Después de un aterrizaje forzoso el curso anterior, con salvación en la última jornada, la 2013-14 estaba destinada a ser la temporada de la confirmación en Primera. Para ello, la directiva confió el mando de la nave céltica a Luis Enrique, un técnico sin experiencia en la máxima categoría española, pero que despertó una ilusión enorme en su llegada, prometiendo seguir con las líneas de gusto por el buen juego y de apuesta por la cantera que han caracterizado al club en los últimos años.

Sin embargo, no sería una pretemporada tranquila en Vigo, ni en Melgaço, donde el equipo hizo su stage. El anuncio de la marcha de Tito Vilanova por enfermedad, el 19 de julio de 2013, dejó un hueco en el banquillo del Barcelona que dio inicio a las especulaciones. Inmediatamente, la maquinaria de la prensa catalana comenzó a funcionar, señalando a Luis Enrique como sustituto de Vilanova. Poco importaba que el asturiano se acabase de comprometer con el equipo vigués, y que ya estuviese haciendo una plantilla de su gusto, con la incorporación de Fontàs, Nolito o Rafinha.

Luis Enrique en Mestalla. (Foto: Carla Cortés | VAVEL).

El silencio del técnico, que no se dio ninguna prisa en acallar los rumores, y de la directiva céltica que, durante un fin de semana, estuvo literalmente desaparecida, no contribuyeron a calmar a una afición que ya veía descabezado el proyecto a poco de empezar. Finalmente el Barcelona fichó al Tata Martino. Luis Enrique se quedó, y por fin habló para decir que no había habido ningún contacto. No sería la última vez que se encontraría ante la misma situación, y la afrontaría de igual manera.

Falta de gol en pretemporada

Despejados los nubarrones que sobrevolaron Melgaço, el Celta se centró plenamente en una pretemporada en la que fueron muchísimo mejores las sensaciones que los resultados. En gran parte, por la falta de gol que acusó el equipo vigués. El nuevo equipo de Luis Enrique se construyó de delante hacia atrás, sin duda con la intención de paliar los efectos de la marcha de Iago Aspas. Charles fue el delantero elegido, avalado por sus 32 goles en la Liga de Segunda que acababa de terminar. Pero no fue el único fichaje en la parcela ofensiva: Nolito, jugador de banda con llegada y Rafinha, centrocampista claramente ofensivo, completaron la terna. Para apuntalar una defensa que había tenido muchos problemas llegaron Fontàs (lo que significó, directa o indirectamente, la marcha de Túñez), y Aurtenetxe, que tenía como misión sustituir en la izquierda a uno de los capitanes, Roberto Lago.

Después de un estreno contra el Coruxo que se resolvió con un solitario tanto de Augusto Fernández, los de Luis Enrique se pasaron tres amistosos sin ver portería, acumulando una derrota por la mínima ante el Oporto en el Estadio do Dragao, y un empate sin goles ante el Southampton en el Memorial Quinocho, que se quedó en Vigo gracias a la tanda de penaltis. Tampoco un rival de Segunda, como el Sporting, fue la solución a la sequía goleadora. Derrotó al Celta en Vilalba, también por 1-0. Idéntico resultado que el que se trajeron de Madeira en el quinto y último amistoso, ante el Marítimo de Funchal.

Tres derrotas por la mínima, un empate sin goles y una única victoria, contra el Coruxo, no eran buenos números, pero el Celta ofreció buenas sensaciones, y Luis Enrique tampoco se mostraba muy preocupado por la falta de gol.

Comienzo ilusionante

Y así, sin más, comenzó la Liga, aunque, en el caso del Celta, se hizo de rogar. El equipo vigués fue el último en debutar, un lunes, contra el Espanyol. La espera mereció la pena. Las buenas sensaciones de pretemporada se repitieron, acompañadas, esta vez sí, del gol. Dos tantos recibieron los periquitos. El problema es que consiguieron empatar el encuentro en los minutos finales, dejando en el celtismo la sensación de haberse dejado dos puntos.

Pero la semana siguiente, también a una hora intempestiva, el Celta pareció cambiar de cara en el Villamarín. Tras una mala primera parte en la que Yoel fue el salvador de los suyos, la segunda mitad respondió a lo que Luis Enrique venía demandando. Nolito y Charles fueron los ejecutores de un rival europeo que empezaba a dar muestras de debilidad, pero que puso contra las cuerdas al Celta en los minutos finales. La noticia de la jornada era la apuesta final por una defensa de cinco en la que debutó David Costas, y que no funcionó como se esperaba. Cierto que el equipo acabó con diez jugadores tras la expulsión de Oubiña, pero se trajo los tres puntos, que lo dejaban octavo en la clasificación.

