Categorizado como annus horribilis, el Valladolid recoge los podridos frutos labrados desde verano, volviendo a ser un equipo de Segunda División. El mal camino fue escogido al terminar el bueno, es decir, la temporada 2012/2013, cuando una prematura salvación alentaba a pensar que al siguiente curso, con la lección ya aprendida, los deberes se harían de manera satisfactoria y los pupilos, ahora de Juan Ignacio, querrían ir a por nota. El objetivo difirió mucho de alcanzar el sobresaliente, con el aprobado hubiera bastado, sin embargo, no se alcanzó el cinco y al Real Valladolid le ha tocado repetir curso.

El Granada fue el verdugo de un Valladolid, que, aún jugando en casa, se dejó ningunear por el compañero cafre que se examinaba de la reválida. Al final, los nazaríes pasaron de curso mientras pucelanos, rojillos y béticos aguardaron demasiado para hacerse con la simpatía de una severa profesora llamada élite. Ahora, con los numerosos errores sobre la mesa, los castellanos afrontan un verano duro, de reestructuración, siendo sabedores de que solo el más tonto tropieza dos veces en la misma piedra.

La entrañable transparencia de tu presencia, comandante Miroslav

Las razones del drama son tantas que se haría pesado contarlas todas, con unas pinceladas bastará: período de fichajes y banquillo, dos de las principales causas de que el equipo esté en la División de Plata. Con ellas empezó todo y, precisamente, ellas han acabado con todo. Si se remonta la vista a los estertores de la pasada campaña, se encuentra la calidez de una afición agradecida por la labor de Djukic de haber dejado al equipo salvado unas jornadas antes de la conclusión e instaurar una nueva concepción del fútbol en una ciudad que siempre se decantó por el estilo defensivo, tornándose ahora en dar espectáculo y mantener la posesión. La meta fue conseguida con gran éxito, aunque el buen hacer del balcánico le granjeó ofertas de diversos Clubes, entre los que se encontraba su querido Valencia, del que fue también jugador. La tentación vive arriba, y Miroslav no era de hierro. Todo terminó con la ruptura entre entrenador y equipo: el serbio marchaba a un grande, previas reprimendas del presidente.

Fue entonces cuando se inició la debacle, cuando dejó huérfano un banquillo que fue suyo durante dos años, estratificando un proyecto magnífico que posibilitó ascender épicamente y permanecer en Primera de forma anticipada y sorprendente. El grupo dejó de tener comandante, psicólogo, amigo, estratega y analista. La dirección del equipo castellano decidió emprender acciones legales contra Djukic por faltar a su lo escrito en su contrato, que rezaba un año más de compromiso con la entidad cárdena. El Valladolid, una vez más, embarraba el trabajo bien hecho y hacía salir por la puerta de atrás a uno de los entrenadores más queridos por el público de Zorrilla. Entretanto, Carlos Suárez sondeaba el mercado de técnicos, tomándose de forma muy personal la tarea de encontrar un nuevo mayoral. Las ofertas que se recibieron no fueron pocas, de hecho, llegó a sonar Maradona con mucha fuerza, y otros como Gregorio Manzano, Rubí, Torres Gómez o Lluis Carreras.

El reinado de la abulia

El fichaje de un nuevo técnico se demoró demasiado, hasta el punto de no ser confirmado hasta principios de mes de junio, cuando el nombre de Juan Ignacio comenzó a resonar en todos los medios. Definitivamente, y entre muchas dudas, el alicantino se incorporó como nuevo capitán del navío blanco y violeta, trayéndose a su lado a varios segundos de abordo. Su contratación suscitó gran cantidad de opiniones acerca de su valía dado que sus antecedentes como entrenador distaban de los de Djukic: el dar la cara mostrando un juego bonito contra el fútbol oportunista y defensivo, concepción de balompié que los jugadores de la plantilla, entonces actual, poco habían trabajado. Contra pronóstico, Juan Ignacio se amoldó al hábito impuesto por el serbio, aunque con no demasiada fortuna.

Las primeras salidas comenzaban a darse

El grupo se iba compactando de nuevo bajo las directrices del ex Levante y Cartagena mientras algunos salían de la disciplina morada, dejando su hueco libre para que llegaran nuevas incorporaciones. Así fue como Balenziaga, Dani Hernández (cedido), Sereno, Neira y Lolo se despidieron de sus compañeros en busca de más minutos, madurez futbolística o recalar en un equipo grande. Es así como el Valladolid comenzó a cambiar sin saberlo, a cambiar los aplausos por los pitos, las victorias por las derrotas, y la Primera División por la emponzoñada Segunda. Desde un principio, sus discursos fueron tibios, con el objetivo de ganarse a la afición pucelana, que veía en Juan Ignacio un intento de acercarse al que hasta hacía semanas había sido su héroe, Miroslav Djukic, mediante interminables ruedas de prensa que no dieron visos de que fuera un entrenador carismático y con garra, adjetivos que suelen tener los entrenadores recordados en la ciudad.

Poco, tarde y mal

Los nombres no paraban de revolotear por los foros y periódicos, incluso alguno que parecía ya cerrado, como el caso de Dejan Lazarevic –en el Chievo Verona–, dejaba cualquier información al nivel de rumor veraniego. Fue casi un mes después de la contratación de Juan Ignacio, cuando Marcos se dispuso a realizar su primera maniobra para maquillar el plantel pucelano. Mariño llegaba a la capital del Pisuerga procedente de Villarreal, en donde no había disfrutado de demasiados minutos en Segunda, por lo que en Primera, con la presencia de Sergio Asenjo, sus oportunidades de titularidad se reducirían a la Copa del Rey. Con un contrato bilateral en el que el gallego podría quedarse en Valladolid de forma fija según una serie de requisitos, aterrizó para hacerse desde el primer momento con la meta pucelana, en pos de Jaime, que volvía al banquillo tras una turbulenta temporada y de Dani Hernández, que apenas un par de días atrás había sido cedido al Asteras Trípolis por un par de años.

