La antigua Copa de la UEFA, actual Europa League, es un campeonato en el que una de sus virtudes es la posibilidad que se les da a equipos que no tienen un gran cartel a nivel global a expandir sus fronteras, enfrentándose a equipos en competición oficial más allá de sus países.

En España, varios equipos han tenido esta oportunidad y la han aprovechado con creces. El Getafe consiguió hacerse un hueco en el mundo del fútbol internacional tras llegar a los cuartos de final de esta competición y caer en el último minuto de la prórroga ante el Bayern Múnich; Osasuna consiguió meterse en unas semifinales en la cual un Sevilla, que se hizo grande gracias a que ganó en dos años consecutivos este trofeo, le apeó; o el Espanyol que en ese mismo 2007 fueron los subcampeones de la UEFA tras perder en la tanda de penaltis con el equipo sevillano.

Pero aunque todas estas historias sean conocidas e interesantes para los amantes del balompié. Hay una, que la mayoría de los futboleros en España recuerdan con especial cariño. Se trata de la final de UEFA que perdió el Alavés en 2001 frente al Liverpool por 5-4.

Era cuando todavía este trofeo se disputaba a eliminatoria pura, sin que existiera la fase grupos que hoy en día tenemos. El conjunto vitoriano se enfrentó en las dos primeras rondas al Gaziantspor turco en primer lugar, y más tarde al Lillestrom noruego, consiguiendo pasar las dos eliminatorias con ciertos apuros.

La camiseta rosa empezó a dar suerte

Tras esto llegó el primer duelo importante, el Alavés debía jugarse la clasificación con uno de los conjuntos nórdicos con más nombre del momento, el Rosenborg. Tras el partido de ida el conjunto de Vitoria solo pudo cosechar un empate a uno en casa; pero en su visita a Noruega con la camiseta rosa, que se haría famosa ese año por darle suerte al conjunto de Euskadi durante toda la competición europea, superó el frío para imponerse por 1-3.

El premio era verse las caras con el Inter de Milán, uno de los equipos con mayor fama Mundial. Parecía que el empate a tres cosechado en Mendizorroza suponía todo un éxito para los hombres de Mané. Igualar contra un equipo con tanto renombre era algo impensable para los blanquiazules, que solo dos años antes se encontraban en la categoría de plata del fútbol español.

Pero lo mejor estaba por llegar. Mané decidió plantear un partido defensivo en el Giussepe Meazza, a esperas que conforme los minutos pasaran la parroquia local se desquiciara y eso fuera en contra de su equipo. Y todo salió a pedir de boca, pues con la camiseta rosa puesta, los entonces once héroes consiguieron aprovecharse de la desesperación de los jugadores 'neazzurros' incapaces de adelantarse en el marcador para en dos contraataque eliminar por 0-2 a los italianos. La protesta de los aficionados del Inter fue masiva y entre muchos objetos que llovieron al estadio, cayó una motocicleta. Un acto que se quedó en anécdota para un Alavés que le esperaban los cuartos.

El camino hasta la final terminó siendo de rosas

Aquí el rival fue otro español, el Rayo Vallecano, quien participaba en UEFA por haber ganado el trofeo al juego limpio la pasada campaña. El 3-0 en tierras vascas fue suficiente para sentenciar esta ronda, y los vitorianos se plantaban en unas semifinales que serían de gran recuerdo para los aficionados del conjunto blanquiazul.

De nuevo, confiando en la superstición, luciendo aquella equipación rosa que tanta suerte daba, el Alavés volvió a sorprender a Europa entera goleando a un Kaiserslautern que venía como favorito con hombres en sus filas como Miroslav Klose. Pero el resultado de la ida fue un duro correctivo a los alemanes quien se llevaron una manita por parte de los vascos tras caer por 5-1 y necesitaban cuatro tantos para pasar de ronda.

Fue imposible para los germanos, quienes además recibieron otro duro correctivo. 1-4, y el Alavés estaba en aquella final que prácticamente nadie sospechaba que podría llegar. El rival era el Liverpool, aquel equipo inglés que ese año ganó cinco títulos y que contaba en sus filas con Michael Owen, el cual en el mismo 2001 se coronó ganando el Balón de Oro.

Bonita y triste final

La final tuvo todo lo que un partido magnífico podría tener. Goles, expulsiones, penaltis, remontadas y sobre todo un final emocionante que dejó a todos expectantes.

Y eso que parecía sentenciado al cuarto de hora, cuando dos goles de Babel y Gerrard daba doble ventaja a un conjunto 'Red' que parecía cabalgar a sus anchas en Dortmund. Iván Alonso recortó sobre a la media hora, pero fue McAllister de penalti quien marcó el último tanto de la primera mitad dejando el partido en un 3-1 al tiempo de descanso.

El Alavés se conjuró en el vestuario. Se prometieron salir a disfrutar de ese premio que era llegar a una final y que tanto les había costado conseguir, el resultado ya parecía ser lo de menos. Lo importante era pasarlo bien y hacer sentir orgullosa a todos aquellos aficionados del conjunto vitoriano que se habían desplazado desde España a ver el encuentro a Dortmund.

Pero se otra vez se quedó en el parece, pues como si de un guión de película se tratara, en cinco minutos los blanquiazules igualaron el choque. Primero recortó distancias con un cabezazo de Javi Moreno inclinado hacía detrás tras una bonita asistencia de Contra, luego tras una falta en la que el delantero español le pegó abajo superando a Westerveld y haciendo creer a toda España en el milagro.

No fue así, pues primero los 'Reds' pudieron para el ritmo del encuentro hasta volver a encontrar su juego y más tarde con el gol de Fowler a quince minutos del final que parecía definitivo. No terminó siéndolo, ya que cuando todo parecía acabado tras un saque de esquina empataba Jordi Cruyff, nos íbamos a la prórroga.

Aquí el conjunto de Álava se quedó con dos hombres menos. Primero con la roja a Magno y después, a cuatro del final, por doble amarilla esta vez a Carmona. La segunda tarjeta fue tras un agarrón que provocó una falta escorada, falta que jamás será olvidada para todos los aficionados del Alavés.

Sacó la falta el equipo inglés al centro del área pequeña. No había ningún jugador del Liverpool para rematar, pero la falta de entendimiento entre Delfí Geli y el meta Herrera propició el remate de cabeza del primero en su intento de despejar cuando el portero había salido con los puños de su portería. El balón se metió dentro de la red, y al haber la regla del gol de Oro todo se había acabado. El Liverpool era Campeón de Europa.

La suerte había abandonado al Alavés en el momento clave, casualmente en esta final el conjunto de Vitoria no pudo ponerse su camiseta rosa por asemejarse mucho a la del equipo inglés por lo que jugó con una azul marina con una franja horizontal amarilla. Camiseta que no trajo la misma suerte que ese color rosa divino.

El Alavés de ahora

Hoy en día el Alavés es un equipo de Segunda División española. Tras pasar varios años en la categoría de bronce, la pasada campaña consiguió el preciado ascenso. El conjunto blanquiazul parece no haberse adaptado a la nueva categoría y es el colista de Segunda a cuatro puntos de la salvación.

Pese a que los momentos no son buenos para la entidad vasca, la mayoría de aficionados del modesto club vitoriano recuerdan todavía con una sonrisa de oreja a oreja aquella final de UEFA de 2001. Esa copa que no se pudieron llevar físicamente a sus vitrinas, pero sí se llevaron todos los corazones de la gente de Vitoria y que aún permanece en ellos.