La nave blanca atracaba en los puertos de la vieja Europa después de una larga travesía de doce años por los mares de la adversidad. Como le sucediese al mismísimo Homero en la Odisea, los amaneceres en calma existieron con las treguas que concedieron otros títulos pero ni siquiera en la celebración de aquellos, la nostalgia por la Champions se ausentó del todo. Los ecos de las glorias continentales azuzaron siempre el corazón de los particulares navegantes blancos, en busca de una Ítaca que hallaron en una final de simbología náutica, como no podía ser de otro modo en la ciudad de Lisboa, cuna de grandes navegantes y patria amante de sol y Atlántico. La Décima se unía a la conquista del Rey en un doblete al que le faltó la Liga, un campeonato que se escurrió a falta de apenas dos jornadas para su conclusión. Los blancos llegaron mermados a puerto, sin uno de sus objetivos en la flota pero lo hizo victorioso y con la sensación de un regreso que su afición aguardaba desde hacía mucho tiempo, más allá incluso de los títulos en sí. Una percepción, una actitud, un ideal. Un modo de vida.

Punto de inflexión

La llegada de Carlo Ancelotti el pasado verano tenía como fin principal devolver a su cauce unas aguas especialmente revueltas, que habían terminado por convertirse en un plus de dificiultad para los objetivos del equipo. El fraccionamiento en el vestuario y la división en la grada amenzaban con converitrse en los mayores rivales del Real Madrid a todos los niveles y el polvorín acabaría de estallar con el desangelado palmarés de un equipo que sólo había logrado alzar la Supercopa de España ante el eterno rival, el FC Barcelona. Si bien la llegada del técnico luso había servido para reconquistar parcelas perdidas tiempo atrás, también lo hizo para perder otras tantas, un balance que solicitó de la intervención de quien muchos calificaron como 'el Pacificador'. Y no puede decirse que el remedio fuese malo.

Ancelotti ha sabido gestionar la siempre complicada temporada previa a un Mundial

Carlo Ancelotti ha sabido gestionar la siempre complicada temporada previa a un Mundial, donde la mente de los futbolistas, de forma inevitable, toma plena conciencia de que al final de la larga travesía de las competiciones de clubes, aguarda la cita futbolística más grande del planeta. Dosificar a los jugadores para afrontar con plenas garantías una campaña de 60 partidos, vaciándose, con un Mundial en la lontanaza no se antoja tarea sencilla y es algo que el técnico italiano del Real Madrid ha sabido hacer, dotando al mismo tiempo al vestuario de un aire renovado y de un sosiego que se antojaba más que necesario frente a la convulsión generada por propios y extraños.

Refuerzos desde 'La Fábrica'

Tres canteranos en el primer equipo

La complicada llegada de Carlo Ancelotti al Real Madrid, una vez solventadas las dificultades que el París Saint Germain había puesto para el fichaje del entrenador italiano por el club blanco, trajo consigo una serie de refuerzos con base en la cantera 'merengue'. De esta forma, Nacho y Jesé pasaron a ser, de forma definitiva, jugadores del primer equipo, al igual que Casemiro, que había llegado cedido una temporada antes, procedente del Sao Paulo y cuyo derecho de compra estaba supeditado a subir al primer equipo. Desde Alemania era otro canterano, Dani Carvajal, el que regresaba a filas blancas tras un año extraordinario en el Bayer Leverkusen, curtiéndose y madurando un juego del que ha podido disfrutar el Santiago Bernabéu.

Más allá de las fronteras de 'La Fábrica' pero no de la Liga BBVA, el conjunto de Ancelotti encontraba piezas que se han erigido en importantes en determinados tramos de la temporada, cuando el agotador número de partidos, reclama una tregua. Isco, del Málaga y Asier Illarramendi, de la Real Sociedad completaban la nómina de jugadores españoles que, hijos de una generación de oro en el fútbol de este país, se sumaban al proyecto que inauguraba el técnico italiano.

La puntilla de un 'crack'

A pesar de que la pretemporada arrancaría con las seis incorporaciones y las salidas de los Callejón, Albiol, Higuaín (Nápoles), Carvalho (Mónaco), Kaká (AC Milan) u Özil (Arsenal), los objetivos blancos no estaban aún finiquitados, aunque el último y definitivo era todo un desafío. Gareth Bale. Distinguido durante dos temporadas consecutivas como el mejor jugador de la Premier League, el madridismo suspiraba por verle en las bandas del Bernabéu, junto a su gran ídolo, Cristiano Ronaldo y a pesar de la ardua labor de negociación que el propietario del Tottenham, Daniel Levy, propuso, el galés acabaría llegando, finalmente y con la temporada iniciada, al conjunto de Chamartín.

