Hay equipos que se desenvuelven y adaptan a la categoría a la que se ven abocados después de un descenso con facilidad, y hay a otros a los que les cuesta y, a pesar de ser punteros, necesitan de tiempo para volver a acometer la lucha por el ascenso. El Deportivo de La Coruña sería un claro ejemplo de lo primero, mientras que el Sporting de Gijón, entidad centenaria e institución futbolística nacional relevante, bien por su afición, bien por su cantera o incluso por su estadio, donde se respira un inmejorable aroma a fútbol del de antes, es de los segundos.

En su anterior descenso, el de 1998, que se recuerda con oprobio en la ciudad asturiana por los nefastos números en Primera, el Sporting penó por la Segunda durante nueve duros años en los que el objetivo siempre era el ascenso y nunca se conseguía. Tras una durísima remodelación institucional, que llevó al club a concurso de acreedores, los rojiblancos lograban el tan ansiado ascenso en la temporada 2007-08, para permanecer en ella hasta la temporada 2011-12, en la que el club volvería a saborear la hiel del descenso a Segunda División. Tras el fiasco de la pasada temporada, en este curso solo valía ascender, pero en Gijón las cosas nunca son fáciles, y llegados a este punto, con las últimas fechas asomando en el calendario, los gijoneses temen que se vuelva a repetir la historia de la pasada temporada.

Y no será porque José Ramón Sandoval no tenga buenos mimbres para asaltar la Primera División. El equipo comenzó la temporada como un tiro, encaramado a los puestos de ascenso directo y jugando con un brío que los hacía firmes candidatos al ascenso directo. Se confeccionó una plantilla vigorosa, mezclando canteranos, sello de la casa, con jugadores veteranos, con experiencia nacional e incluso internacional, y se adornó la guinda con lo que más habían echado en falta la pasada temporada: gol. Los encargados de esto último, una pareja de serbios que perforaban las redes rivales en cada ocasión, Scepovic y Lekic. Todo pintaba muy bien por Gijón, y se vislumbraba una temporada triunfal.

El Sporting ha pasado del ascenso directo a encontrarse fuera de los puestos de promoción.

Sin embargo, en un momento dado se bajó el pistón, los resultados comenzaron a flojear y el equipo entró en una melancolía que le ha costado puestos y opciones de triunfo. El ascenso directo ha dejado de ser un objetivo al alcance, para convertirse en una quimera inalcanzable, y solo los puestos de playoff, de los que ahora mismo se encuentra fuera, a un punto, se han convertido en la tabla de salvación de un Sporting que transita entre la ansiedad y el desencanto, viendo venir un desastre que no se imaginaba cuando el equipo estaba en todo lo alto de la Liga Adelante y amenaza con llevarse por delante el proyecto del técnico de Humanes, un Sandoval al que ya le andan buscando sustituto por si se produce un patinazo más.

Tras la derrota en Éibar, señalada por muchos como momento inicial de la temporada, el Sporting ha caído en una crisis de resultados que lo alejan cada vez más de la Primera División. Cierto es que el juego de los de Sandoval nunca ha sido espectacular, pero sí consistente. Un juego basado en la potencia, la velocidad y, sobre todo, la efectividad arriba, con un Scepovic estelar y un Lekic que siempre cumple, tapando con dicha efectividad cierta debilidad defensiva y muchos problemas de creación de juego. Además, los rojiblancos son unos expertos en jugadas de estrategia, con un peligro en los balones altos más que evidente dado la corpulencia de muchos de sus efectivos. Pero todos estos atributos han comenzado a flaquear en cuanto se han torcido las cosas.

Sandoval planea un 4-4-2 para juntar a Scepovic y Lekic con extremos que les sirvan balones

Para enfrentarse al Lugo, el cuestionadísimo Sandoval medita dar entrada a la vez a sus dos hombres-gol en un 4-4-2 novedoso para los rojiblancos, que en toda la temporada han estado variando entre el 4-3-3 y el 4-2-3-1 clásicos, e incluso en el enfrentamiento de la primera vuelta en Lugo dispuso un 5-3-2 de urgencia por las bajas en defensa. Con este planteamiento, Sandoval busca aprovechar el olfato de sus dos nueves, Scepovic, con 21 tantos, y Lekic, y complementarlos con dos extremos que les sirvar balones, el viejo conocido del Lugo Isma López, por la izquierda  y más que probablemente Jara, por la derecha. Si esta idea cristaliza, los dos pivotes del equipo serían Mandi, de corte defensivo, y Sergio, encargado de dotar de sentido el juego rojiblanco. La defensa será, casi con toda seguirdad, la compuesta por Luis Hernández y Bernando como centrales y Lora y Canella en los laterales derecho e izquierd,o respectivamente, con el experimentado Cuellar en la portería. La línea defensiva, punto débil de los gijoneses durante el último tramo de la temporada, recuperará así su configuración más habitual tras diversos experimentos.

El ambiente que se respira en los alrededores de El Molinón es el de una tensa espera. Los sportinguistas, que han ido viendo como se alejan los puestos de arriba y se acercan los perseguidores, entre ellos el propio Lugo, saben que un nuevo tropiezo en casa sería casi la puntilla y dejaría muy tocados a los rojiblancos en su lucha por entrar en el playoff de ascenso. Sandoval, por su parte, se encuetra con la espada de la destitución muy cerca de su cabeza y se juega sus últimos cartuchos en meterse en una promoción de ascenso. Una tensión que puede venir bien a los de Setién si saben gestionar las urgencias del rival. El inmejorable marco de El Molinón será testigo.