Al Deportivo le gusta hacerse esperar. No es simplemente la sensación que desprende su trayectoria reciente en Liga, sino también la de sus últimas temporadas, en las que el conjunto blanquiazul se ha acostumbrado a mantener en vilo la consecución de sus objetivos hasta el tramo final de la competición. En esa rutina que este año parece haber exprimido al máximo la paciencia de la hinchada deportivista, el factor común a la hora de afrontar el momento decisivo ha sido Riazor. El feudo de los herculinos ha asistido en las cuatro últimas campañas a cómo el Deportivo se juega el todo por el todo en su propia casa, una tesitura que podría volver a repetirse este fin de semana con la crucial visita del Jaén.

La llegada del conjunto andaluz supone una prueba de fuego para la plantilla deportivista, que desde su victoria en Mallorca se ha olvidado de poner una marcha más para encarrilar un ascenso que cada semana se ha ido encareciendo progresivamente. Ahora, los hombres de Fernando Vázquez saben que sólo un punto les separa de acompañar al Eibar a la máxima categoría, pero también que sus dos últimos rivales -Jaén y Girona- no perdonarán nada. En ese sentido, la historia de los encuentros que han marcado la situación actual del club invita a amarrarse a la prudencia. Hace poco más de tres años, el Valencia mandó a los coruñeses a Segunda tras un partido en el que los hombres de Miguel Ángel Lotina dependían de sí mismos, una circunstancia que se ha dado también en las tres temporadas siguientes. El 0-2 anotado por Soldado en los instantes finales del partido silenció Riazor y dio la puntilla a un año verdaderamente complicado para la entidad presidida en aquel entonces por Augusto César Lendoiro.

La vuelta del Deportivo a la división de plata no dejó atrás las emociones. Hace dos años y aproximadamente por estas fechas, José Luis Oltra lograba devolver a los herculinos a la Liga BBVA tras dejar atrás un comienzo irregular repleto de dudas que, sin embargo, no volvieron a repetirse hasta las tres últimas jornadas, en las que el líder de la categoría no pudo certificar el ascenso en Chapín tras un gol de Maldonado en los últimos compases de la segunda parte que dejó el 3-2 en el electrónico a favor del Xerez. Así, los coruñeses tuvieron que salir a por los tres puntos en A Coruña ante un Huesca que, pese a ya estar con cierta ventaja respecto a la zona de descenso, complicó mucho las cosas a los blanquiazules, poniéndose incluso por delante en el marcador con un tanto del ahora deportivista Antonio Núñez. El tanto final de Xisco hizo explotar de alegría al equipo y la afición, sabedores de que la hazaña no había sido sencilla de culminar.

No obstante, y una vez más, Riazor volvió a quedarse helado el 2 de junio de 2013, cuando el Deportivo, que volvía a partir de inicio con la certeza de que una victoria le otorgaría una más que sufrida permanencia, sucumbió ante una Real Sociedad que perseguía el sueño de la Champions League. Un solitario gol de Griezmann certificó el segundo descenso del Deportivo en apenas tres años, un momento difícil que dolió el doble por la extraordinaria voluntad mostrada por el equipo para aferrarse a la categoría con la llegada de Fernando Vázquez. Una vez más, A Coruña asistió a cómo su feudo determinaba el destino final del club de su ciudad.

Curiosamente, este sábado 31 de mayo puede volver a vivirse una situación similar. El Jaén, uno de los equipos que más hizo sufrir al Deportivo este año con su juego, busca dar el penúltimo paso para sellar su continuidad en la Liga Adelante. Con 48 puntos, el conjunto de Manolo Herrero tiene ante sí la oportunidad de dar un impulso a sus aspiraciones y acudir a su última cita como anfitrión ante el Alavés con parte de los deberes hechos, por lo que el duelo ante los hombres de Vázquez se antoja decisivo para ambos. Con el Deportivo a sólo un punto de la frágil frontera a Primera División, Riazor puede volver a ser juez de la categoría. Un año más.