Una Liga irregular

La buena pretemporada desarrollada por el equipo auguraba una buena continuidad ya en la competición oficial pero lo cierto es que el arranque del conjunto blanco en Liga estuvo caracterizado por la irregularidad y un juego que no lograba identificarse con un estilo que indicase que los blancos sabían a qué jugaban. A pesar de eso, la calidad individual de los futbolistas blancos, hacía contar por triunfos los partidos -salvo algún empate, como el cosechado ante el Villarreal, donde volarían los dos primeros puntos de la temporada-. Un partido este, especial por el debut de Gareth Bale, el que fuera el flamante y dificultoso fichaje del verano madridisdta. El galés aterrizaba en Chamartín en medio de un ilusionante halo de gran expectación pero también con las dudas y el recelo propio de quien ya sabe lo que es la llegada de un jugador que no ha disputado pretemporada y que además llega tocado; a pesar de todo, el ex del Tottenham marcaba ya en su partido debut, dejando claro que la mejor prevención y la mejor cura contra la duda en esto del fútobol son los goles.

Foto: partido debut de Gareth Bale en El Madrigal - VAVEL.COM.

El Atlético de Madrid marcaría el ritmo de la competición; el Madrid lo siguió

Los pinchazos ante Atlético de Madrid en el Santiago Bernabéu y ante el FC Barcelona en el Camp Nou, junto al empate cosechado en El Sadar frente a Osasuna se convirtieron en los lunares que conformaron la primera vuelta del Real Madrid en Liga, pues no eran pocos los que coincidían en que si bien los blancos iban sacando adelante la competición doméstica, no habían logrado imponerse a ninguno de los denominados 'grandes'. A pesar de las dificultades vividas en Liga, lo ajustado de las distancias en la parte superior de la tabla, apretaba el que amenazaba con ser uno de los campeonatos más disputados de los últimos años. Curiosamente, además, sería un invitado inesperado el que marcaría el ritmo de la competición; si por categría ver al Atlético de Madrid en la zona alta de la tabla no debía sorprender, comprobar su resistencia durante el avance de la Liga sí se convirtió en objeto de admiración e incredulidad para muchos.

Montaña rusa de esperanzas

Los blancos llegaron a liderar la tabla

Los blancos aguantaron a pesar de los empates cosechados ante el Athletic Club en San Mamés y el Atlético de Madrid en el Vicente Calderón. El primero de estos partidos, marcaría, además, un pequeño punto de inflexión en la temporada blanca; de la nueva Catedral, los de Ancelotti salían mermados para los próximos tres encuentros, merced de la expulsión de Cristiano Ronaldo, que no volvería a pisar un terreno de juego hasta cuatro encuentros después, cediéndole el protagonismo a Jesé Rodríguez, joven pero sobradamente preparado. El Madrid se sobrepuso a la ausencia del crack luso y continuó aferrado a la parte alta de la tabla; tanto así que desde la jornada 25 hasta la 30, los blancos habían liderado la clasificación. Ni siquiera el pinchazo en el Bernabéu ante el Barcelona lograba despojarle de la primera plaza, algo que sí haría el segundo tropiezo consecutivo ante el Sevilla en el Sánchez Pizjuán. A partir de ese momento, los 'merengues' dieron inicio al tramo más irregular del campeonato y el que a la postre acabaría costándole el título.

Los empates ante Valencia y Valladolid, junto a la derrota en Vigo ante el Celta, certificaron el final de la lucha vikinga por el título y el resurgir de un Barcelona que se autoconsideraba muerto y enterrado. El Atlético, de igual modo, había sabido aprovechar los tropiezos de blancos y azulgranas para mantenerse en un liderato cuya lucha se prolongaba hasta la última jornada, en la que el empate a uno cosechado en el Camp Nou le valió para alzar el título.

