Don Santiago Bernabéu siempre fue famoso por su ojo a la hora de fichar jugadores. Especialmente, era propenso a vestir de blanco a aquellos que le hacían un 'siete' a su equipo cuando éste visitaba su feudo. En un encuentro entre Millonarios y el Real Madrid, como homenaje a los 50 años del equipo madridista, el mejor presidente de la historia del club blanco puso sus ojos, sin saberlo, en el mejor jugador de la historia blanca.

En apariencia sacado de un argumento más propio del cine que la realidad, el hecho es que la voluntad de Bernabéu terminó por convencer a los dirigentes de Millonarios, cuya opinión terminó haciendo que los de River y su acuerdo con el Barcelona quedasen en segundo plano.

En un momento en el que los contratos y los derechos de los jugadores estaban aún en incubadora, el Pacto de Lima hizo confundir al club culé, que se puso de acuerdo con el cuadro argentino, la posesión de los derechos de Di Stefano, mientras que los 89.000 pesos que habían sellado el acuerdo entre madridistas y los azules, trajeron al principal espada del "Ballet azul" colombiano a la capital de España.

Nadie conocía en Europa la categoría de Di Stefano. Los pocos que le habían visto jugar en el Viejo Continente no imaginaban el impacto directo del argentino en el presente y futuro del Real Madrid. Su juego aglutinaba todas las virtudes que en los siguientes años tuvieron los futbolistas más grandes. 

Adelantado a su tiempo, pasaron los años y la expresión siguió atribuyéndosele, puesto que su atemporalidad le hacía digno de sobresalir en cualquier época futbolística. Siempre considerado dentro del elenco de grandes jugadores de la historia, tanto Pelé como Maradona, al igual que Cruyff le señalaron como un referente.

El mejor jugador de la historia, para muchos, fue el principal artífice de la puesta en escena del Real Madrid en Europa. Hasta su llegada, el club blanco no tenía el peso específico que desde su primera patada a un balón de blanco hasta la disputa de la última final de la Champions, la de la Décima, ha venido ostentando.

Nombrado Mejor Club del Siglo XX, fue el propio Di Stefano, ya cumpliendo en sus labores de Presidente de Honor de la entidad blanca, el que recogió el trofeo que comenzó a forjar en el campo. Suyas fueron las primeras cabalgadas, los grandes goles, que pusieron en órbita el palmarés europeo de los merengues.

Nada fue igual en el Real Madrid tras su llegada en septiembre de 1953, y nada volverá a ser igual tras su partida. La Saeta Rubia dice adios, pero su legado será siempre imborrable.