No sería hasta la jornada siguiente cuando el cuadro vigués consiguió la mejor posición de la temporada. Curiosamente, fue tras otro empate, contra el Granada, en un partido en que los celestes ofrecieron la mejor cara en lo que llevaban de temporada. Perdonaron en varias ocasiones a los andaluces y, tal y como ocurriera en la primera jornada, acabaron pagándolo. Un empate a un gol que no ocultaba el gran rendimiento que estaba ofreciendo el equipo, séptimo clasificado, invicto, y que se había adelantado en todos los partidos. Pocos podían imaginar lo que se le venía encima a los de Luis Enrique.

El hundimiento

La realidad es que, sin saberlo, el Celta se acababa de meter en una racha de siete partidos sin ganar, que lo acabó llevando a los puestos de descenso. Pero nadie lo sabía cuando el equipo viajó a Bilbao para estrenar la Nueva Catedral, y se volvió a adelantar una vez más por medio de Charles, con un gol que quedaba para la historia. Lamentablemente, el brasileño fue también protagonista negativo al fallar el único penalti que iba a lanzar en toda la temporada. Incapaz de mantener la renta, el Celta se vio superado por un Athletic que remontó sin problemas. Para la historia también quedó el primer gol del juvenil Santi Mina con el Celta, un gol que no sirvió para impedir la primera derrota de la temporada.

Al cabo de una semana llegaba a Balaídos el Villarreal, un recién ascendido que tenía muy poco de eso y mucho de aspirante a Europa. Cansados de dejar escapar puntos, los vigueses se tomaron el encuentro como lo que era: una difícil oportunidad para seguir sumando, y dejar atrás las facilidades defensivas que habían ofrecido en encuentros anteriores. La prueba resultó un éxito, otra vez apoyada en el espectacular rendimiento de Yoel bajo los palos. Un empate a cero que devolvía al Celta a la senda de los puntos en una semana complicada, la primera con tres partidos.

Porque, a golpe de jueves, llegaba la cita contra un rival directo, al Getafe, en el Coliseum Alfonso Pérez. Luis Enrique avisó antes del partido que haría rotaciones, y no mentía. Lo que se vio sobre el césped de Getafe fue un equipo irreconocible, que incluso tuvo dificultades para posar para la foto, y que no dio la talla en ningún momento. Sucumbió con dos goles a balón parado, lo único que tuvieron que hacer los azulones para superar a un Celta con siete cambios en el once titular. El partido de Getafe se recordará también por la lesión de Bellvís y por el debut de Jonny.

La semana más larga terminaba con la visita del Elche a Balaídos, que reforzó la sensación de que el equipo había “sacrificado” la visita a Getafe sin razón aparente, algo que un aspirante a mantener la categoría no puede permitirse. Porque, contra el Elche, no tuvo resultado el descanso que habían tenido muchos titulares. Un Celta sin ideas, inofensivo en ataque, e inocente en defensa, volvió a perder. Esta vez con un gol a la contra que desnudó todas sus carencias.

¿Dónde estaba el fondo de ese pozo en el que se estaba metiendo el Real Club Celta? Todavía no estaba claro, y la visita al Vicente Calderón, feudo inexpugnable del equipo revelación del campeonato, no tenía pinta de arrojar aún la respuesta. Cierto que el Celta dejó una sensación mucho mejor que otros rivales que ya habían pasado por el Manzanares. Sólo perdió por dos goles a uno. Pero volvió de vacío, y profundizando en la sensación de ser un conjunto inofensivo lejos de Balaídos, donde jugaba mejor, pero tampoco ganaba.

Quedó demostrado una semana después, cuando el Levante sí enseñó el fondo del pozo: Los puestos de descenso. Otra vez a golpe de lunes, y bajo un temporal tremendo en Vigo, el jarro de agua fría lo recibió el celtismo a dos minutos del final. Un gol de Diop que recordaba al equipo vigués los muchos puntos que había dejado escapar en los minutos finales desde su vuelta a Primera División. Además de devolverlo a los puestos de descenso, que no ocupaba desde la penúltima jornada de la temporada 2012-13.

