Nicolás Estévez, valenciano de 33 años, ha vivido en el año 2013 el que seguramente haya sido su mejor año en el plano deportivo hasta el momento. Su carrera ha sido un progreso constante y como el propio técnico indicó al término del encuentro frente al Real Madrid: “La semana más importante está por llegar y si no lo pensara así, en dos días estaría obsoleto”. El pensamiento del entrenador del filial del Valencia Club de Fútbol es claro y así lo ha intentado transmitir desde sus inicios como preparador en las Escuelas San José. Un entrenador poco usual en la élite por su desvinculación como futbolista de los focos, sino más bien todo lo contrario. De la escuela de Mourinho o Villas-Boas por dicha disyuntiva, no se le debería encuadrar en un estilo predefinido sino más bien en una continua adaptación a las piezas que tiene.

Enero de 2013 trajo consigo un trigésimo tercer cumpleaños. La entidad con la que ha cerrado el año, siendo entrenador del primer equipo ante uno de los equipos más laureados de la historia balompédica, lejos estaba cuando comenzaba. Con las miras puestas en el playoff de ascenso a Liga Adelante liderando a Huracán Valencia en el grupo III de Segunda B empezaba el curso natural. Tras su primera experiencia como técnico de un primer equipo continuaba su andadura mejorando lo hecho en aquella primera temporada. Ya sin su inseparable José Bargues, pero con Miguel Villagrasa y Óscar Suárez como compañeros infatigables desde que arribase a la entidad rojiblanca.

Poco a poco continuaba ascendiendo, con una adaptación a un terreno de juego deficitario para la calidad de los jugadores que entrenaba. Un estilo defensivo que paulatinamente parece haber reafirmado con su llegada al Valencia Mestalla y, principalmente, por el planteamiento del partido contra el Real Madrid. Bien es cierto que dicho planteamiento está muy condicionado al rival, algo que le ha ido siguiendo desde su andadura en los banquillos. El oponente le condiciona, o más bien plantea los partidos en base al que tendrá enfrente siempre con ciertas premisas propias invariables. Con Óscar Suárez como mano derecha, el catalán ha sido el encargado del balón parado, uno de los puntos que más persigue el técnico valenciano al considerarlo fundamental en el fútbol moderno. Una idea acrecentada quizás por las dimensiones del Municipal de Manises, donde dio el salto.

Un entrenador moderno que emplea todas las tecnologías innovadoras que están a su alcance. Un entrenador muy psicológico. Desde joven siempre ha optado por el diálogo, desde sus primeros pinitos como líder siendo monitor de campamento cada noche optaba por repasar con sus acampados el día. Una faceta que ha ido desarrollando y adaptando a los terrenos de juego. En las instalaciones del San José, siempre afable y conversador, escuchaba a cualquiera que requería su presencia o atención. Su llegada a las categorías inferiores del Valencia no le cambiaron, su llegada a Huracán Valencia tampoco, y su reciente paso por el filial ché tampoco. Un hombre con las ideas claras que piensa mucho las decisiones y que, como él mismo confirmaba a VAVEL, siempre estará donde quiera estar.

En Manises y en la entidad rojiblanca dejó muchas personas que le han cogido mucho cariño. Es una persona que deja huella y así se ha demostrado. Dejó la entidad que le dio la oportunidad de llegar al profesionalismo para formar parte del que para muchos es el proyecto más ambicioso del Valencia CF en los últimos años. La figura de Nico Estévez es una de las más importantes de la Academia GLOVAL junto a la de Rufete y Ximo Trives. El técnico valenciano no se limita únicamente a sus tareas como entrenador del Mestalla, sino que es uno de los mayores implicados en el desarrollo de los técnicos de la escuela blanquinegra. Con pasado como profesor, tanto globalmente como del nivel III del curso de entrenadores, se aprovechan los valencianistas de la capacidad oratoria de Estévez. De hecho, fue el encargado de explicar el modelo de escuela del Valencia y ha participado en varias charlas sobre la metodología pedagógica adaptada al fútbol.

Su llegada al filial del Valencia Mestalla y, principalmente, la importancia que el nuevo Consejo de Administración encabezado por alguien que le conocía personalmente, como el presidente Amadeo Salvo, le han dado la oportunidad de vivir una experiencia maravillosa. La destitución de Djukic le concedió una semana de prácticas que ya quisiesen muchos para ellos mismos. Una semana en la élite y, para más inri, con el Real Madrid como uno de los adversarios. Echando la vista atrás, seguramente el propio Nico Estévez no podría haber soñado con un final así de 2013. Bien es cierto que se quedó a tan solo 20 centímetros de haber logrado un ascenso, pero mirándolo bien se le tiene muy en cuenta en Paterna y, quien sabe, si en un futuro no tan lejano termina siendo el técnico de aquel equipo con el que soñaba cuando las botas se le llenaban de tierra en el Polideportivo San José de la Calle Padre Barranco.