Una sola batalla, la final, en la que sólo vale ganar o morir en el intento, eso era el partido que le tocaba disputar hoy al Real Madrid Castilla. En frente estaba el Real Murcia, equipo de play-off.

Los vikingos, alentados por los cánticos de su Dios, Odín, salieron "a morder y morir", como ya había avisado su cápitan Jorge Casado. Cual guerrero con hacha en la bota, Burgui comenzó a cabalgar por la izquierda pero estaba solo, nadie le acompañó, y el enemigo se adueñó de la pelota. El conjunto pimentonero apretaba y los vikingos dejaron de parecer vikingos.

A los 15 minutos tras el comienzo de la batalla, el cielo se nubló, el mar comenzó a gritar y los árboles se arrancaban la hojas, se avecinaba una gran tormenta. Así fue. Saque de esquina. Sufrimiento castillista. Kike se elevó a los cielos para recoger el martillo de Thor y amainar la tormenta, mientras que su remate empujó el esférico al fondo de las mallas de la meta de Pacheco. Posición adelantada. Ya estaba hecho.

Los vikingos no tenían ejército profesional, por lo que las tácticas y estrategias eran bastante rudimentarias. Ellos no luchaban en formaciones regulares, a pesar de que existía cohesión y lazos de lealtad entre los guerreros. Llorente cortaba cada avance del Murcia y cuando no, ahí estaba Pacheco. Lucas Vázquez hacía lo que podía, pero sus puñaladas no surgieron efecto hoy y el esférico acababa marchándose fuera por la línea de fondo.

Había que seguir, había que atacar, la rendición no era una opción, y Medrán intentó derribar a Casto, pero no hubo manera. Los blancos se habían adueñado de la pelota pero enfrente tenían a un rival que no conocía el miedo y Kike se plantó solo delante de Pacheco. El extremeño fue implacable y no dejó que el cuero traspasara la línea de gol. Acto seguido, Casto le negó el gol a Willian José, mientras que Llorente no aprovechó su oportunidad ya que su remate de cabeza fue erróneo.

Se llegaba al descanso y Odín no había podido ayudar a los suyos. Había que rezar, había que seguir luchando bajo la lluvia de lágrimas, lágrimas amargas de los madridistas. Llorente volvió a rematar desviado un saque de esquina, mientras que Medrán hizo lo mismo con el balón suelto que recogió en el área. Pasaban los minutos y los vikingos perdían vida en cada latido, pero no dejaban de avanzar entre las filas murcianas. En otro balón parado, en esta ocasión un lanzamiento de falta de Jaime, De Tomás no llegó a rematar.

Las botas cada vez pesaban más ante las miradas de todos los Dioses que habían bajado del Olímpo para ver la batalla. Odín se había apartado y los vikingos estaban solos. Saúl aprovechó la debilidad blanca e intentó batir a Pacheco con un disparo lejano que acabó marchándose fuera. Willian José no estaba dispuesto a rendirse, un vikingo no puede hacer eso, y disparó, pero Casto se volvió a quedar el cuero.

Se llegó al minuto 81, era de día pero el sol se había escondido tras las nubes de tormenta que con cada segundo que pasaba descargaban con aún más fuerza las amargas gotas de lluvia. De Tomás quiso probar suerte pero su disparo fue muy flojo, fácil para Casto. Cinco minutos de añadido, un intento más. Cabrera hizo que el balón rozará el palo por última vez en Segunda División. El colegiado señaló el final de la batalla y el destino había dicho su palabra.

El Real Madrid Castilla es equipo de Segunda B. "Hace ya tiempo en otra tierra del mar del norte, el invasor bajó feroz hacia la guerra, y de sus barcos descendió marineros feroces del mar. Invadieron sin piedad, otros pueblos quisieron parar intentándose salvar, y serán herederos del mar. Buscarán otro reino conquistar y serán herederos del mar".