La solución, en Andalucía

Pocos podían prever entonces que el fin de la crisis iba a llegar con una goleada en el campo de un rival de otra Liga, al que solo había apartado de jugar en Europa una sanción. Pero en la Rosaleda comenzó a quedar claro que algo extraño le sucedía al Celta. Allí consiguió su segunda victoria de la temporada tras la del Villamarín. Allí todo le fue de maravilla al equipo vigués, pequeños detalles que llevaban lastrando a los celestes durante toda la temporada, y que no fallaron en Málaga. El resultado fue un escandaloso cero a cinco, que encendía las alarmas en un conjunto boquerón que ya apuntaba un final de temporada mucho más complicado que el anterior.

Recuperado el rumbo y la confianza, el Celta debía cumplir el trámite de recibir al campeón, a un Fútbol Club Barcelona que juega en otra Liga. No parecía consciente de ello Luis Enrique, que en la previa aseguró que no firmaría el empate. Y lo cierto es que su equipo le dio la razón, firmando un buen partido. Pero el Barcelona fue mucho Barcelona. Esta vez esos pequeños detalles volvieron a favorecer al rival, incluyendo un balón que repelió el travesaño y acabó entrando igual tras tropezar en Yoel. El resultado fue un cero a tres demasiado cruel para los méritos celestes.

Los jugadores del Celta celebran un gol al Sevila en Balaídos. (Foto: Tomás Rodríguez | VAVEL).

Pero el Celta se encontraba inmerso en otra semana con tres partidos, que terminaba en el Sánchez Pizjuán. Esta vez Luis Enrique dejó aparcadas las rotaciones, y se presentó en Sevilla en busca de su tercera victoria en tierras andaluzas. Un equipo capaz de sostenerse fuera del descenso ganando solo sus partidos como visitante en una comunidad es algo misterioso y digno de estudio. Como lo fue el regalo que le hizo el portero sevillista Beto a Álex López, que se convirtió en el único gol del partido. Una nueva victoria en Andalucía, la tercera, y la sensación de que este Celta era mucho más sólido, y podía ganar partidos apretando los dientes y sufriendo atrás. Algo muy importante en la consecución del objetivo final.

Pero los problemas seguían llegando en Balaídos donde, sencillamente, el Celta no daba la talla. El siguiente rival en demostrarlo fue el Rayo Vallecano, que se llevó los tres puntos del estadio vigués sin muchas dificultades, y confirmó que el conjunto local sería el último en ganar un partido en su casa. Si de verdad lo conseguía, claro.

Pero antes de tener una nueva oportunidad, el Celta dio otro paso en falso. Fue en Anoeta, donde la expulsión de Fontàs provocó el desplome de un equipo que ganaba por un gol a tres. El Celta acabó perdiendo 4-3, una de esas derrotas que pueden marcar el rumbo, que pueden significar un punto de inflexión para una plantilla que, sin duda, salió tocada de San Sebastián.

El Celta local también gana

Pero quiso el calendario que el cuadro de Luis Enrique tuviese la opción de resarcirse contra otro rival andaluz. Así llegó el Almería a Balaídos. Un rival que les dio vida a los locales, pero que no se lo puso fácil. De hecho, se adelantó en el marcador por medio de Suso, dando origen a otra tendencia del Celta local, que quedaría de manifiesto en los partidos siguientes.

Orellana en Mestalla. (Foto: Carla Cortés | VAVEL)

Y es que los vigueses recobraron la confianza ante su público casi sin darse cuenta, con un partido contra el Almería en el que todo salió sobre ruedas: se recuperó a Charles como goleador y, sobre todo, se recuperó a Orellana, que sería una pieza clave el resto de la temporada. El 3-1 final significaba la primera victoria del curso en Vigo, y la cuarta ante rivales andaluces.

Y tras la incontestable victoria conseguida ante el Almería, se entró de lleno en el mes de diciembre, con la competición de Copa en liza para abrir boca. Una competición en el que Luis Enrique fue claro como agua de mayo y dijo sin tapujos que la se trataba de una distracción para el objetivo del Celta de conseguir la permanencia. Con todo, el asturiano dijo que "darían la cara" en la previa al partido de ida.

Enfrente tenía al Athletic Club, equipo copero por antonomasia. Ciertamente los vigueses dieron la cara ante un gran conjunto vasco que por momentos ponía el miedo en el cuerpo, pero al que le dio un repaso en uno de los mejores segundos tiempo que Balaídos vivía en mucho tiempo.

