A Diego Pablo Simeone se le puede atribuir numerosos méritos, como el de convertir una plantilla muerta y desesperanzada, desahuciado por un Segunda División B con Goyo Manzano en el banquillo, en un equipo en mayúsculas, campeón y que pelea a falta de cuatro jornadas por lapidar la bipolaridad en el fútbol español. El último milagro en la vida y obra del ‘Cholo’ es convocar un estado de excepción permanente en el Vicente Calderón, que obliga moralmente a sus fieles “indios” a peregrinar desde las playas de la costa española en Semana Santa hacia la ribera del Manzanares para arropar a su equipo y jugar con doce desde la grada en cada partido hasta el final de la temporada.

La afición del Atlético de Madrid no falló a la llamada de Simeone. Cumplió con su papel de llenar las butacas del Calderón y dio el aliento que necesitaba un equipo que salió a jugar contra el Elche a improvisar. Comentaba el técnico argentino en la rueda de prensa la necesidad que tenían de aislarse del ruido que genera el Chelsea y unas semifinales de la Champions League para concentrarse en lo verdaderamente importante: el “final a final” por el que aboga actualmente Simeone en la carrera por el título de la Liga.

La afición del Atlético de Madrid acudió a la llamada de Simeone y abandonó las playas para llenar el Vicente Calderón

Tuvo 20 minutos primorosos donde se ganó la oportunidad de adelantarse en el marcador. El Atlético de Madrid se volcó por el costado izquierdo dando el testigo a Filipe Luis para generar ocasiones de gol. Las encontró combinando en palmos de terreno con Villa y Koke, para asistir a un Diego Costa que mandó – forzado-  el balón a las mallas del exterior de la portería de Manu Herrera. Pero los rojiblancos no se encontraban cómodos ante el planteamiento que propuso Fran Escribá, con un trivote en el centro del campo que rompía al Atlético de Madrid en dos partes.

Con Adrián y Koke acostados en una banda, Gabi y Tiago no encontraban la forma de conectar con los dos delanteros colchoneros, encubiertos por el entramado táctico del Elche, que defendió por acumulación cerrando espacios. Con el paso de los minutos, el Atlético de Madrid bajó el pistón de la intensidad y confió en su arma secreta, el contragolpe. El Elche no cayó en la tentación de entrar en el juego planteado por Diego Pablo Simeone y contrarrestó con salidas rápidas y toques en corto que impedían una pronta recuperación por parte de los colchoneros.

Los porteros ganan partidos

El Elche estuvo cerca de dar un pequeño susto a un conformista Atlético de Madrid, que se confió en exceso y dejó pasar el tiempo del minutero. Se encomendaron los visitantes a un genial Carles Gil, que dejó destellos de un gran jugador. Se sacó un derechazo desde fuera del área que obligó a Courtois a sacar la mano para enviar a córner. En la misma jugada, el belga se tuvo que hacer grande otra vez en su portería al tirar de reflejos y repeler un cabezazo en el área pequeña, que llevó el enfado a la grada por la pasividad y la contemplación que demostraron los locales.

Auspiciados por ese runrún tan molesto, el Atlético de Madrid adelantó a sus laterales para que llegaran a línea de fondo. Si Filipe Luis capitalizó el juego rojiblanco en los primeros compases, fue Juanfran quien tiró de físico y se atrevió a retar a un débil Sapunaru con centros laterales que Botía y Pelegrín desviaban. Estuvo cerca el Atlético de marcharse al descanso con la ventaja en el marcador, pero un remate forzado de Diego Costa acabó en los pies de un David Villa que no acertó a encontrar portería.

La maldición de los once metros

Diego Costa cedió el testigo a David Villa, que falló desde los once metros

Cambió de registro de juego Diego Pablo Simeone en la segunda mitad retirando del terreno de juego a Adrián para dar entrada a Raúl García. Con el navarro en el campo, el Atlético de Madrid priorizó jugar directo y apostar por balones colgados tanto a balón parado como con centros laterales. La idea surtió efecto a los cinco minutos de partido, beneficiados por un Clos Gómez que señaló un inexistente penalti a Diego Costa dentro del área. Una jugada que bastó para ver que el Atlético está maldecido desde los once metros.

David Villa se apresuró para recoger el balón y apuntarse el tanto de tirar desde el punto de penalti. Gabi, con galones de capitán, le persiguió para robarle el esférico y cedérselo a Diego Costa, que esperó a que llegara David Villa para concederle el lanzamiento. El asturiano se plantó en la circunferencia de cal y lanzó a su derecha, lado que escogió Manu Herrera para atajarle el disparo.

Dinamita como recurso

Al Atlético de Madrid se le puso el partido feo. Cuesta arriba y con el motor gripado. El recurso de Raúl García no terminaba de fructificar y nada más fallar el penalti, Simeone apostó por José Sosa y Diego Ribas en detrimento de Koke Resurrección y David Villa. Ganó en control del partido, en posición y presencia en el terreno de juego y en aislar a Diego Costa para que se zafara con la zaga ilicitana. El esfuerzo que derrochó el Elche en la primera partido lo acusó en la segunda mitad. Con el Atlético volcado a por el gol, los visitantes no lograron contener la insistencia colchonera.

El Atlético se encaminó hacia la victoria con un cabezazo de Joao Miranda

Una vez más, Simeone contagió al equipo con el aliento de la grada. Solicitó el apoyo y más cánticos para crear un Calderón hostil, incómodo para el Elche. Y lo logró. Retumbó cada esquina del estadio y el Atlético de Madrid, como equipo, respondió. Como hace siempre cuando peor le van las cosas. Y como está acostumbrando últimamente a ganar los partidos cuando economiza en lo físico: a balón parado. Colgó Sosa desde la derecha y en el segundo palo remató a gol Joao Miranda para llevar el éxtasis a la grada.

El Elche lo intentó en la recta final con balones colgados pero fue cuando más cómodo y tranquilo se sintió el Atlético de Madrid. Se fue al ataque el equipo de Escribá y dejó enormes grietas en su sistema defensivo. Un caramelo dulce para el Atlético de Madrid, que jugó a su antojo y encomendados a Diego Costa en la carrera pudo ampliar la ventaja si el hispanobrasileño hubiera acertado a batir a Manu Herrera. No obstante, el ‘19’ no se quería marchar del partido sin su gol y en el minuto 90, Clos Gómez señaló otro penalti a favor del Atlético cuando Sapunaru derribó dentro del área a Costa. Cogió el balón y esta vez no falló para poner el definitivo 2-0 en el marcador.