El fútbol moderno se originó en las escuelas privadas, se daba por hecho que un caballero nunca cometería una falta deliberadamente. Sin embargo, debido a la gran competitividad se realizaron cambios y el "disparo de la muerte", como se llamó originalmente al penalti, fue uno de los importantes que experimentaron las Reglas de Juego en 1891.
Pero, como es natural, los penales tenía que pitarlos alguien. Así, tras una propuesta de la Asociación Irlandesa, se autorizó la presencia del árbitro sobre el terreno de juego. Fiel a sus orígenes como deporte de caballeros, al principio los capitanes de los dos equipos solventaban cualquier disputa que se pudiera originar. Pero, a medida que crecía la importancia de lo que estaba en juego, también aumentaba la cantidad de quejas.
"El disparo de la muerte", precursor del "penalty"
En la época en la que se disputaron la primera Copa de Inglaterra y el primer encuentro internacional, ya había sobre el terreno de juego dos jueces, uno por contendiente, al que cada equipo podía reclamar. Pero ésta no era la mejor solución, dado que a veces, la toma de decisiones se demoraba mucho tiempo, mientras el partido permanecía detenido. Al principio, el árbitro se colocaba en la línea de banda y cronometraba el tiempo, y sólo se le consultaba si los jueces no podían llegar a un acuerdo.

JUGADAS POLEMICAS

RAYO – ATLÉTICO DE MADRID
Undiano Mallenco junto a sus asistentes Díaz y Calvo realizaron un arbitraje de nivel sobre el verde de Vallecas. Encuentro disputado con dos equipos que juegan al límite; el fútbol es un deporte de contacto y este está permitido. El colegiado dejó que el peso del encuentro lo llevasen los jugadores, aplicando correctamente la ventaja cuando el juego lo permitía, haciendo uso del el silbato solo cuando era necesario.
En el plano disciplinario se puede estar de acuerdo o no, pero el colegiado estuvo perfecto, con solo tres cartulinas controló un encuentro difícil de arbitrar y lo digo por experiencia, un Rayo – Atlético es un derby en toda regla que nada tiene que envidiar a otros con más publicidad.


BARCELONA – MÁLAGA
En el primer gol del FC Barcelona, Piqué no controla el balón con la mano; gol legal. Buen partido del equipo arbitral, en un partido fácil sin exigencias reales para los colegiados; este se controló en los primeros 45’, las amonestaciones a Pique en el minuto 30 y en el 31 a Duda, fueron la clave.

ALMERÍA – GETAFE
Encuentro disputado con 45’ para cada equipo, la primera mitad fue para el Getafe mientras la segunda parte fue mejor el equipo local. Prieto Iglesias realizó un buen arbitraje en el Estadio Juegos del Mediterráneo; el único error del encuentro no fue suyo sino de su asistente, que se apresuró a levantar el banderín en el minuto 19, cuando Míchel sale en posición legal y consigue gol. Las recomendaciones de FIFA en este tipo de jugadas son esperar y ver antes de levantar. Siempre recomiendo a los asistentes que es mejor tardar en levantar la bandera, que apresurarse y fallar. Jugada muy complicada de ver sobre el verde.

REAL MADRID – GRANADA
Gil Manzano está en un buen momento de forma y así lo demostró en el Santiago Bernabéu en un encuentro complicado de dirigir, que él hizo fácil, su único lunar en los noventa minuto fue no expulsar al jugador del Granada, Murillo por dar una patada en los genitales a Gareth Bale; el jugador tiene que medir y contralar la fuerza con la que disputa el balón.

SEVILLA – LEVANTE
El encuentro más difícil de arbitrar de la jornada 21, Teixeira Vitienes Fernando junto a sus asistentes Díaz Casado y Torre Cimiano estuvieron a la altura de las exigencias que requería un encuentro de esta dificultad, con dos equipos jugando a límite y donde cualquiera de los dos se pudo llevar la victoria.
Valiente en las expulsiones del levantinista Nikos en el 91 por juego brusco grave, y en el 92 al sevillista Jairo por conducta violenta. Siguiendo el juego de cerca y actuando solo cuando el juego lo requería, el colegiado supo en todo momento separar el grano de la paja en el Ramón Sánchez Pizjuan. ¡Felicidades!


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Sobre el autor
Manuel Pérez Lima
Exárbitro de Primera División.