Victoria por la mínima (1-0) y el Celta viajaría con vida para la vuelta en el Nuevo San Mamés que, al igual que en Liga, se encargarían los vigueses de inaugurar en la competición del ko. Una victoria, por cierto, que contó con la contribución de un magistral Sergio bajo los palos, hasta ese momento inédito esta temporada. Y, por encima de todo, un Santi Mina estrenó mayoría de edad con su gol ante los vascos, revelándose como un especialista en anotar al Athletic.

El Celta y su tendencia en "resucitar" a los necesitados

Entre medias, una visita a Zorrilla bajo la intensa niebla de Pucela que nubló la vista a los vigueses, llevándose un serio correctivo a las orillas del Pisuerga (3-0). Javi Guerra hizo sangre de los celestes con su hat trick. El Celta no supo aprovechar sus ocasiones y, tras una expulsión más que dudosa de Charles, los vigueses se vinieron abajo, dándole oxígeno a un Valladolid que salía de los puestos de descenso con su victoria.

El partido de vuelta en la Nueva Catedral no tuvo mayor historia y el Celta se limitó a cumplir el expediente haciendo un partido que para más de uno fue vergonzante, por falta de actitud del club olívico, nada que ver con el partido disputado dos semanas antes en Vigo. Un incontestable 4-0 para los vascos y Luis Enrique ya tenía el calendario expedito para su objetivo, pero sembrando de dudas a los aficionados y convirtiéndose en el objetivo declarado para sus detractores, que no le pasarían más errores al entrenador gijonés.

Y el Celta cerró 2013 con un empate en Balaídos frente a Osasuna (1-1) en la que los de Luis Enrique demostraron alguna de las fortalezas de los vigueses: no dan un partido por vencido y es capaz de dar la vuelta a un marcador adverso, uno de los puntos flacos el año anterior. Tras el tempranero gol de Armenteros para los navarros, los vigueses empataron al filo del descanso y bien pudieron llevarse la victoria, salvando Andrés Fernández un potente tiro de Nolito y un cabezazo de Santi Mina.

El Celta da la cara en el Bernabéu

Tras el parón navideño, el Celta tuvo enfrente al conjunto blanco en el Santiago Bernabéu el día de Reyes. Pese a la contundente derrota (3-0), el Celta dio la cara, con buen juego, pero pecó de inocencia y ante conjuntos como el Real Madrid se paga caro. Los madrileños anotaron en tres jugadas en las que demostró su mayor pegada, resolviendo en la última media hora de juego. Los vigueses terminaron en puestos de descenso.

Sin embargo, como el Dr. Jeckyll y Mr. Hyde, este Celta era capaz de lo mejor y de lo peor en menos que canta un gallo. Sólo seis días después, en el partido que significaba el ecuador de la competición, venció a todo un Valencia (2-1) tras iniciar el partido, una vez más, con el marcador en contra. Tras el inicial tanto de Parejo, Charles hizo el doblete para los de Vigo. Charles volvía a anotar tras tres jornadas sin perforar la portería, destacando el gran primer tiempo de un Orellana que pasó de descarte de Luis Enrique a fijo en el equipo y, como de costumbre, de Rafinha. Esta victoria le permitió salir de los puestos de descenso.

Y, en la línea de lo dicho anteriormente, siete días después, un Celta sin pólvora cayó por la mínima (1-0) en el Estadio de Cornellà en un partido que, además, demostró el problema de una plantilla algo corta de los vigueses. Charles, aquejado de una colitis, no llegó a vestirse de corto y sus sustitutos naturales Santi Mina y Bermejo no demostraron estar a su altura. Uno, por inmadurez y el otro por no llegar a un estado de forma óptimo tras los meses que permaneció en el dique seco debido a su grave lesión de rodilla. Sin embargo, lo que más dolió a los vigueses fue ver que el Sergio García haría el solitario gol del Espanyol en el minuto 89, cuando el Celta se veía con un punto en el bolsillo.

Desastrosa política de fichajes en el mercado invernal

El final del mes de enero fue esperpéntico en cuanto a los fichajes realizados en el mercado de invierno. Jonathan Vila siguió los pasos de Túñez, marchándose cedido al Beitar de Jerusalén, mientras que Samuel Llorca hizo lo propio al Alavés. Ninguno de dos contaban para Luis Enrique, por lo que se les buscó conjuntos que les garantizasen minutos a ambos jugadores. Las otras dos salidas fueron las de David Rodríguez y Bellvís, quienes rescindieron sus contratos con el Celta.