El siguiente en pisar tierras meseteñas fue el colombiano Gilberto “Alcatraz” García. Un fichaje que hizo mucha ilusión, pero en eso se quedó, en ilusión. Su condición de lateral derecho de endiablada velocidad, gran zancada y magnífico disparo lejano fueron las características que enamoraron a los simpatizantes del Club, quienes pronto se pusieron a revisar sus vídeos, habilidades y sondear el mercado de la Liga Postobón, es decir, la Liga colombiana, aquella de la que han salido los Higuita, Valderrama, De la Cuesta o el propio Harold Lozano, que fue quien recomendó a Marcos la contratación del zaguero procedente del Once Caldas.

El grupo iba tomando forma, dado que las salidas no habían sido excesivas en número y las incorporaciones, parecían, a priori, bastante caviladas y aceptables para conseguir de nuevo la permanencia. Los puestos que más falta hacía cubrir eran el centro de la defensa y el centro del campo ante las limitaciones que éste hasta entonces tenía: Álvaro Rubio muy veterano, Víctor Pérez que salía de lesión larga, Baraja como simple argamasa del grupo y Lluis Sastre, cuyo rendimiento, más bien calidad, depositó en el Zorrilla tardes esperpénticas. El nombre de Mitchell Donald, del Roda, empezaba a ser estruendoso y su fichaje parecía ya hecho, sin embargo, finalmente, no se pudo concretar nada y el Real Valladolid perdía la posibilidad de quedarse sin su deseado medio centro polivalente. Los extremos parecieron cubiertos con las confirmaciones de Valdet Rama, Omar Ramos y acaso Bergdich para la banda zurda y Ebert, puntal básico de la plantilla, y Larsson en la diestra, más la posibilidad de Alcatraz de ser reconvertido a corredor de fondo.

A finales del mes de julio llegó Zakarya Bergdich procedente del Lens francés, de la Segunda División como refuerzo para el lateral izquierdo. Ya en los primeros partidos se vio que sus nociones defensivas eran paupérrimas y en el puesto para el que se le había fichado, no iba a cuajar, por lo que Juan Ignacio, experimentando, lo introdujo como extremo amén a su velocidad y osadía. Experimento que, por cierto, salió bien. Sus ocho internacionalidades con Marruecos fueron decisivas para que Marcos se aventurara a ficharle.

Osorio fue la incorporación estrella, en el mayor desembolso pucelano

Ante la carestía de efectivos en punta de ataque, se volvió a recurrir a Harold Lozano para que algún cafetero con galones pudiera convertirse en blanquivioleta. Llegó así Humberto Osorio, tras un tira y afloja que se alargó alrededor de un mes entre el Real Valladolid y las empresas que tenían al delantero en su poder, un régimen habitual en los países de América del Sur. Sus goles le avalaban como titular indiscutible en el equipo y quizá jugador revelación de la Liga. Apodado “El Zorro” Osorio por la máscara que llevó algún tiempo, pisó Valladolid de forma débil, amedrentado por la presión de una competición mucho mayor que la Segunda División argentina –San Martín de San Juan– y por el cambio de aires y costumbres que suponía trasladarse al otro lado del charco.

(Foto: ABC).

Todo parecía visto para sentencia y la temporada podía arrancar, que el Valladolid, más mal que bien, iba a dar la cara. La portería estaba ya cubierta, al igual que una defensa yerma, dado que Peña podría ser reconvertido a central y Heinz recambio de Rueda o Valiente pero no había sustitutos contrastados y puros en dicha posición. En lo tocante al centro del campo, las bandas quedaban salvaguardadas; la punta, con Óscar haciendo de conexión entre la medular y la zona de ataque, también. Y en la faceta ofensiva, los tres killers: Guerra, Manucho y Osorio. ¿Qué quedaba? El medio centro.

La situación apuntaba a que la plantilla se quedaría como estaba a merced de la cercanía del cierre del período de fichajes, pero la cosa no quedó así. Indagando en las mieles del fútbol italiano, el último tren para conseguir ese anhelado medio centro pasaba por apelar a las buenas relaciones entre juventinos y pucelanos para que su joven pupilo, Fausto Rossi, cambiara su lugar de préstamo: Brescia por Valladolid. El jugador, internacional de la Sub-21 italiana llamado a ser Il Nuovo Pirlo, recalaba como última incorporación de socorro en un Club que, meses después, ardería en llamas. Su cesión no pilló de sorpresa al respetable pucelano, que ya sabía el gran interés que había en su contratación desde el verano anterior, cuando una inverosímil historia acerca de un fallo informático negó a Rossi la posibilidad de jugar en España.

El Valladolid, vendiendo en rebajas

Con el trío de arietes asentado, ahora desde las oficinas se buscaba una salida “real” para Manucho. Los gallos blancos de Querétaro, el Limassol chipriota y el Espanyol pusieron ofertas en la mesa para llevarse al angoleño de ficha inasumible, sin embargo, ninguna satisfizo a las altas esferas castellanas por la bajeza de los números propuestos. Al igual que a Manucho, se le intentó encontrar algún equipo que pudiera querer a Alberto Bueno, jugador versátil y de gran técnica que nunca acabó de cuajar en Valladolid, tachado siempre de blando y poco comprometido. En este caso, sí hubo comprador: el Rayo Vallecano. Los bucaneros se llevaban un muy buen fichaje a precio de ganga, 300.000 euros, arrebatándoselo a un Pucela de arcas caninas que buscaba quitarse de encima cuanto antes el peso económico que éste suponía.

