Nueve partidos y 443 minutos después, Diego Ifrán volvió a sentirse protagonista. El punta charrúa, que acumula cuatro tantos desde su llegada a A Coruña, ha recuperado la sonrisa perforando las porterías a las que antaño apuntó Walter Pandiani, referente futbolístico y amigo del ariete oriundo de Cerro Chato. Ifrán llegó vestido de incógnita a un equipo asolado por las lesiones tras el mercado invernal y sin un líder claro a la hora de imprimir carácter y pasión a partes iguales. Riazor conoce bien esa sensación. Esa que lleva por un instante al aficionado a los estadios de Sudamérica y que el domingo transportó momentáneamente al delantero uruguayo a su tierra natal por medio de una bandera de Peñarol situada en la grada de Pabellón Inferior.

Tras superar por segunda vez en su carrera la ruptura del ligamento cruzado de su rodilla izquierda, el combativo punta deportivista busca, paulatinamente, volver a ser aquel jugador que en su día se mantuvo en la agenda de Óscar Washington Tabárez para la lista final de 23 hombres que viajaron en 2010 al Mundial de Sudáfrica. Allí estuvieron, entre otros, CavaniForlán y Luis Suárez. De hecho, nunca dejará de llamar la atención la facilidad con la que un país de poco más de 3 millones de habitantes es capaz de nutrir de la mejor pegada a las grandes ligas europeas.

El Deportivo también buscó allí en numerosas ocasiones de su historia reciente a su killer particular, aunque sólo Pandiani llegó a marcar un punto de inflexión. En un segundo plano quedaron los fichajes de Taborda o ‘Manteca’ Martínez, que permanecerán para siempre en las retinas de los aficionados por su intrascendencia, o la del ‘Loco’ Abreu, un trotamundos del fútbol que en sus seis años de contrato vivió un auténtico rosario de cesiones en México, Argentina o Uruguay y apenas disputó media temporada con los herculinos. Curiosamente, en su último periplo en tierras españolas, Abreu también se vistió como txuri-urdin durante el segundo tramo del curso 09/10, con la Real Sociedad en busca del retorno a Primera División.

La cesión de Ifrán representa un nuevo caso de adaptación express de las incorporaciones del club en este año 2014. Curiosamente, todas ellas han tenido éxito en mayor o menor medida. Con la excepción de Diogo Salomão –que hasta su desgraciada lesión había evidenciado ir una marcha por encima de la categoría-, la mayoría de las llegadas que se produjeron en el mercado invernal o, en el caso de Ifrán, con posterioridad, han dejado un buen sabor de boca y se han hecho un hueco en el once inicial progresivamente. Por su parte, la efectividad de cara a portería del delantero sudamericano le ha mantenido en la titularidad durante las cinco últimas jornadas, convirtiéndose en el atacante deportivista que menos tiempo necesita para encontrar el camino a la portería rival con un gol cada 111 minutos, sólo siete menos que su compañero Toché.

Ahora, a sólo tres puntos de que el Deportivo llegue al final de su viaje, Ifrán saca brillo a su fusil, el mismo que en su momento le sirvió para contribuir al ascenso a la máxima categoría del Centro Atlético Fénix, el mítico club donde también inició su carrera uno de los delanteros que más expectativas generó en su momento en el fútbol uruguayo, el exsevillista Germán Hornos. Por distintos motivos la fortuna dio la espalda a Hornos al poco de iniciar su aventura europea y le apartó del fútbol de élite, una lucha contra la adversidad que -con otros matices- Ifrán también conoció, pero que cuatro años después de dejar atrás su país puede llevarle a grabar su nombre en un momento clave de la historia del Deportivo.