Sin embargo, en cuanto a las incorporaciones, el Celta apuró el plazo en el mercado para sus refuerzos. Primero llegó Íñigo López, un defensor que se incorporó en calidad de cedido hasta junio, procedente del PAOK de Salónica. Sin llegar a contar con muchos minutos, cumplió el riojano siendo un jugador solvente, seguro e incluso con destellos de calidad en el ataque, como demostró en el último partido de liga, frente al Valencia, done anotó el tanto del honor vigués.

Y con Welliton llegó el escándalo. Llegó al Celta prácticamente sobre la bocina, pero serían unos hechos extradeportivos los que le dieron grandes titulares, como se verá más adelante.

Las dudas dan paso a un Celta que da un puñetazo en la mesa

La derrota del Celta en Cornellà fue un punto de inflexión en este Celta que en las siguientes semanas debería de enfrentarse a equipos que rivalizaban con los vigueses para evitar el descenso, el primero de ellos, el Real Betis.

En una fría y lluviosa noche de viernes, uno más de los intempestivos horarios que el Celta sufrió, cortesía de la Liga de Fútbol Profesional, Celta y Betis regalaron un partido eléctrico que los vigueses se llevaron con su mejor puntería (4-2) y con un Orellana en línea ascendente que firmó un doblete. Charles y Nolito hicieron los otros para los de Vigo. Rubén Castro adelantó a los béticos e hizo el último para maquillar el resultado que hundió un poco más a los sevillanos en el fondo de la clasificación.

Al siguiente viernes, en el partido que abría la jornada 22, el Celta consiguió una importantísima victoria en tierras andaluzas, tierra talismán este año para los olívicos. Un partido en el que los vigueses decidieron poner en práctica lo que aprendieron en sus propias carnes sólo dos semanas antes en Cornellà. Cuando el partido parecía abocado al empate, Augusto Fernández aprovechò un regalo del vigués Roberto para llevarse los tres puntos hasta Vigo (1-2). Cabral hizo el primero para el Celta y El-Arabi puso el empate. El Celta se hacía mayor.

Krohn-Delhi toma el mando del pivote

Transcurrirían 10 días hasta el siguiente partido disputado por el Celta. Si en la jornada 22 abrió la jornada liguera, en la 23 se encargó de cerrarla, disputando Celta y Athletic Club un partido muy igualado, que terminó en tablas (0-0) un partido en el que Luis Enrique decidió sentir a Oubiña, cuya bajada de rendimiento era más que evidente y puso al mando en el pivote a Krohn-Delhi (en lugar de Fontàs), haciendo sencillo lo difícil: buenas recuperaciones de balón y pases en horizontal dándole mucha movilidad a los vigueses y ahogando por momentos a los cuartos clasificados. Luis Enrique iba afinando las teclas.

Krohn-Delhi en el partido ante el Granada. (Foto: Antonio L. Juárez | VAVEL)

Sólo cinco días después, el Celta visitaba tierras levantinas, para llevarse una importantísima victoria ante el Villarreal (0-2) en la que el verdadero protagonista fue el bote de gas lacrimógeno lanzado desde la grada y que hizo desalojar el estadio a falta de sólo tres minutos de su conclusión. Tras media hora de espera, se reanudó cuando el reloj ya marcaba domingo de madrugada y el Celta certificó con un gol de estrategia de Nolito una victoria que un gran Orellana comenzó a cimentar con su juego y su gol minutos antes de la bomba. Ocho puntos sobre los puestos de descenso que representaban un paso de gigante en las aspiraciones de permanencia del Celta.

Febrero terminó con un empate en Balaídos ante un rocoso Getafe (1-1) en un partido que se preveía plácido, pero que Lafita incendió al aprovechar un fallo defensivo. Pero Rafinha y Orellana tomaron las riendas del partido y la entrada de Krohn-Delhi por un pobre Oubiña, que le dio otro aire a la medular de Celta permitió finalmente que los vigueses rescatasen un punto. Un pase del vikingo al hispanobrasileño llevó la igualdad al marcador y el Getafe temeroso de llevarse un saco de su visita a Vigo puso el autobús, frustrando las ganas del Celta de dejar los tres puntos en Vigo.