El fútbol tiene su gracia, no solo en la clasificación liguera, sino también en el devenir de los jugadores. El madrileño pasó a ser del grupo de los segundones en un equipo de la zona baja de la tabla, a resultar salvador e indiscutible para un rival directo como el conjunto franjirojo. Y, cómo no, él mismo hizo un gol en Liga y otro en Copa del Rey a sus ex compañeros, sentenciando que el Real Valladolid sufre la Ley de Murphy, o bien, Paco Jémez obró el milagro.

Exotismo: un desastre

Mientras el mercado llevaba un trajín vertiginoso, el Valladolid seguía experimentando en los anexos con jugadores de discutible procedencia y discutible valía. Presentada fue la posibilidad de que Labinot Harbuzi, apadrinado cariñosamente por la parroquia albivioleta como Tocinete, volviera a intentar ganarse un puesto en una competida plantilla de Primera. Fue Djukic en su día quien no se achantó y abanderó esa frase que tanto ha corrido por las redes sociales de: “Esto no es un centro de estética”, refiriéndose al sueco, que venía pasado de peso y actualmente milita en un equipo de 4ª División Sueca. El caso principal no fue ese precisamente, que de haberse confirmado, hubiere sido un escándalo; aunque también de escándalo es la tragicomedia de Heinz Barmettler, un suizo-dominicano procedente del Vaduz que gustó en el stage de pretemporada y en sus entrenamientos precontrato, perfilándose incluso como titular, para después tornarse todo ello en comparsa y acabar jugando tan solo un encuentro. Son ya muchas las historias de este tipo: Neira, Razak, Harbuzi, y ahora el bueno de Heinz, que parece que, como no molesta ni se queja, seguirá vistiendo el peto azul que utiliza el Real Valladolid en los entrenamientos.

Heinz fue el fichaje erróneo de la temporada

De forma paralela al desastre de los jugadores exóticos y de la inmersión en el mercado veraniego, otros iban desfilando sin hacer demasiado ruido en Valladolid. Es el caso de Quique, delantero de la cantera que se marchaba sin demasiado adorno al Guadalajara –Club que ha sabido como sacarle rentabilidad, dándole confianza–, o Lolo, que marchaba al filial del Benfica después de recibir pocas oportunidades en el primer equipo, a pesar de que fue el que más minutos gozó. Actualmente Quique ya no milita en las filas alcarreñas, el Almería le ha fichado debido a su gran cuota de gol, siendo uno de los mayores anotadores de la Segunda B.

(Foto: El Norte de Castilla).

Con Fausto se cerraba el capítulo de fichajes, aunque aún coleaban algunos nombres de los que luego nada se supo. Empezaba la pretemporada, una pretemporada que auguraba un buen final de verano, aunque algunos no llegaban en plenas condiciones para jugar, como Larsson o Víctor Pérez y otros, directamente, no llegaban, como el caso del italiano.

Pretemporada en positiva

El 20 de julio el Real Valladolid empezó a rodar. Los campos anexos vieron el primer partido de pretemporada del equipo: Real Valladolid - Real Valladolid B. Un encuentro que, lejos de tener ninguna emoción, propuso pinceladas a destacar, como los tres goles de Ebert y su reafirmación como pilar básico en el vestuario. El 8-0 final dejó a los pocos espectadores presentes con buenas sensaciones, aunque ganar por menos goles, hubiera sido algo impropio.

La concentración tuvo lugar en San Pedro de Pinatar, dejando sensaciones positivas de cara a la temporada

Pocos días después la plantilla pucelana se desplazaba hasta San Pedro del Pinatar (Murcia), lugar elegido por Juan Ignacio para realizar su stage de preparación con todos los equipos que le han tenido como técnico. Las magníficas instalaciones permitieron a los jugadores ejercitarse en plenas condiciones, además de jugar sus correspondientes partidos, el primero frente a un 2ªB, el Huracán Valencia. El dominio visitante era claro, aunque las ocasiones no terminaban en buen puerto. Marc Valiente hizo suyo el primer gol, rematando una asistencia de Patrick Ebert, uno de los más activos durante los primeros compases. Manucho, ingresado en la segunda mitad, hacía el 0-2 y en los últimos minutos, el tanto local llegó en un fallo de coordinación entre Jaime y Carlos Lázaro. El partido no fue más que un mero entrenamiento con una intensidad mayor en el que el entrenador probó distintas dinámicas de juego, con Larsson en la delantera y después con los centímetros del ariete africano. Las pruebas, aunque fáciles, de momento, estaban saliendo bien.

El 27 acogía la segunda pachanga en la expedición blanquivioleta en Murcia, esta vez, frente al Elche, un rival de Primera. El resultado no hizo justicia al juego desplegado por los pucelanos. Un error de Mariño –su primer partido con la zamarra castellana–, y otro de Sastre avocaron al Valladolid a la derrota, aunque las sensaciones volvieron a ser positivas. Óscar puso el meritorio gol de la honra, aunque todos y cada uno se implicaron para que Juan Ignacio viera que no solo eran válidos para disputar la pretemporada, sino también la Liga. Destacó la introducción de Heinz en el once titular, al igual que en el partido anterior. La actuación del exótico jugador no decepcionó, todo lo contrario, daba la impresión de que el fichaje había sido un éxito.

Tan solo un día después, como si de la NBA se tratase, el Almería serviría como tercer contendiente en San Pedro del Pinatar. Cuarto de la pretemporada, y segundo de envergadura similar a la del Valladolid. El marcador rezaba un 0-2, conseguido gracias a los tantos de Manucho y Rukavina, en un partido en el que los andaluces no demostraron nada. Los belicosos jugadores vallisoletanos salieron al campo a demostrar lo que es un equipo cohesionado y bien trabajado, tanto en una alineación como en la otra. Ninguno destacó de manera negativa, todo lo contrario. La única pega, que la renta pudo ser mucho mayor. El Valladolid ya empezaba a pedalear sin ruedines, aunque meses después lo hiciera cuesta abajo y sin frenos.