'In crescendo' en la conquista de la décimo novena

Poco podían imaginar los blancos, a pesar de su irregular inicio liguero, lo que daría de sí el primer partido en Copa del Rey ante un ilusionado Olímpic de Xàtiva. El buen orden táctico del conjunto valenciano, así como la seriedad con la que sus hombres plantearon el partido, hicieron que los menos habituales del Madrid se marchasen a casa con la eliminatoria abierta tras el 0-0 cosechado en territorio valenciano. El Bernabéu tampoco deparó un partido fácil y sí una dignísima despedida para los de Toni Aparicio, que caían por 2-0, rubricando un adiós esperado en el templo del madridismo. A pesar de certificar el acceso a la siguiente fase, las sensaciones plasmadas ante un Segunda B exigían de un golpe de efecto y para eso llegaba el primer cruce con un Primera de la competición. La victoria por 2-0 ante Osasuna y el mismo resultado en El Sadar empezaban a enderezar la particular nave blanca, que se vería reforzada con dos nuevos triunfos esta vez ante el Espanyol y siempre por un ajustado 1-0.

Las semifinales depararon el plato fuerte de la competición hasta ese momento, midiendo a los de Ancelotti con el Atlético de Madrid, que ya le había dado un severo correctivo, más de juego que de marcador, a los blancos en Liga. En esta ocasión, el orden establecido en los últimos años de derbi, se reconstruiría para devolvele a los blancos la victoria, primero en el Bernabéu por 3-0 y luego en el Vicente Calderón por 0-2, certificando el pase a una final donde esperaba el FC Barcelona.

Una 'clásica' final

El mal desenlace de los azulgrana en la temporada, eliminados de Europa y con las distancias tan ajustadas en la Liga, obligaba a los hombres del Tata Martino a dar un golpe de autoridad en la Copa del Rey, ante el eterno rival pero esas intenciones estaban contrapuestas con las de un Madrid que, adelante aún en Champions y con opciones en Liga, soñaba con el triplete. El encuentro movilizó todo lo esperado en Valencia, con dos aficiones entregadas a los suyos y un escenario a la altura, el mismo que había vivido la victoria madridsita dos años antes entre los mismos contendientes.

Bale marcaba el gol del triunfo en el minuto 82

A pesar de la ausencia de Cristiano Ronaldo, que se recuperaba de su lesión, los blancos impusieron su fútbol sobre el Barcelona, rubricando el primer gol de la noche, por mediación de Ángel Di María. Bartra sería el encargado de nivelar de nuevo el marcador para que finalmente Gareth Bale, con una de esas jugadas antológicas, recorriera la banda zurda -la de Cristiano-, regresando al campo tras el fuerte empujón de Bartra para plantarse en el área de Pinto y anotar el 2-1 definitivo a apenas cinco minutos del final. Era el primer título para los blancos.

En la Champions, una marcha vikinga de 10

Si el arranque liguero se había caracterizado por la irregularidad en el juego y también en los resultados, la Champions League demostró seguir siendo ese algo especial, más allá de nombres, jugadores y técnicos, que es capaz de sacar lo mejor de los blancos, en la obsesión por conquistar la Décima. El fulgurante arranque ante el Galatasaray en Turquía -territorio donde no había ganado nunca el Madrid-, ya dejaba claras cuáles eran las intenciones del equipo 'merengue', un 1-6 que se convertía en un aviso a navegantes lanzado hacia la vieja Europa.

Los duelos frente a Copenhague y Juventus de Turin se rubricaron de igual modo, si bien este último partido costó algo más, acentuando las sensaciones de que ante los equipos grandes, el Madrid sufría en exceso. Y en una nueva confirmación de esto llegaría el único resultado que no suponía un triunfo para los blancos en la fase de grupos, el empate establecido en Delle Alpi ante la 'Vechia Signora'. A pesar del mismo, el Madrid no tuvo dififcultad alguna en hacerse con la primera plaza del grupo, récord incluido. Los nueve goles de Crisitano suponían una marca histórica en la fase inicial de la competición europea.

Alemania: tres rivales, diecisiete goles y a Lisboa

El Schalke04 se llevó nueve goles; el Borussia, tres y el Bayern, cinco

La primera eliminatoria (octavos), midió al Madrid con su primer rival alemán, el Schalke en Gelserkinchen. La sempiterna maldición en territorio germano planeaba sobre las cabezas madridistas hasta que los de Ancelotti silenciaron la amenaza con un diluvio de goles y buen juego. Atrás quedaban las dudas en el fútbol y la identidad del Madrid, acuciado por dejar claro que sus señas de identidad pasaban sobre todo y ante todo por los goles. El 1-6 en Alemania dejó sentenciada la eliminatoria y en el cumplimiento del trámite disputado una semana después en el Bernabéu sólo hubo lugar para el lamento porque con el objetivo ya alcanzado, los blancos perdían a Jesé en una acción fortuita que le costaría la temporada.

