Vicente del Bosque salió con su 11 gala, y con el sistema que más éxitos le había dado durante la temporada. Un sistema formado por una línea de cinco defensas, con un doble pivote por delante, un mediapunta y dos delanteros. El Madrid formaba con un 5-2-1-2 con varios aspectos a tener en cuenta. Por un lado Helguera y Redondo eran claves para iniciar la jugada. El defensa recibía atrás y el argentino, una línea por delante iba siempre al apoyo. El siguiente eslabón solía ser Raúl. El español tenía total libertad de movimientos, e hizo mucho daño jugando entre líneas, por detrás de la pareja ofensiva Anelka-Morientes y del doble pivote formado por McManaman y Redondo. Otra de las claves fue la ocupación de las bandas. Aunque el juego se desarrollaba la mayor parte del tiempo por el centro, a los costados caían Morientes y, sobre todo, Anelka y subían Salgado y Roberto Carlos.

Inicio dubitativo y posterior dominio

El liderezgo de Redondo y la inteligencia táctica de Raúl declinaron la balanza

Los primeros minutos del partido fueron poco vistosos, muchos balones largos, mucho miedo a fallar en zonas peligrosas y más llegadas del Valencia. Tras la sacudida inicial de los hombres de Héctor Cúper, el Madrid fue cogiendo confianza y de la mano de Redondo y Raúl echó el equipo hacia delante, jugando casi toda la última media hora de la primera parte en campo valencianista. Sin llegar a hacer una presión muy intensa ni muy arriba, el conjunto blanco se hizo con el control del encuentro. Tras pérdida replegaba y las precipitaciones de los jugadores valencianistas hacían que el Madrid pronto tuviera el balón para volver a iniciar jugada. Los continuos movimientos de Raúl, la capacidad organizativa y de creación de Redondo y las subidas de los laterales hacían que los hombres de Vicente del Bosque dominaran la última media hora de la primera parte y consiguieran el primer tanto del partido.

Superioridad por dentro formando con un rombo

Pese a jugar con dos centrocampistas, las ayudas hicieron que el Madrid tuviera superioridad en el centro

El Madrid jugó con tres centrales y dos mediocentros por delante. De los tres hombres más retrasados Helguera era el que estaba en medio, con Iván Campo y Karanka a derecha e izquierda respectivamente. Este hecho desahogaba mucho a Redondo, que no tenía que bajar tan abajo para iniciar jugada. De esta forma el central español hacía también de pivote, iniciando la jugada, y teniendo escalonados y a ambos lados a Redondo y a McManaman. Por delante de ellos y cerrando el rombo a Raúl, quien se colocaba a la espalda del doble pivote ché. De esta forma, del Bosque tenía en su media a cuatro jugadores, perfectamente escalonados y bien compenetrados que hacían que los blancos tuvieran superioridad en el centro del campo, pues el conjunto valencianista solo tenía ahí a Farinós y a Gerard. Ahí comenzó la superioridad en el partido del Madrid, pues siempre había líneas de pase y compañeros con posibilidad de recibir, sino se optaba por balón largo y acompañar la jugada con varios jugadores.

Variación de posiciones en defensa, sistema 5-2-3

En defensa, Anelka y Morientes se sacrificaban y tapaban las bandas

Sin balón el Madrid hacía repliegue medio y reubicaba sus piezas. Raúl subía desde la posición de mediapunta, para colocarse como hombre más adelantado, presionando al poseedor central del balón y tapando pase interior. Anelka y Morientes se abrían y pasaban de ser pareja de delanteros a extremos, a derecha e izquierda respectivamente, tapando la banda y las subidas de los laterales valencianistas (primera imagen). Por detrás de ellos estaba el inamovible doble pivote formado por Redondo-McManaman (segunda imagen). La última línea, la de cinco, estaba formada por los dos carrileros que hacían de laterales (Roberto Carlos y Michel Salgado) y los tres centrales: Helguera, Karanka e Iván Campo.