Los de Juan Ignacio decían adiós a su estancia en tierras murcianas para recalar en Albacete y concluir así los partidos de preparación de julio en el Carlos Belmonte. El amistoso terminó con un merecido 1-4 que dejaba entrever las consecuencias de un trabajo que pareció bien hecho. El “sistema Djukic” siguió en pie, el buen juego, mantenimiento de la posesión, presión y rápidos contraataques fueron la inyección letal propinada a un Albacete que más que un rival digno pareció un juguete en manos de una talentosa punta de ataque con Javi Guerra como sargento. La primera plantilla carburaba a la perfección y se notaba en el ambiente una rivalidad sana por ser titular.

Con los deberes hechos, el Valladolid disputaba en tierras del norte de España el ya habitual Trofeo Ramón Losada frente al Sporting de Gijón. El delantero de Vélez-Málaga volvió a llevar la manija de la ofensa pucelana, destacando por ser el autor del único tanto visitante durante los 90 minutos. El equipo, al contrario que otros días, dejó de tener el balón y, desacostumbrado, se encontró perdido teniendo que correr tras éste. Los continuos entrenamientos, la acumulación de cansancio amén a los kilómetros recorridos y partidos jugados en pocos días, imposibilitaron la victoria pucelana en Luarca, aunque fue desde los once metros donde el Valladolid se impuso a los asturianos y volvió a llevarse el trofeo.

Para jugar el siguiente encuentro, los castellanos debieron coger el avión para aterrizar en Cerdeña, en la bonita ciudad de Olbia y encontrarse con su penúltimo escollo antes de encarar la competición liguera: el Cagliari. La alineación presentada por el cabecilla alicantino se fue definiendo respecto a la de anteriores disputas, esbozando ya cual serían sus elegidos de cara al partido contra el Athletic pese a las bajas de Rukavina, Ebert y Alcatraz por molestias. El calor fue el principal impedimento para que los pucelanos llegaran con claridad a la meta defendida por un acertado Agazzi. El espectáculo fue bonito dada la igualdad de los contendientes, aunque el gol no llegó a verse en el Bruno Néspoli.

El Real Valladolid se preparó a conciencia en los amistosos para el comienzo de Liga

También tablas se vieron en el último partido de pretemporada, frente al Osasuna de Mendilibar y Sisi, en El Plantío de Burgos. Ante 400 espectadores, los de Juan Ignacio despedían los primeros pasos, dubitantes al final, de su terna inicial por la permanencia. El encuentro comenzó balbuceante, con el Valladolid algo más incisivo, haciendo daño por las bandas, pero sin ese componente ofensivo que permitiera adelantarse en el marcador. Javi Guerra lo intentaba pero no veía portería, hasta que Jesús Rueda, cual delantero, puso el gol de la ventaja. Minutos después, con los castellanos relajados, los pamplonicas supieron como aprovechar su pasividad, haciendo el empate por medio de Onwu.

En síntesis, el Valladolid llegaba preparado a su cita con los bilbaínos, cuya pretemporada generó muchas dudas: derrotas contra Sestao y equipos de aparente menor nivel en la escena europea, además de su fracaso en la previa de la Europa League. Más allá de las cosechas negativas antes del pistoletazo inicial de la Liga, durante el curso, su actuación ha sido sobresaliente, tanto, que han acabado en puestos Champions después de muchos años sin tener tal mérito. Los albivioletas encaraban su primera prueba con la seguridad de haber cuajado una pretemporada aceptable, desplegando un juego convincente que no perdió la esencia instaurada por Djukic, sin embargo, su devenir en competición regular sería una historia bien distinta.

Inicio de la temporada: agárrense que vienen curvas

La columna vertebral que consiguió el ascenso y la permanencia con Djukic, permanecía intacta. Todos los protagonistas seguían vistiendo la cárdena, acompañados de nuevas caras que debieron ser de ayuda. Con el serbio a la cabeza de un proyecto alucinante, la Liga comenzaba divertida, con resultados abultados y, sobre todo, con el Valladolid dando la sorpresa de la mano del Rayo Vallecano, siendo las cenicientas, las comandantes de la clasificación. Una temporada después, todo volvía a dar comienzo, con tres nuevos aspirantes y tres que se dieron de baja de la elite para jugar en Segunda. Por aquel entonces, el Zaragoza fue la primera piedra de toque, en la presente, lo ha sido el Athletic. Los de Ernesto Valverde iban a ser unos aguerridos oponentes, más potentes que los maños, a los que los soldados de Djukic pudieron ganar fácilmente, encarrilando el inicio de temporada en Primera, sin embargo, ahora los soldados de Juan Ignacio no tendrían la misma suerte.

El Real Valladolid comenzaba la temporada recibiendo al Athletic

El partido daba comienzo con un buen gentío en las gradas. Los aficionados, azorados por la calidad del rival, animaban a un Valladolid que supo llevar por buen camino los primeros momentos del encuentro, siguiendo la línea de la pretemporada, es decir, manteniendo la posesión, dejando lugar a pocos fallos y jugando con cabeza. Los vizcaínos presionaban sin cesar, equilibrando la balanza cuando recuperaban el balón amén a su técnica y compenetración, adquiridas a lo largo de los años. En el minuto 28 se materializaron todas esas características con un gol de Susaeta tras saque de esquina.