Más allá de eso, el Madrid recibía en los cuartos de final a otro rival alemán, el Borussia Dortmund, su verdugo en la anterior edición. Partido muy serio el que plantearon los blancos en el Bernabéu, donde lograron imponerse por 3-0, un resultado que se antojaba corto, merced de lo vivido sobre el terreno de juego. Y a eso se aferraron los de Jurgen Klöpp para tratar de darle la vuelta a la eliminatoria. En lo que acabó por ser un exceso de confianza del Real Madrid, el conjunto germano estaría a punto de lograrlo pero el esfuerzo acabaría nadando para morir en la orilla y convirtiéndose en una seria advertencia para el Real Madrid, que ponía punto y a final a la fase de eliminatorias con el tercer alemán que se cruzaba en su camino, en el camino hacia la lucha por la Décima.

Sergio Ramos se erigió en el héroe del Allianz, presagio de la final

Esta vez sería el Bayern de Múnich, verdugo también de la edición 2011/12. Los blancos lo intentaron todo en el Bernabéu para dejar encarrilado el pase a la gran final, sabedores del elevado precio que tiene un pase en el Allianz Arena pero a pesar de la perseverancia con la que los blancos buscaron los goles, maniatando a los germanos en la misma intención, sólo subió al marcador el tanto de Karim Benzema. No obstante, el viaje a Germania iba a convertirse en la mejor exhibición de los vikingos ante un rival de peso como era el entonces vigente campeón de Europa. En una actuación estelar de Sergio Ramos, héroe en el Allianz Arena, él mismo movería el luminoso hasta en dos ocasiones con sendos goles de cabeza a balón parado para que Cristiano Ronaldo, cuyo estado de forma había sido duda hasta el final, lo cerrase con dos goles más, que además le servían para batir el récord como el máximo goleador de la historia en una edición de la Champions League. El pase a Lisboa estaba conseguido.

El primer euroderbi de la historia

Allí, la final pareció escrita por los mismísimos dioses del balompié o cuanto menos, de la diosa Cibeles. Un error de Iker Casillas hizo a los blancos verse por detrás en el luminoso con apenas media hora de tiempo cumplido, un marcador que se prolongaba hasta el minuto 92, el del éxtasis, aquel en el que Sergio Ramos alzó todo cuanto se derrumbaba: la esperanza, la ilusión, el anhelo acumulado durante más de una década estallaba en un estruendo sin parangón cuando su tanto, de un soberbio cabezazo a la salida de un córner botado por Luka Modric, se estrellaba en el fondo de la red de Courtois, grtiándole a Europa la negativa del Madrid a capitular.

Foto: Ángel Martínez - REAL MADRID.

El Atlético fue campeón durante 92 minutos

Los blancos se alzaron para desafiar de nuevo al Atlético de Madrid, un rival a la altura y también al cansancio que amenazaba en la prórroga pero este ya no existía para quien había atisbado el fin tan cerca; en volandas de su propia fatiga, las piernas corrieron solas, arrastradas por algo más, empujadas por el alma de un sentimiento forjado en 1902 y refojardo en 1956. Y así, uno a uno: Bale, Marcelo, Cristiano Ronaldo. 4-1 y la Champions League regresaba a casa. Su casa.

Dos visitas a Cibeles

La conquista de la Copa del Rey había llevado al Real Madrid a rendir pleitesía a su particular diosa, cuando aún los blancos luchaban por la Liga y la Champions. En una celebración por todo lo alto, los merengues prometieron poner todo para regresar y lo lograron; lo hacían apenas pocas semanas después, proclamándose reyes de Europa y desembarcando en su particular Ítaca, tras una odisea demasiado larga. El gran desafío, no obstante, no ha hecho más que empezar para los vikingos, que lejos de ver aquí la culminación a su gran desafio, no hacen sino atisbar el principio, y es que esteno se queda en la reconquista de Europa, sino en la instauración de la hegemonía en el planeta fútbol.