Mejores resultados lejos de Balaídos

Llegaba el tramo final de la temporada y el descenso todavía acechaba al Celta. El buen juego desplegado por el conjunto vigués comenzaba a dar sus frutos. Los de Luis Enrique se sentían cómodos y los resultados positivos se cosechaban con más frecuencia. El combinado celeste selló el mes de febrero encadenando cinco encuentros consecutivos sin conocer la derrota (tres victorias y dos empates), mostrando una gran versión especialmente ante el Athletic de Bilbao a pesar del resultado final (0-0).

Sin embargo, el mes de marzo empezaba mal para los gallegos, ya que el día uno de marzo ponían fin a su buena racha dejándose los tres puntos en Elche. Un Celta desconocido caía en tierras alicantinas por un gol a cero, habiendo fracasado el experimento de Rafinha como “falso nueve”. Además, el delantero brasileño Welliton Soares disputaba en el Martínez Valero sus únicos cuatro minutos como jugador céltico, sin tiempo ni ganas suficientes para lograr un gol. El conjunto olívico se mantenía en la undécima posición, pero no demasiado alejado del descenso.

En la vigesimoséptima jornada del campeonato liguero el Celta recibía al Atlético de Madrid en Balaídos. Los de Luis Enrique dominaron en el primer tiempo y tuvieron buenas ocasiones para lograr el gol, pero dos fallos de Jonny casi consecutivos que David Villa no desaprovechó permitieron que los rojiblancos obtuviesen el triunfo. Se acercaba el final de la temporada y los vigueses debían reencontrarse con la victoria si no querían acercarse cada vez más a ganar un viaje a la Liga Adelante sin billete de vuelta.

Nolito en el Vicente Calderón. (Foto: Luis Tejo | VAVEL).

A principios del mes de marzo el Real Club Celta hacía oficial la rescisión del contrato de Toni Rodríguez, quien ponía rumbo a Kansas dejando atrás ocho años como céltico. Poco después Nolito se destapaba ante el Levante y realizaba una gran actuación en el Ciutat de Valencia, logrando el único tanto del encuentro tras un gran pase de Augusto Fernández. El Celta desplegaba un gran juego en la ciudad mediterránea y sumaba tres puntos de gran importancia, dejando el descenso siete por debajo.

Sin embargo, el conjunto olívico no lograría dos victorias consecutivas, ya que caía en la siguiente jornada ante el Málaga. Balaídos sufrió una nueva derrota, ante el Málaga (0-2) en un encuentro gris para los vigueses. El equipo de la Costa del Sol se impuso con autoridad, a pesar de terminar el partido con un hombre menos tras la roja directa mostrada a Duda en el minuto 65.

Tan solo cinco días después, el combinado celeste era vencido por el FC Barcelona en el Camp Nou. El club catalán no daba opción alguna al Celta y se llevaba los tres puntos con facilidad. Luis Enrique planteó el choque con un esquema defensivo diferente del habitual: el 5-3-2. La zaga céltica, compuesta por Hugo Mallo, Cabral, Fontàs, Jonny y Aurtenetxe no pudo frenar los constantes ataques de los futbolistas culés. El asturiano decidió sentar a Nolito y Charles y colocó en la punta del ataque a Santi Mina y a Fabián Orellana. Por parte del conjunto local José Manuel Pinto, portero céltico entre 1998 y 2008, se veía obligado a saltar al terreno de juego tras la grave lesión de Víctor Valdés. El gaditano logró mantener su portería a cero. A su vez las especulaciones en torno al posible interés de los azulgrana en contratar a Luis Enrique sonaban con fuerza en la órbita barcelonesa.

El Celta se reencontraba con la victoria en casa, algo que no sucedía desde el mes de enero ante el Betis (4-2), tras vencer por la mínima a otro equipo hispalense: el Sevilla Fútbol Club. A falta de cuatro minutos para el final, Mario Bermejo provocaba una mano del sevillista Fazio dentro del área. El colegiado señalaba penalti y Balaídos cantaba un nuevo “golito de Nolito”, después de que el andaluz batiera a Javi Varas, futbolista del Celta la pasada temporada.

Llegaba la trigésimo segunda jornada de la Liga y el combinado celeste caía en el Estadio de Vallecas por tres goles a cero, en un encuentro en el que los rojiblancos se impusieron con autoridad y no dieron opción alguna a un Celta desaparecido en combate. La nota más negativa fue la fractura de tabique nasal de Charles Dias, después del cabezazo que le propinó el vallecano Razvan Rat y que le costaría al jugador rumano la tarjeta roja directa.