El Valladolid pronto se ponía por detrás, tocaba remontar para empezar con el pie correcto. La igualada apenas tardó tres minutos en llegar, Patrick Ebert volvía a ser el héroe teutón que sacara a su equipo de los apuros de la derrota. Una magnífica asistencia de Óscar al centro del área permitía al de Postdam rematar muy fuerte el cuero para que Iraizoz no pudiera llegar a blocarlo, y el luminoso señalara entonces la remontada.

(Foto: Real Valladolid).

Tras el descanso, el Valladolid salió adormilado y amedrentado ante el poderío vasco, mucho más arrebatado que en la primera mitad. Cedió por completo la posesión a los rojiblancos, que pronto se volvieron a adelantar como consecuencia de un despeje errático de Marc Valiente. Muniain, que es un pillo, cazo la pelota muerta y la envió al fondo de las mallas defendidas por Mariño. Finalmente, los locales se desinflaron estrepitosamente y solo Rama, que salió sustituyendo a Omar, pareció albergar esperanzas de victoria. Con todo, el Athletic de Bilbao se llevó los primeros tres puntos de la temporada sin herniarse en la empresa, poniendo efectividad y parsimonia al asunto. Estreno suspenso para Juan Ignacio y sus hombres, que parecieron cansados y abotargados en la segunda mitad, dejándose llevar por los sinsabores de lo que sería una dinámica el resto de la temporada.

El entrenador alicantino sabía que empezar con una derrota nunca es cosa buena, y más aún si lo aderezas con dos seguidas en tu desvirgue en la ciudad del Conde Ansúrez, y así pasó, segunda decepción y primera fuera de casa, en el Madrigal. Juan Ignacio sorprendía alineando a siete defensas en posiciones diferentes, como Bergdich en el extremo zurdo o Rueda en el medio centro, además de la incursión de Heinz en el once titular en el que sería su primer y último encuentro con la camisola blanca y lila. Pronto llegó el inesperado gol, obra del incansable Javi Guerra a pase de la bala del Sahara, Zakarya. El Valladolid dominó los 45 primeros minutos de principio a fin, sin embargo, una falta inexplicable dentro del área de Alcatraz, que se estrenaba también con el equipo, propició la igualada de Gio dos Santos desde el punto de penalti.

Los capitaneados por Álvaro Rubio no se dejaron asustar por el buen hacer de los de Marcelino y siguieron cercenando la línea defensiva gualda, hasta tal punto que la insistencia se convirtió en acoso. Una vez más, el Valladolid pecó de valiente con todos los efectivos volcados al ataque, despoblando la zona de atrás y permitiendo que Cani, cuya calidad es indiscutible, cabalgara por la banda y colocara un disparo terrible entre los tres palos del meta gallego. Segundo partido, segunda derrota. Aunque aún era pronto para juzgar, las dudas sobrevolaban la Avenida del Mundial 82. Siguiente prueba: Getafe.

El partido cerraba un mes de agosto negativo en resultados, aunque positivo en cuanto a habilidades, automatismos y forma de juego se refiere. El Valladolid cuajó un encuentro redondo, acaso uno de los mejores de la temporada. Intensidad hasta el final, verticalidad, compenetración y unidad fueron las características que dotaron a los once protagonistas de la valía suficiente para alcanzar los tres primeros puntos en el casillero y salir de la zona de abajo. Un remate de Marc Valiente a saque de esquina puso el broche de oro en la conexión pucelana, aunque la cereza que corona el pastel hubiera sido una mayor efectividad de cara a gol y, con ello, una victoria más abultada para ganar en confianza. El Getafe apenas asustó a los zagueros pucelanos, que ya mostraban una imagen mejor que la de Villarreal, en donde reinó la anarquía. Los madrileños no dispararon a puerta en todo el partido y no tuvieron ocasión de hacerse con la pelota, síntoma de que el trabajo de Juan Ignacio empezaba a ser fructífero.

(Foto: Real Valladolid).

En el Martínez Valero, frente a los que, en principio, serían candidatos a volver a la División de Plata, el Valladolid intentaría demostrar su superioridad con el objetivo de acercarse a las posiciones calientes de la tabla. El partido fue muy tedioso, con alto predominio de las labores defensivas y una notable actuación de los porteros, Manu Herrera y Diego Mariño. El Elche fue ligeramente superior y llevó más peligro en ataque, embestidas que los de línea de atrás morada supieron subsanar. Los puntos quedaban repartidos, aunque a los locales les vino mejor que a los visitantes, que a la semana siguiente recibirían a un Atlético de Madrid en racha, una racha de se alargó hasta el final de la Liga.

Los colchoneros iniciaron su expedición hasta la capital castellana arropados por buena parte de su afición. Como era de esperar, los del Cholo batallaron para prolongar su momento dulce y combatir el primer puesto al Barcelona. El Valladolid supo como parar las numerosas ocasiones de los atléticos en ataque, aunque tanto va el cántaro a la fuente, que, al final, se rompe. En la primera parte, el cántaro aguantó, aunque fue fisurándose por la base debido a las incursiones por banda de Filipe Luis y de la agresividad atacante de la dupla Raúl García-Diego Costa. Los de Juan Ignacio Martínez sabían que iba a ser un partido correoso, en el que cada minuto parecerían tres y serían un suplicio. Todos los hombres de blanquivioleta corriendo tras un balón en los pies de algún rojiblanco, que solía ser Arda o Koke, y alguna vez, en los pies de Ebert, que no estuvo fino. La caja de Pandora a punto estuvo de abrirse en el 35, cuando Godín disparo al poste.

El Atlético de Madrid no dio opción

El cántaro no aguantó con grietas hasta la conclusión del encuentro y acabo cediendo en el minuto 56 por medio de Raúl García, que cabeceaba sutilmente un balón aéreo de Koke. El agua se derramaba por el césped pucelano y los jugadores no sabían como recogerla. Ellos, ya desalentados, no encontraron manera de frenar los ataques capitalinos, cada vez más fieros. Diego Costa sentenció el partido y mató cualquier oportunidad de remontada de sus ex compañeros. Tercera derrota y el Valladolid empezaba a coquetear con unos puestos de descenso que fueron su quimera hasta el final de la campaña.

