El Real Valladolid B y la U.D. Somozas se jugaban el domingo, el ascenso a la división de bronce del fútbol español. Tras el 3-1 conseguido en los Anexos al Estadio José Zorrilla, el segundo y decisivo encuentro se jugaba en el Campo Municipal Pardiñas de Somozas. El balón estaba listo para echar a rodar.

Las piernas flaquean, los nervios recorren el cuerpo con el que tienes que defender, durante los próximos 90 minutos, el resultado que has conseguido ante los tuyos. Miras a tus compañeros, esos diez que se han convertido en amigos, con los que has compartido una temporada dura. Estáis ante el partido más importante de la temporada, ojalá, el último. El que puede hacer que os colguéis la medalla de oro, para ser de bronce. El que puede significar decir adiós a la Tercera División, para dar la bienvenida a la Segunda División B.C

Julio y Luis Ángel: cara a cara final

Lo vivido en los últimos instantes en Somozas quedará en el recuerdo. Los ojos de los espectadores que se dieron cita en Pardiñas se centraron en dos botas y dos guantes. Luis Ángel, máximo goleador del conjunto gallego, recogía el balón y lo colocaba sobre la línea. A once metros y bajo palos, se encontraba Julio, portero menos goleado de la categoría.

En ese momento, el electrónico señalaba un 2-1 y tres minutos para el final del encuentro. Y de la eliminatoria. Un gol, el que tenía en sus botas el delantero gallego, regalaba al público treinta minutos de prórroga. Pero fue la parada de Julio la que regaló a los pucelanos la única alegría de la temporada.

Primer golpe, primera parte

Sentarse y levantarse, en apenas un minuto. A los 45 segundos de juego, el conjunto gallego mandó el primer aviso. El jugador del equipo local Heber, en posición de fuera de juego, mandaba el primer balón del partido al fondo de la portería defendida por Julio.

Primer aviso y primer susto en el banquillo pucelano. Y primera vez en la que realmente, los aficionados del Somozas confiaban en la remontada de su equipo. Una confianza que se encargó de afianzar minutos después Antas. Una jugada que partió desde el lateral derecho terminó en el área blanquivioleta. Antas, con un perfecto remate de cabeza, subió el primer tanto al marcador.

La siesta de los veinte minutos

Los expertos lo aconsejan. Dormirse veinte minutos trae beneficios para la salud. El problema para el conjunto de Torres Gómez fue que los de Michel Alonso no se la echaron. Y sacaron ventaja de ello. El otro problema, es que la castellana duró veinte minutos. Si bien durante esos primeros compases, el Somozas sometió a los pucelanos a un juego duro, con poca continuidad. Y donde las faltas –y las tarjetas- fueron las protagonistas.

Los blanquivioleta no encontraban su fútbol. Como si fuera un reflejo de la temporada, el Promesas no encontraba su lugar lejos de los Anexos, donde esta temporada se hicieron fuertes. En cada balón, en cada pelea, se encontraba uno de ellos, para ganarle la partida. Les ganaron la partida y ellos perdieron los nervios, que terminaron por verse encerrados en su propio área.

Conforme pasaban los minutos de una eliminatoria que se antojaba sufrida, los locales se vieron obligados a reducir la intensidad. Restaba mucho al partido y la presión sería necesaria hasta el último minuto. Un gol más les daba el ascenso.

Todo por decidir

El marcador no se movió y tampoco hubo cambios.  Tras el descanso, los veintidós jugadores salieron a jugar los 45 minutos que le restaban a la eliminatoria. Pardiñas iba a saborear la misma situación. Cuando la gente buscaba su asiento, el Somozas amplió las diferencias. Segundo gol que hacía el ascenso realidad para u equipo que ni siquiera soñaba, hace nada, que se podía conseguir. En el minuto 52, un nuevo cabezazo, esta vez de Baleato, enviaba el balón al fondo de la red de Julio.

Corazón y cabeza

El Estadio de Pardiñas lloraba entonces de alegría. Una emoción que pronto desapareció en botas de Rubén Díaz y Anuar. El Promesas tenía que reaccionar, en un momento en el que el ascenso se encontraba a un tanto.

El granadino cogió el esférico en el lateral izquierdo. Se fue de uno y de otro, hasta que la portería parecía clara. No encontró portería, pero sí rival. Y el rechace cayó en gracia de Anuar. No se lo pensó dos veces y con un gran derechazo, puso el balón donde quería. Con algo de fortuna, pues el esférico golpeó en la espalda de Rubén Díaz y pudo despistar a Abraham.

Lo vivido en los últimos instantes en Somozas quedará en el recuerdo. Unas claras manos de Jorge Pesca en el minuto 87, pusieron la emoción final al partido. Los ojos de los espectadores que se dieron cita en Pardiñas se centraron en dos botas y dos guantes. Luis Ángel, máximo goleador del conjunto gallego, recogía el balón y lo colocaba sobre la línea. A once metros y bajo palos, se encontraba Julio, portero menos goleado de la categoría. Parada que significa la despedida a esa misma categoría.

No es que el Promesas hiciera bueno el resultado cosechado hace siete días en un feudo que sigue guardando el secreto. Es que hizo buena una temporada en la que quedó escrito que el secreto era acabar siendo de Segunda División B.

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Sobre el autor
Rebeca Díez
De la generación del 94. Periodismo en la Universidad de Valladolid. Por mis venas fluyen la sangre azulgrana y blanquivioleta. Siempre, siempre con un objetivo en la vida. “Ir, ver, oír, volver y contar”. Twitter: @rebequitaa94