Nolito anota el penalti frente a la Real. (Foto: Tomás Rodríguez | VAVEL)

Tras esta abultada derrota y con los deberes todavía sin hacer, los vigueses afrontaban los últimos seis partidos de la temporada: tres en Balaídos y la otra mitad lejos del templo céltico. Desde el conjunto gallego reiteraban que el único objetivo era “llegar a los 40 puntos”, para lograr de este modo la ansiada permanencia. A falta de cuatro puntos para alcanzar la meta del club olívico y debido a la igualdad máxima entre los equipos de la parte baja de la tabla, se cuestionaba si los mencionados cuarenta serían suficientes para mantenerse en la Liga BBVA.

El Celta recibía en casa a la Real Sociedad en la 33ª jornada. Sergio Canales adelantaba en el marcador a los txuri-urdin, tan solo siete minutos después de que el balón echase a rodar. El encuentro transcurría favorable al conjunto vasco y Balaídos parecía asistir a una nueva derrota del combinado celeste. Mario Bermejo, titular en aquel encuentro ante los blanquiazules lograba, en un alarde de veteranía, que Iñigo Martínez le derribase dentro del área para que posteriormente el colegiado señalase penalti. Nolito no desaprovechó la ocasión y empató el encuentro. Poco duraría la alegría céltica, ya que poco antes del descanso Antoine Griezmann deshacía de nuevo la igualada en favor de los suyos. El lateral olívico Jon Aurtenetxe abandonaba el encuentro en el minuto 48, al ser expulsado tras una dura e inaceptable entrada sobre Carlos Vela. El choque se presentaba complicado para el Celta hasta que, a falta de diez minutos para el pitido final, Santi Mina rescataba un valioso punto.

Misión cumplida

El combinado celeste completaba un histórico pleno de victorias en Andalucía, mostrando una gran versión y un festival de goles (2-4). El gaditano Nolito lograba su primer doblete como céltico. Los otros dos tantos los obtenían Orellana y Charles, este último pidiendo perdón a su anterior afición. El Celta de Vigo lograba de este modo los deseados cuarenta puntos, a pesar de que todavía no parecían suficientes. El 25 de abril de este mismo año será recordado (especialmente por celtistas y culés) como un día triste y de luto. Aquel viernes se confirmaba el fallecimiento del excéltico Tito Vilanova, causado por una nueva recaída del cáncer de glándula parótida que el catalán sufría. En la jornada 35 Balaídos disfrutaba de un gran despliegue de goles y fútbol de salón. El conjunto gallego sellaba la permanencia con una aplastante victoria ante el Valladolid, por cuatro goles a uno, y rendía un último homenaje a Tito Vilanova. La afición celeste coreaba en dos ocasiones el cántico “golito de Nolito”, logrando el gaditano su segundo doblete consecutivo. Misión cumplida. El Celta aseguraba su presencia un año más en la élite del fútbol español. Los celestes vencían también en su visita a Pamplona (0-2), dejando al conjunto rojillo en una complicada situación. Manuel Agudo volvía a anotar dos goles en un mismo encuentro.

Comunión entre Celta y afición. (Foto: Tomás Rodríguez | VAVEL).

La siguiente semana estaría marcada por el encuentro entre Andoni Zubizarreta y Luis Enrique, en casa de este último. Reavivaban con fuerza los rumores acerca de la posible incorporación del asturiano al Fútbol Club Barcelona. Mientras numerosas fuentes de información afirmaban que se había pactado la contratación de Lucho, el técnico gijonés defendía que “todo son especulaciones”. Ese mismo domingo 11 de mayo el Real Madrid se despedía oficialmente del título de Liga tras caer derrotado por el combinado celeste en Balaídos, por dos goles a cero. Charles Dias lograba igualar la marca que Iago Aspas conseguía la anterior temporada, 12 goles, después de anotar dos dianas ante el conjunto madridista. Era el broche de oro a una buena campaña del Celta, que lograba la permanencia de manera más tranquila que en el anterior curso. Además, en los aledaños del estadio céltico se ponía punto y final a las celebraciones con motivo del noventa aniversario del club.