El sobrenombre de “el rey del empate” comenzó a fraguarse a partir del encuentro que enfrentó a los de Juan Ignacio con el ex equipo de éste, el Levante. Ninguno de los dos mostró su mejor clara, y aunque hubo oportunidades, el partido producía bostezos, sobre todo en el transcurso de la segunda mitad. El senegalés Baba hacía el primero para el Levante después de un infortunio en la defensa pucelana. El de la igualada fue de Javi Guerra, un gol de auténtico killer. Embolsa la pelota, la esconde, se escora y dispara sin que ningún oponente frene la potencia que el disparo llevaba, naturalmente, Keylor Navas no pudo hacer mucho. El Ciudad de Valencia enmudecía, hasta que al terminar los primeros 45 minutos, la afición claudicó y dejó de animar a sus jugadores: una mala decisión de Hernández Hernández pudo hacer que los locales se adelantaran desde los once metros. Mariño lograba atajar el penal a Ivanschitz, dejando el marcador tranquilo. Eso sí, Bergdich se ganó injustamente la roja por una falta inexistente y el resto del partido los granotas lo pasaron con superioridad numérica, aunque no supieron aprovechar la ventaja de efectivos.

La séptima jornada cerraba el mes de septiembre, es decir, la primera recta de la temporada antes de que vinieran serias curvas. El Valladolid recibía al Málaga, que no había empezado del todo bien, con Schuster, muy criticado, a la cabeza de un proyecto que incluía a muchos jóvenes como pilares fundamentales de la reorganización del equipo tras la desbandada veraniega. El partido fue desde el comienzo bronco y la disputa empezó a teñirse de celeste, azul oscuro en esa noche septembrina. El primer batacazo lo asestaba Roque Santa Cruz, antiguo delantero con novias internacionales que, últimamente, está en horas bajas.

(Foto: Eurosport).

El Valladolid un día más comenzaba yendo por detrás en el luminoso. La situación empezaba a disgustar al respetable pucelano, escaso en las gradas, apenas 10.000 se acercaron a ver a su equipo. Los albivioletas se vinieron arriba y revirtieron la situación nada más comenzar la segunda parte. Primero Javi Guerra cabeceaba magistralmente un saque de esquina botado por Patrick Ebert para poner el empate, mientras que el segundo, pocos minutos después, llegó de la mano de Osorio, más bien de su pubis, que fue con lo que, acertadamente, logró rematar a gol y dejar estupefacto a Willy Caballero. La entrada de Paulowski noqueó a los jugadores de Juan Ignacio. Instantes después de ingresar en el terreno de juego por Morales, fue él quien, apelando a la épica, arrancó un punto de las baldías tierras pucelanas mediante un gol de libro y clase, empalmando el esférico de manera impresionante y silenciando cualquier cántico de los ultras violetas.

El Real Valladolid empezaba a oler a chamusquina y no era casualidad. Faltaban por pulir cosas muy básicas, y ya fue tarde cuando se encontró la necesidad de fichar hombres del centro del campo y de la zaga, ante los deleznables partidos que Jesús Rueda estaba completando. Por otro lado, Ebert aliñaba la ensalada de malos augurios con unos primeros encuentros que distaron mucho de lo visto el año anterior y que desembocarían en una pronta ruptura con el Club, además del esperpento que era la banda zurda pucelana con Omar Ramos como dueño de ésta. Un jaleo irresoluble que ha defenestrado al Valladolid antes de tiempo.

Víctor Pérez continuaba su calvario

El mes de octubre empezaba de manera muy complicada para los intereses del club albivioleta, puesto que Víctor Pérez, uno de sus estandartes en el centro del campo, tuvo que ser intervenido en el quirófano para ponerle solución a la fisura por estrés que padecía en la tibia de su pierna izquierda. Esta operación supuso que el futbolista manchego tuviese que estar fuera de los terrenos de juego hasta enero, lo que sin duda significaría una baja muy sensible que afectaría a la planificación de la temporada que Juan Ignacio Martínez había realizado nada más arribar a orillas del Pisuerga. Además, otros integrantes del primer equipo como Daniel Larsson, Álvaro Rubio, Óscar o Lluís Sastre tampoco estarían en óptimas condiciones de viajar a la Ciudad Condal para medirse al Barça, por lo que los pucelanos llegaban en horas bajas a un duelo que se antojaba realmente complicado.

Javi Guerra adelantó al Real Valladolid en el Camp Nou

No obstante, el Real Valladolid se presentó al Camp Nou sin nada que perder y mucho que ganar. La contienda se puso de cara para los visitantes gracias a un certero cabezazo de Javi Guerra a la salida de un córner botado por Patrick Ebert, un testarazo ante el que nada pudo hacer Víctor Valdés para impedir que se colara en el fondo de su portería. Alexis Sánchez devolvería la igualdad al electrónico a los pocos minutos, aunque el choque se iría al descanso con empate en el marcador y con la sensación de que el conjunto castellano podía hacer mucho daño al contragolpe a los culés. Pero la realidad fue muy distinta en la segunda mitad, una situación que tranquilizó a los aficionados barcelonistas sobre todo al comprobar que sus jugadores no se dejaron amedrentar por un rival teóricamente inferior. El partido acabaría con un claro 4-1 a favor de los del Tata Martino, si bien es cierto que la imagen desplegada por los blanquivioletas agradó a los hinchas que se desplazaron hacia tierras catalanas.

