Tras finalizar la temporada y en plena fuga de jugadores (el último en marcharse ha sido el capitán Amaya), se ha dado a conocer el balance económico de la presente campaña del club verdiblanco, con unas cifras en positivo de 24 millones de euros, de los cuales hay que descontar la retención de impuestos. De estos, 15 millones provienen de un recurso ganado contra la Agencia Tributaria por liquidación de impuestos de cursos anteriores. En resumen, los beneficios netos rondarían la cifra de los seis millones de euros para el colista de la liga BBVA.

Con este panorama, surge la pregunta de si era necesario y, por ende, si merecía la pena sacrificar el proyecto deportivo con el único fin de sanear las cuentas. La respuesta puede ser polémica y discutida, sobre todo si tenemos en cuenta que se han desembolsado otros tres millones de euros en fichajes durante el periodo invernal que no han servido para sacar al equipo del abismo en el que se había precipitado. Las ventas de Cañas y Beñat, que reportaron suculentos beneficios al cuadro blanquiverde, y las bajas de Pabón y Joel Campbell entre otras no fueron bien cubiertas, lo que ha dado con los huesos béticos en Segunda División. Ahora, el club heliopolitano tendrá que hacer frente a la más que posible desmantelación y, en consecuencia, la necesaria reconstrucción de la plantilla para afrontar un fatigoso y complicado periplo por la segunda categoría española, de duración indeterminada.

Sin embargo, desde la junta directiva, siempre se han remitido a las cifras económicas para avalar su gestión del club, orientada a cubrir los plazos de pago establecidos con sus acreedores.