Por méritos propios, Willy Caballero se ha convertido en uno de los emblemas del Málaga de Schuster. No es algo que sorprenda, ya que también lo fue del de Pellegrini y lo sería de cualquier entrenador que ocupase el banquillo de La Rosaleda a día de hoy. Su buen momento de forma, unido a sus óptimas condiciones han hecho de él un meta tan respetado por los rivales como idolatrado por los suyos.

Desde que llegara del Elche en la temporada 2010/2011 para reflotar a un Málaga que coqueteaba con el descenso de manera más que temeraria, Willy ha crecido a la par que el club blanquiazul para situarse en la nómina de porteros más destacados de Primera División. Sin embargo, su alto rendimiento no ha tenido premio en forma de convocatoria con la albiceleste, ya que, según las malas lenguas, su relación personal con Alejandro Sabella parece estar deteriorada.

Sus números ante el Atlético

El 'affaire' particular de Willy Caballero con el Atlético de Madrid tuvo lugar por primera vez el siete de mayo de 2011. El Málaga arribaba al Calderón con la categoría en juego e imprimió sobre la ribera del Manzanares que era el equipo que más se jugaba durante aquellos 90 minutos. Fruto de la mayor intensidad, los malacitanos se llevaron el gato al agua a tenor de un contundente 0-3 que supuso un inmaculado debut de Willy ante los colchoneros.

Con la salvación asegurada tras una segunda vuelta digna de un equipo 'Champions', el proyecto del Málaga se consolidó de tal manera que los blanquiazules arrancaron la temporada 11/12 con el objetivo de acabar el curso entre los cuatro primeros y lograr un billete a la máxima competición europea. El Atlético, hundido tras una crisis deportiva y de resultados que acabó con Gregorio Manzano destituido de su cargo, llegaba el siete de enero de 2012 a La Rosaleda con Diego Pablo Simeone en el banquillo. Era el debut del argentino, hoy convertido en un auténtico emblema, al frente de la nave colchonera y el encuentro acabó con empate sin goles. Por segunda vez, Willy volvía a acabar con su puerta imbatida ante el Atlético.

El primer balón que recogería Willy Caballero del fondo de su portería ante el equipo dirigido por Simeone fue el siete de octubre de 2012. Con un Calderón a rebosar, Falcao batiría al argentino en los primeros compases del partido que acabaría siendo la primera victoria, y hasta hoy única, del conjunto rojiblanco ante Willy. El Atlético, en el descuento, marcaría el definitivo 2-1 gracias a un tanto en propia puerta de Welligton.

Cinco meses más tarde, en marzo de 2013, el Atlético y Willy se verían las caras por última vez. La Rosaleda acogía un auténtico partidazo entre dos equipos que pugnaban por la tercera plaza de la clasificación. El encuentro acabó sin goles, como en el debut de Simeone, y por tercera vez en cuatro enfrentamientos, el cancerbero argentino volví a mantener a raya a los atacantes rojiblancos. El empate, a la postre, favorecería al Atlético, ya que acabaría la temporada por delante de los malacitanos, logrando el objetivo de la tercera posición.

Un momento de forma espectacular

Willy Caballero atraviesa un gran momento en lo particular. Por primera vez desde que desembarcara en la Costa del Sol su rendimiento no se corresponde con el del resto del equipo, ya que sus buenas actuaciones contrastan con la falta de resultados de un Málaga que a día de goy se encuentra lejos de los ppuetos que dan acceso a competiciones europeas. Willy, cuyo nombre ya ha sonado para varios equipos europeos considerados grandes, está demostrando sus credenciales una temporada más y los números hablan por sí solos.

Con 22 goles encajados en 18 jornadas, el argentino es el sexto portero menos goleado del campeonato. Sin embargo, afirmar que es uno de los porteros más en forma de la Liga no sería una frivolidad, ya que actuaciones como la que tuvo en el Santiago Bernabéu refuerzan la teoría de que Willy es uno de los porteros más regulares y con mejores condiciones del campeonato. Mañana, ante el Atlético, pondrá toda la carne en el asador para continuar con su particular idilio con la imbatibilidad ante el conjunto rojiblanco.