En la rueda de prensa previa al partido ante el Valencia, Luis Enrique anunciaba su marcha del Celta en compañía de Carlos Mouriño, quien confirmaba que “se cumplieron los términos del contrato". Al día siguiente, los célticos dejaban escapar los tres puntos en el último encuentro bajo las órdenes del asturiano. Iñigo López adelantaba al Celta poco después del comienzo del choque, pero Feghouli y Piatti finalmente regalaron a Mestalla la última victoria de la temporada. El Almería (17º) logró la permanencia con cuarenta puntos, por lo que los cálculos de Luis Enrique para no descender eran certeros.

Unos vienen y otros se van

Luis Enrique se despedía del club gallego y el Celta acentuaba la búsqueda de un nuevo entrenador. Ricardo Gareca y Eduardo Berizzo parecían partir con ventaja. El primero optó finalmente por rechazar la oferta del conjunto olívico y acabó llegando a un acuerdo con el club brasileño Palmeiras, mientras el excéltico parecía estar muy cerca de firmar con Universidad Católica de Chile. Desde Casa Celta comenzaron a barajarse otros nombres tales como Paco Jémez, Michael Laudrup o Quique Setién.

Después de numerosos encuentros y negociaciones, el Real Club Celta anunció el 19 de mayo la contratación del ‘Toto’ Berizzo como técnico celeste para las dos próximas temporadas. Poco después el Fútbol Club Barcelona daba la bienvenida a Luis Enrique, al mismo tiempo que afirmaba que Rafinha Alcántara volvería al conjunto blaugrana. El Celta ampliaba a su vez el contrato de Miguel Torrecilla para que permanezca en Plaza de España al menos dos temporadas más. Sin embargo, desde el conjunto vigués hacían saber a Mario Bermejo que no contaban con él de cara a la próxima campaña. El cántabro dice adiós al Celta después de tres temporadas rindiendo a un gran nivel, a pesar de no tener el final esperado. Desde que volvió de su lesión disputó un total de 324 minutos, sin llegar a ver puerta.

El "caso Welliton"

El ariete, que desde su llegada a Vigo no estuvo por la labor de sudar la elástica celeste, no tuvo tiempo ni ganas de demostrar que es "un futbolista que nos va a dar una variedad y una amplitud en el ataque importante", tal y como apuntaba Miguel Torrecilla tras hacer oficial la contratación del atacante. El propio Welliton prometía que iba a "trabajar duro para ayudar al club y darle mucha felicidad a los aficionados con los goles que voy a hacer". Sin embargo, el brasileño no cumpliría sus promesas. En los cuatro meses de vacaciones pagadas que permaneció en Vigo, marcados por sospechosas lesiones que le apartaban de las convocatorias, no dedicó fuerza y empeño para ayudar al club con su olvidada labor goleadora.

Cuando el periodo de cesión de Welliton estaba a punto de expirar y su nombre parecía comenzar a olvidarse, se coronó y ocupó la posición más alta del ranking de fracasos de Miguel Torrecilla. La madrugada del cinco de mayo una patrulla de la Policía Local sorprendía a un conductor que circulaba a gran velocidad por la calle Urzáiz hacia Gran Vía, con la música a un volumen excesivo y saltándose numerosos semáforos en rojo. Tras detener al vehículo, aquel peligro para la seguridad vial intentó escapar de cualquier problema con el sistema judicial español afirmando a uno de los agentes: "Soy Welliton, jugador del Celta". Sin embargo, el policía resultó no ser admirador del futbolista brasileño y decidió actuar tal y como exige el reglamento. Se sometió al ariete a una prueba de alcoholemia. En el primer test obtuvo la marca de 1,40 mg/l, estando muy cerca de quintuplicar la tasa de alcohol permitida en España.

Poco después fue sometido a un juicio en el que su abogado, en un intento en vano de justificar la acción del jugador, declaró que Welliton "estaba celebrando la permanencia del Celta". Finalmente fue multado con un año de invalidez de su permiso de conducción y una sanción económica de 9.000€. El club vigués filtró que el delantero sería penado con el mayor castigo que permite el régimen interno del Real Club Celta, aunque la directiva celeste todavía no se ha pronunciado acerca de este turbio asunto. Solamente Torrecilla se atrevió a confirmar que "no está cumpliendo con las expectativas".

Puntuaciones Real Club Celta 2013/2014: Luis Enrique

Puntuaciones Real Club Celta 2013/2014: porteros

Puntuaciones Real Club Celta 2013/2014: defensas

Puntuaciones Real Club Celta 2013/2014: centrocampistas

Puntuaciones Real Club Celta 2013/2014: delanteros