Movimientos ofensivos con Raúl y Redondo al mando

Gran compenetración entre Helguera, McManaman, Redondo y Raúl en ataque

En ataque el Madrid tenía muy claro qué hacer con el balón. El juego se iniciaba desde atrás, si era posible, con Helguera haciendo las labores de pivote. El español recibía de centrales o laterales y comenzaba la jugada, teniendo siempre cerca y en línea de pase a Redondo (contando también con los apoyos de McManaman). Con el paso de los minutos, el peso en el partido del argentino fue creciendo, adueñándose del control del partido y contando con el apoyo de un omnipresente Raúl. El joven talento madridileño fue un quebradero de cabeza para los valencianistas y el doble pivote che. El español se movía hacia los espacios libres, buscando el balón, recibiendo y enlazando defensa y mediocampo con los delanteros (primera imagen). Estos fueron los movimientos en la zona media del campo, hacia donde se incorporaban los laterales y desde donde partían para seguir ocupando la banda con el trascurso ofensivo de la jugada (segunda imagen). Roberto Carlos y Salgado llegaban a tres cuartos de campo pegados a los costados, a esa zona adelanta, pero más centrada, se incorporaba también McManaman. Los delanteros también tenían movilidad, siendo Anelka el que caía a las bandas o bajaba un poco a recibir y Morientes el que fijaba a los centrales, cayendo también a banda izquierda en algunas ocasiones (primera imagen).

Segunda parte de repliegue y contras con marcador a favor

El Madrid cambió ligeramente su forma de jugar en el segundo tiempo. El gol de Morientes justo antes del descanso hizo que el Valencia subiera líneas y adelantara la presión en el inicio de los segundos 45 minutos, haciendo que el Madrid cediera metros y defendiera más cerca de la meta de Casillas. Cuando los blancos recuperaban salían rápido, buscando la contra. Raúl salía a recibir para aguantar, esperar la llegada de compañeros y lanzar. A su causa se solían unir Morientes, Anelka y McManaman.

McManaman, el tapado

El inglés aportó equilibrio, llegada, apoyos y un gol

El centrocampista inglés, sin hacer ruido, se asentó en el 11 titular del Madrid. Disputó la final, marcó un gol y dejó una actuación para el recuerdo. El ‘8’ blanco acompañó a Redondo en el centro del campo y aunque todas las miradas y elogios fueron para el argentino, McManaman cuajó un gran partido, siendo muy importante en la victoria blanca.

El británico formó en el doble pivote y tuvo más llegada que Redondo, más posicional, aunque cuando el argentino subía McManaman cerraba y guardaba las espaldas a su capitán. En defensa echó una mano a Salgado y Anelka por el costado derecho y en ataque siempre se ubicó para darle una salida y línea de pase a Redondo o soltarse y colocarse en la zona de la mediapunta cuando Raúl caía a banda. El inglés también pisó área y tuvo llegada.

Raúl, inteligencia táctica y movilidad al servicio del equipo

Raúl brilló en la posición del '10' y redondeó su actuación con un gol

El canterano es un delantero con mucho gol, pero en la final ante el Valencia tuvo otro rol, pese a marcar uno de los tantos. Raúl jugó como mediapunta en ataque, por detrás de Morientes y Anelka y sus movimientos creando espacios y ayudando al poseedor del balón fueron constantes. Inteligentemente siempre buscaba el espacio libre para poder recibir, siendo el nexo de unión entre el centro del campo y la delantera. Redondo, McManaman, Anelka y Morientes siempre tenían el mismo socio, Raúl. El canterano, magnífico entre líneas, recibía, soltaba rápido y se desmarcaba.

En defensa su rol cambiaba, ahí sí era delantero, un delantero trabajador, al igual que los delanteros en funciones ofensivas, Morientes y Anelka. Estos dos últimos, cuando el Madrid no tenía el balón, cambiaban el chip y pasaban a ser extremos, ayudando a tapar las bandas. Raúl por su parte ejercía de hombres más adelantado, presionando la salida de balón rival y encimando a Farinós o Gerard para que no pudieran tocar con comodidad.