Con motivo de las dos semanas de parón que se iban a producir en la competición, el Pucela se disponía a afrontar el envite contra la Ponferradina perteneciente a la V edición de la Copa Castilla y León. La idea de este duelo era no perder en demasía el ritmo alcanzado en la primera parte del curso, aunque desde el principio se comprobó que los vallisoletanos no tenían intención de forzar más de lo aconsejable. Así fue como su adversario le endosó tres goles en apenas media hora de juego, algo propiciado por la falta de intensidad y por un once atípico en el que destacaba la presencia de un gran número de canteranos. Ese jarro de agua fría despertó de inmediato al equipo presidido por Carlos Suárez, una mejoría palpable en el campo y que se tradujo en forma de una diana desde el punto fatídico materializada por Alcatraz. Aun así, el 3-1 que reflejaba el luminoso tras el pitido final del colegiado dejaba a los suyos sin aspiraciones de poder continuar en el torneo.

La enfermería pucelana estaba abarrotada

Las malas noticias proseguían en forma de lesiones, debido a que en esta ocasión sería Humberto Osorio quien se vería obligado a ingresar en la enfermería como consecuencia de una rotura de fibras en el recto anterior del cuádriceps de su pierna derecha. El delantero cafetero causaría baja hasta noviembre, por lo que tanto Javi Guerra como Manucho serían los encargados de asumir la responsabilidad de liderar los registros anotadores del cuadro albivioleta. También se produjo la recaída de Heinz Barmettler en un entrenamiento, una cuestión que provocó que el suizo-dominicano tuviese que permanecer apartado del trabajo del grupo durante quince días. La nota positiva la puso Larsson al unirse de nuevo a sus compañeros, una vez que el extremo pudo sobreponerse de las dolencias que arrastraba desde hace bastante tiempo.

El Pucela afrontaba el partido contra el Sevilla con las ausencias confirmadas de Víctor Pérez, Óscar, Heinz y Osorio, lo que iba a originar que el míster tuviera una serie de quebraderos de cabeza para perfilar un bloque compacto de cara al compromiso ante el equipo de Nervión. El choque empezó muy mal para los castellanos, dado que los hispalenses dieron dos zarpazos en la media hora inicial merced a los goles marcados por Carlos Bacca y Alberto Moreno. La respuesta de la afición y de los futbolistas no se hizo esperar, volcándose al ataque en los segundos 45 minutos y consiguiendo salvar los muebles en los instantes definitivos de la batalla a través de un auténtico milagro. En dos acciones prácticamente seguidas, primero Manucho con un gran cabezazo y posteriormente Ebert por medio de un magistral lanzamiento de falta permitieron que los pupilos de Juan Ignacio obtuvieran un punto cuando todo parecía perdido.

La semana siguiente comenzaba con la duda de si Álvaro Rubio podría estar disponible para la confrontación con el Rayo Vallecano, ya que el '18' blanquivioleta terminó la cita frente al Sevilla con una distensión en la cápsula del tobillo derecho, unas molestias que le impidieron ejercitarse con el resto del equipo en la sesión realizada en Laguna de Duero. El que no iba a estar seguro contra los franjirrojos sería Sastre, quien todavía permanecía aquejado de la lesión que sufrió en la víspera del duelo ante el Barça y tuvo que retirarse de un entreno previo al viaje a Madrid aquejado de un fuerte dolor en el aductor de su pierna derecha. Esta vez la alegría la iba a protagonizar Óscar, después de que el salmantino se reincorporara al trabajo del grupo y se pusiera a entera disposición del cuerpo técnico.

El Real Valladolid ganó su primer y único encuentro fuera de casa en Vallecas

El encuentro disputado en el Estadio de Vallecas supuso el más brillante del Real Valladolid hasta esa fecha en la temporada 2013/2014. Los pucelanos salieron al campo siendo muy conscientes de la complejidad de su situación, sobre todo porque los hombres de Paco Jémez se caracterizan por motivarse mucho delante de su afición. Sin embargo, el bando castellano no se amilanó en ningún momento y puso tierra de por medio gracias a un tremendo zapatazo de Ebert que se coló por la escuadra de la portería defendida por Rubén. Javi Guerra ampliaría la diferencia en el marcador antes del descanso, mientras que Daniel Larsson pondría la puntilla tras la reanudación al beneficiarse de un error garrafal de la defensa local. Victoria por cero goles a tres en un escenario hostil, lo que sin duda iba a reforzar bastante la moral de un vestuario que estaba algo afectado por cómo se estaba desarrollando hasta ahora el campeonato.


Lo único negativo del choque contra el Rayo fue la lesión de Manucho, debido a que el ariete angoleño sufrió un golpe con un adversario que le propició una fisura en el quinto metatarsiano de su pie izquierdo. Por lo tanto, el jugador iba a ser baja en las próximas tres jornadas ligueras de los pucelanos, las cuales iban a suponer un tramo importante del curso futbolístico al tener que medirse a la Real Sociedad, Almería y Valencia. Otro contratiempo sería la recaída de Óscar, quien debería estar en el dique seco durante varias semanas al resentirse de la microfractura trabecular experimentada en la meseta tibial externa de su pierna izquierda, tal y como confirmaron los doctores al realizarle las pertinentes pruebas médicas.

Nueva remontada, con amargo sabor final

El conjunto vallisoletano llegaba al compromiso frente a los donostiarras con la moral por las nubes al conseguir un triunfo balsámico en Vallecas, un hecho que sería fundamental para afrontar una campaña que se preveía realmente igualada y apretada en la zona más comprometida de la clasificación. La Real Sociedad tomó clara ventaja en el electrónico mediante un doblete transformado por Antoine Griezmann, aunque el Pucela revirtió la tesitura y empató el partido gracias a los tantos de Larsson y Javi Guerra en tres minutos mágicos. Esta remontada volvió la vista atrás a la conseguida hace poco más de una semana en el José Zorrilla ante el Sevilla, pero la euforia pudo ser mayor que contra los andaluces cuando el árbitro señaló el punto fatídico porque un defensor txuri-urdin cortó la trayectoria del esférico con su brazo. Ebert tiraría de galones para efectuar el disparo, un chut que no fue para nada afortunado y que fue atajado sin demasiadas complicaciones por Claudio Bravo.

