En el año 1992 Joaquín Sabina, el poeta de Úbeda, maestro trovador que en sentimientos colchoneros no es nada dudoso publicó el maravilloso álbum Física y Química. De entre aquellas grandiosas diez canciones para el recuerdo el instaurado “Cholismo” rescata estrofas para para pasar a la historia de una temporada que podría ser inolvidable, que lo será pase lo que pase. El Atleti sabe vivir como nadie en el número siete de la calle Melancolía, hace años que quiere mudarse al barrio de la alegría, pero este año parece que ha tomado a tiempo el tranvía.

El campo está verde, debe ser primavera, cruza por su mirada el tren de una Liga interminable. Como canta Sabina y piensan los atléticos Nos sobran los motivos para ganar la Liga en el Camp Nou, maravilloso museo de arcángeles disecados que no se explican el poco rato que dura la vida eterna. Contigo no hay límites, lo del Atleti es otra manera de vivir, es un golpe sobre la mesa de la conciencia de las clases del fútbol. El Atleti es saber perder, saber ganar, pero sobre todo saber sufrir y competir.

Los suministradores de estramonio se empeñan en recetar Pastillas para no soñar. Si lo que quieres es vivir cien años, no pruebes los licores del placer de ser del Atleti. Funda un equipo en el que nunca reine más rey que la seguridad. Si lo que quieres es vivir cien años, vacúnate contra el azar. Si lo que quieres es vivir cien años, no hagas del Calderón tu hogar. 

Los jugadores y la afición quieren morirse con el Cholo si se mata y matarse con él si se muere, porque el amor cuando no muere mata, porque amores que matan nunca mueren. En la temporada que está a punto de finalizar hay un carné del Atleti y una lámpara de Alí Babá dentro de una chistera, pues nadie sabe que la primavera dura tan solo un segundo cuando se quiere escribir, la canción más hermosa del mundo.

El Atleti se libró de los tontos por cientos, frente al cabo de poca esperanza no piensa arriar la bandera. Es el momento de lanzar la caña, de romper el cristal de los acuarios y poner en evidencia a los Peces de ciudad. Ha llegado la hora de hacer creer a la gente que pese al Madrid y el Barcelona, no es del todo cierto aquello de que no hay más ley que la ley del tesoro, en las minas del rey Salomón. Y desafiando el oleaje, sin timón ni timonel, por mis sueños va, ligero de equipaje, sobre un cascarón de nuez, un corazón colchonero de viaje.

Porque Diego Costa en Barcelona y Lisboa aspira hacer La del Pirata cojo, pues es de los que piensan que si la vida se deja yo le meto mano. Como además sale gratis soñar partirá de viaje enseguida, con pata de palo, con parche en el ojo, con cara de malo, el viejo truhan, capitán de un barco que tiene por bandera un par de tibias y una calavera. Pues no piensan morir en la orilla, quedarse con la cara partida y la sensación de que lo nuestro duró lo que duran dos peces de hielo en un güisqui on the rocks. Todo lo contrario la convicción atlética pasa por tardar en aprender a olvidarla diecinueve días y quinientas noches.

Es complejo ser del Atleti y no soñar, nunca fue fácil dejar de hacerlo, mucho más con este equipo que viaja hacia la gloria con su personalísima manera de ganar y perder, no debía de quererte, no debía de quererte y sin embargo te quiero. Y me envenenan los besos que voy dando y, sin embargo, cuando duermo sin ti contigo sueño.

La meta es tan hermosa que el Cholo está loco por conocer, los secretos de su dormitorio, esas dos noches cantará al piano del amanecer todo su repertorio. Y nos dieron las diez y las once, las doce y la una y las dos y las tres y desnudos al amanecer de la Liga y la Champions les encontró la luna. Lo del Atleti, algo inexplicable pura Física y Química…