esenciales que hay que tener dentro de un campo de fútbol. Los jugadores del Real Betis volvieron a demostrar que no tienen ni actitud, ni ambición ni alma.

Los aficionados verdiblancos no pudieron disfrutar del pase a la siguiente ronda de la Copa del Rey ni de un partido ante un rival menor, que se preveía que iba a ser intrascendente. Y más, cuando los de Garrido anotaron dos goles en los primeros compases del envite. La tranquilidad que aportaba el resultado del encuentro de la ida, metió a los verdiblancos en un estado de apatía del que prácticamente no salieron en casi todo el choque.

Buen inicio, mal final

Dejando atrás la difícil situación que se vive en Heliópolis, donde lo único que tienen presente, tanto jugadores como afición, es el crucial enfrentamiento del próximo sábado contra el Almería, los futbolistas béticos saltaron al césped del Benito Villamarín con la ambición y con la actitud necesarias para solventar rápido una eliminatoria que ya tenía de cara después de la victoria en el partido de ida (1-2). Aunque esto fue, una vez más, un espejismo.

A los 10 minutos de juego, el conjunto local ya ganaba por dos goles a cero. El primero de ellos fue de Paulao, tras rematar a la perfección un córner sacado por Salva Sevilla; y el segundo fue un golazo de Antonio Amaya. El central chutó con la zurda desde la frontal del área, con toda su alma y su potencia, para que la pelota entrara pegada al poste izquierdo de la portería de Núñez. Antes, Salva Sevilla ya había enviado un balón al palo.

Nuevos errores defensivos que se convierten en goles

Con el pase a la siguiente ronda prácticamente asegurado, los de helipolitanos fueron cediéndole cada vez más espacio al Lleida. En una falta lateral aparentemente intranscendente, Monforte la lanzó con rosca, nadie remata y Guille Sara comete otro partido más un fallo garrafal que permite al equipo contrario anotar un gol.

La mala noticia llegó en el minuto 27 cuando Antonio Amaya se tuvo que marchar lesionado del terreno de juego. Otra baja importante para un Betis que se juega el sábado no hundirse en el último puesto de la clasificación de la Liga BBVA.

El tiempo pasaba y los ánimos empezaban a enrarecerse en el Villamarín. La pobre imagen mostrada por los jugadores béticos a partir de la primera media hora, provocaron silbados de una afición que está muy cansada de que su equipo no juegue bien ni sea capaz de plantarle cara a equipo que está en Segunda División B ni con casi todos los titulares. Hecho, que refleja aún más lo grave de la situación. 

El nerviosismo apareció en Heliópolis

Tras la reanudación, parecía que se iban a vivir los minutos de asedio que se dieron al inicio del enfrentamiento. Pero nada de eso, lo ocurrido se veía venir. Error defensivo del cuadro andaluz que permite a Mata llegar libre de marca por la izquierda y batir en el uno contra uno a Sara con un tiro con rosca al palo largo.

Con el empate, a Juan Carlos Garrido y a los suyos les empezó a entrar el miedo en el cuerpo y el técnico valenciano retiró del campo a Juanfran por Lolo Reyes y a Verdú por Vadillo, que puso algo más de ritmo. El nerviosismo se apoderaba cada vez de unos futbolistas incapaces de anotar un gol que aportara tranquilidad.

Los gritos en contra de la directiva iban cada vez a más. Y es que lo peor no era el resultado, sino la forma en la que la escuadra catalana empató. Los de Toni Seligrat anotaron dos goles sin ningún tipo de alarde. La inoperancia y la falta de actitud de los jugadores.

Con incertidumbre y un ambiente casi infernal, a pesar de los pocos asistentes al feudo bético, el Real Betis consigue un empate a dos que le permite estar en los octavos de final de la Copa del Rey, donde se enfrentará al Celta o al Atlhetic de Bilbao. Los vivido hoy deja constancia de que no hay plantilla para afrontar las tres competiciones y que cada encuentro se roza más el ridículo. 

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