La resaca de la dura pelea con las tropas de Jagoba Arrasate hizo que la presencia de Javi Guerra en el siguiente encuentro peligrara en ciertos momentos, pero definitivamente el máximo artillero nacional por aquellas fechas pudo recuperarse y estaría presente en el duelo en los Juegos Mediterráneos frente al Almería. Marc Valiente no se ejercitó en el último entrenamiento del mes de octubre por precaución, teniendo de hecho la mirada puesta en el envite del 2 de noviembre en tierras andaluzas. Después de un partido en el que Muñiz Fernández desesperó constantemente a los componentes del cuadro pucelano, la contienda se decantó del lado rojiblanco por medio de un gol anotado con Rodri al ayudarse con la mano, una jugada que debió ser invalidada y que acabó con las opciones de los albivioletas de sumar algo positivo en dicho encuentro.

Patrick Ebert fue expulsado por tener sus más y sus menos con el cuerpo arbitral, por lo que el alemán no tendría la oportunidad de ayudar a sus compañeros en el importante choque que debería encarar el Pucela en Mestalla contra el Valencia. Heinz entraba ya en la fase definitiva para ultimar su recuperación, junto con la cuestión de que Rukavina y Larsson abogaban por la unión del grupo en todo momento. El lateral serbio y Valdet Rama tendrían que acudir a la llamada de sus selecciones internacionales, mientras que el sorteo de la Copa del Rey deparó que el Real Valladolid se tendría que ver las caras con el Rayo Vallecano en dieciseisavos de final.

El Pucela arrancó un empate de Mestalla

El partido en el feudo ché transcurriría con más equidad de la prevista en principio, algo que vino producido por la enorme intensidad y la ilusión que mostró el conjunto castellano desde que el trencilla indicó el arranque del encuentro. Banega desperdició en los primeros minutos la oportunidad de adelantar a los valencianistas, ya que mandó a las nubes un penalti después de tener casi batido a Diego Mariño. Javi Guerra y Gilberto Alcatraz fueron los goleadores blanquivioletas aquella tarde, mención especial para el colombiano al darle al pichichi de los pucelanos una excelente asistencia. Pabón y Feghouli anotaron las dianas de los locales, un duelo que finalizaría con empate a dos en el marcador y que fue muy emotivo al significar el reencuentro de Miroslav Djukic con el que había sido su club a lo largo de las últimas dos temporadas.

Derrota en Zorrilla para comenzar a edificar un fortín

El equipo pucelano pasó entonces a centrar toda su atención en el próximo encuentro de la competición, el cual le iba a medir frente a Osasuna en la capital de Castila. Manucho, Víctor Pérez y Óscar continuaban aquejados de sus respectivas molestias, mientras que Omar Ramos, Valdet Rama y Álvaro Rubio ya se encontraban en plenas condiciones para ponerse nuevamente bajo las órdenes del míster. Además, se produjo la llegada al conjunto vallisoletano de Jaouad Zairi, extremo internacional con la selección de Marruecos y pasaporte francés que venía procedente del Al Nasr Salalah. No obstante, la idea era que únicamente se ejercitara con el resto de integrantes de la escuadra albivioleta para comprobar su nivel de cara a un posible fichaje en el futuro.

Le derrota ante Osasuna dio lugar a una racha extraordinaria en Zorrilla

Los jugadores estaban muy preparados para disputar el compromiso contra el cuadro rojillo, con la incertidumbre de si Rukavina podría salir en el once titular al haber sufrido algún que otro contratiempo a lo largo de toda la semana. Después de un partido realmente igualado y en el que los locales hicieron todo lo posible por derrocar a su rival, un contragolpe realizado a las mil maravillas por los pupilos de Javi Gracia acabó de amargar la noche a la parroquia pucelana justo en el tramo definitivo de la contienda. Oier Sanjurjo fue el encargado de empujar a la red un centro colgado desde el costado izquierdo, lo que supuso un serio varapalo en las aspiraciones de los blanquivioletas por seguir escalando puestos en la tabla liguera.

(Foto: EuroSport).

Por si la derrota fuera poco, Patrick Ebert debería guardar un partido de sanción al ver la quinta amarilla del curso futbolístico y no podría asistir al Santiago Bernabéu para verse las caras con el Real Madrid. En cuanto a la actualidad de la entidad, la Junta General Ordinaria se celebraría el 27 de diciembre y la penúltima jornada de la primera vuelta, un duelo importante contra el Real Betis, tendría lugar el 4 de enero de 2014 en el Nuevo José Zorrilla. Valdet Rama no acudiría al campo merengue por unas molestias musculares, aunque Manucho sí que logró recuperarse y entrar en la lista de convocados de Juan Ignacio Martínez. Aunque el choque no tuvo mucha historia, debido a que un hattrick de Gareth Bale, quien también repartió una asistencia a Karim Benzema, dejó completamente noqueado al Real Valladolid e hizo que el electrónico luciese al final de la confrontación un significativo 4-0.

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El Real Valladolid 2013/14

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- Mejores jugadores de la temporada: Álvaro Rubio y Javi Guerra.

- Peor jugador de la temporada: Óscar González.

- La afición, animando hasta el final.

Autores: Pablo Merino García | Pedro Parra Gómez | Jose María Gangoso Rosón | Sergio Soto Negro | Sergio Juárez Verdugo