A mediados de los 80 se pudo jugar por primera vez al Tetris, disfrutar de la primera entrega de Schwarzenegger como Terminator y asistir al nacimiento de Fernando Torres o Lebron James. Fueron tiempos difíciles para España. La elevadísima tasa de paro y las revueltas sociales fueron sanadas con alegrías del deporte español como la clasificación para la Eurocopa del 84 tras el 12-1 a Malta, la llegada a la final en la misma competición o la plata conseguida por la selección nacional de baloncesto en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles. No obstante, el Athletic también vivía una época de bonanza.

El inicio del ocaso

Tras dos victorias consecutivas del título liguero, las expectativas de los de Clemente eran muy altas. Sin embargo, no fue una temporada positiva para el equipo liderado por veteranos como Goikoetxea y Liceranzu y jóvenes promesas como los hermanos Patxi y Julio Salinas. El equipo fue de menos a más y se hizo con la tercera posición en la última jornada del campeonato doméstico.

En la Copa del Rey, tras haber ganado el trofeo en la violenta final frente al Barcelona (1-0) de la temporada 83/84, los leones se quedaron a las puertas de la gloria al caer derrotados (1-2) frente al Atlético de Hugo Sánchez en el Santiago Bernabéu.

Eliminado a las primeras de cambio

El Athletic volvía a la máxima competición europea tras revalidar el título liguero que le otorgaba el acceso directo. La plantilla presentó cambios, aunque el equipo bilbaíno mostró un once consolidado con las novedades de Julio Salinas, Endica y Gallego frente al plantel de la última temporada, cuando cayeron derrotados contra el Liverpool en octavos.

El Girondins de Burdeos consiguió hacerse con la victoria en el primer partido de la eliminatoria (3-2). El equipo galo se adelantó en el minuto 29, mientras que dos minutos después llegó la respuesta de Endika, que cabeceó valientemente un saque de esquina para igualar la contienda. Ya entrada la segunda parte y, con la incorporación de dos delanteros al equipo de Clemente, el encuentro se convirtió en un toma y daca de ocasiones y goles. Patrick Battiston puso la ventaja para los locales mientras que Julio Salinas aprovechó una indecisión de la defensa para devolver el empate al luminoso. Finalmente, en el minuto 80, Lacombe sorprendió a Goikoetxea y Zubizarreta con un remate seco que acabó en el fondo de la red rojiblanca. Aunque el resultado parecía esperanzador, los leones se fueron cabizbajos al vestuario tras la derrota.

El partido de vuelta en San Mamés fue un hervidero. Al Athletic le bastaba un 1-0 para pasar a octavos. El partido fue un monólogo de los bilbaínos, que se lanzaron al ataque desde el primer minuto. Clemente puso toda la artillería goleadora en el terreno de juego con las entradas de Arrien y Sarabia. Sin embargo, la intención y el buen juego ofensivo no fueron suficiente para la clasificación y, el marcador no se movió del 0-0. El equipo francés acabó pidiendo la hora, pero acabó pasando a la siguiente ronda. Finalmente, fueron eliminados por el futuro campeón, la Juventus, por un ajustado marcador de 2-3 en la ronda de semifinales.

La tragedia de Heysel

La final de la Liga de Campeones se disputó entre los considerados mejores equipos europeos del momento: El Liverpool y la Juventus de Turín. El equipo inglés, vigente campeón del título continental, representaba la hegemonía del fútbol británico de los últimos años. Por el contrario, la Juventus estaba plagada de titulares de la selección italiana ganadora del mundial de España 82.

Antes incluso de que diera comienzo el encuentro, los hooligans consiguieron romper las barreras que separaban a ambas aficiones en un fondo del estadio de Bruselas y se abalanzaron con navajas y objetos metálicos sobre los italianos. Se produjo entonces una auténtica avalancha que acabó con 39 muertos y más de 600 heridos. La mayoría de los damnificados sufrieron lesiones por aplastamiento, ya que el estadio no contaba con salidas de emergencia habilitadas ni el equipo sanitario necesario. Tras la tragedia, el partido se desarrolló con normalidad y acabó con un marcador de 1-0 a favor de los italianos, que alzaron el título. Sin embargo, ni la UEFA como organizador, ni los responsables de seguridad fueron imputados, mientras que al Liverpool se le prohibió participar en competiciones europeas durante diez años.