En el todavía desconocido mundo de la psicología deportiva se asevera que cuando un equipo gana a su particular 'bestia negra', ese triunfo vale por todas y cada una de las derrotas sufridas, por los tropiezos vividos, por los sinsabores que curtieron con heridas y cicatrices. Es el particular golpe de liberación de quien, durante un largo período de tiempo, ha topado contra su infortunio ante un determinado rival.

El gol de Miranda en el 82 daba al traste con la 'maldición'

Algo así debió sentir el Atlético de Madrid frente a su eterno 'archienemigo' de la capital -para más inri-, cuando después de 25 derbis consecutivos sin ganar, por fin lograba alzarse con el triunfo. Los del Cholo Simeone lo hacían, además, a lo grande, a la heroica. En una final de Copa que empezaron perdiendo mediante el gol de Cristiano Ronaldo y en la que acabaron imponiéndose después de que Diego Costa concediese un soplo de aire para los suyos con un gol en el minuto 35 que conducía a la prórroga. Allí, el definitivo tanto de Joao Miranda en el 98 acababa con lo que ya se había dado en llamar la maldición del Atlético de Madrid, en este caso, ante su bestia blanca.

La pesadilla quedaba atrás, el telón de los sinsabores se cerraba y el club colchonero cerraba la temporada de la mejor manera posible. Pero aquello no había sido causalidad y los rojiblancos se veían en la obligación de demostrarlo, de ratificarse ante su gente y ante el mundo. Corría apenas la jornada siete del campeonato nacional de Liga en la campaña 2013/14 cuando el Atlético de Madrid aterrizaba en un Santiago Bernabéu que ya empezaba a dar buena muestra de su inexpugnabilidad, una condición que saqueó el equipo del Manzanares sin ningún tipo de miramiento ni concesión. En aquel entonces, el solitario gol de Diego Costa daba al traste con la racha de partidos sin perder que había caracterizado a los blancos en su feudo y confirmaba que las cosas entre Madrid y Atleti habían cambiado mucho.

Nuevo giro a la 'tortilla'

La Copa del Rey volvió a cruzar el camino de ambos contendientes allá por el mes de febrero. La misma competición que había vivido el cambio en una tendencia que amenazaba con hacerse eterna para los rojiblancos, volvía a enfrentarlos, aunque en esta ocasión lo haría en la ronda de semifinales, a un partido de esa anhelada final que tanto dio de sí para unos y para otros, aunque no en el mismo sentido. Los últimos resultados, sin embargo, estaban muy claros para los hombres de Carlo Ancelotti, muy frescos en su memoria en una latente y clara advertencia de lo que el Atlético podía estar cogiéndole la medida a los blancos. Pero si esto podía ser así, a los 'vikingos' no les quedaba otra más que hacerse grandes en su casa; fuertes en un estadio del que habían escapado muy pocos rivales 'vivos'.

Tras la derrota en el Bernabéu en Liga, la Copa volvió a cruzar sus caminos

Y así fue. Minuto 17 y un goleador inesperado: Pepe abría la lata con 17 minutos de tiempo cumplido para que después, otros más habituales en la faceta del gol se sumaran a la particular fiesta merengue: Jesé Rodríguez y Ángel Di María cerraban el marcador definitivo de 3-0 para el partido de vuelta, un choque en el que los colchoneros no daban nada por perdido. La ausencia de Diego Costa había complicado las cosas para los rojiblancos en la ida, habida cuenta de que el hispano-brasileño había sido el máximo goleador del equipo pero la competición del K.O le vio cumplir sanción en el Santiago Bernabéu. Se convertía, por tanto, en la gran esperanza para el duelo de vuelta, además, con el factor 'casa' a favor.

No obstante si las dificultades ya se habían cebado con el club del Manzanares en la ida, en la vuelta no fueron menos. Dos penaltis favorables al Real Madrid en apenas un cuarto de hora, sumaron dos tantos más a la particular losa con la que ya cargaba el Atlético, que había de remontar un 5-0 en contra, habiendo encajado dos goles en su domicilio y habiendo sido incapaz de hacer lo propio en feudo ajeno. La imposibilidad se hizo realidad y los colchoneros se despedían de la posibilidad de revalidar el título, precisamente ante el rival con el que lo alzaron el año anterior. Esta vez, en la final, los blancos se erigirían en dignos sucesores al derrotar al FC Barcelona por 1-2.

El Atleti caía ante el Madrid en Copa pero no conoció la derrota en Liga

La temporada 2013/14 se guardaba aún un encuentro más en el campeonato nacional de Liga entre ambos equipos, un disputado choque que acabaría con empate a dos en una confirmación positiva para los dos conjuntos: los blancos seguían sin perder con el Atlético de Madrid tras el pinchazo-advertencia vivido en la séptima jornada de Liga, mientras que los colchoneros cerraban el campeonato doméstico sin haber perdido contra el Madrid y habiendo sumado siempre ante el equipo blanco. Karim Benzema había sido el autor del primer gol con tan solo tres minutos de partido jugado, un tanto que contrarrestaba Koke en el 28. Lo vivido en la final de Copa amenazaba con repetirse cuando Gabi certificaba la remontada colchonera en el minuto 45 pero esta vez, Cristiano Ronldo no estaría por la labor de aceptar la derrota y para ello, aparecería en el 82 con las ganas y la capacidad suficientes como para devolver las tablas al luminoso 2-2.

Final con final se paga

La extraordinaria temporada de los dos equipos de la capital española, regalaba aún un choque más, especial, diferente, de dimensiones titánicas: nada menos que la final de una UEFA Champions League. Memorable la forma en la que cada uno de ellos llegaba hasta la finalísima, los rivales dejados en el camino; la resistencia colchonera frente al bombardero madridista; la estrategia de uno y otro, su mentalidad. Todo ello hacía presumir una bonita final en Lisboa y esta se vivió en un duelo en absoluto exento de emociones fuertes. Un error de Iker Casillas adelantaba a los colchoneros cuando Godín sacaba buen provecho del fallo defensivo y remataba de cabeza un gol que estuvo en el marcador, en solitario, durante prácticamente todo el partido.

Sergio Ramos se alzaba sobre el cielo de Lisboa en un minuto mágico para el madridismo, el 93

Más allá de los resultados dados en otro tipo de encuentros, los del Cholo demostraban que las finales reunían todos aquellos alicientes para ser conquistadas aunque fuese a base de pisotear su propia extenuación. Logrado el título de Liga pocos días antes, el conjunto rojiblanco necesitaba hacer acopio de fuerzas para dar el último golpe de autoridad sobre una mesa que nunca lo esperó. Pero estuvo; y estuvo hasta que Sergio Ramos se alzaba sobre el cielo de Lisboa en ese minuto mágico para el madridismo, el 93; un testarazo que enviaba el balón directamente al fondo de la malla defendida por Thibaut Courtois para elevar el 1-1 al marcador en el último suspiro, a falta de dos minutos para la conclusión.

Restaba la prórroga aún, 30 minutos por delante y un camino sin decidir pero las sensaciones eran totalmente opuestas: para los blancos, el soplo de vida llegó en plena agonía, en plena sangría y la vida era un regalo demasiado preciso como para desaprovecharla. Para los rojiblancos, el golpe llegaba prácticamente con el tiempo cumplido. La corona, que tan dignamente planeaba sobre sus cabezas, había desaparecido fugazmente, con la férrea voluntad madridista por alzarse con la Décima y anhelada conquista del viejo continente. Bale, Marcelo y Cristiano Ronaldo materializaron el deseo y elevaron al equipo blanco hasta el santuario honorífico del que una vez bajase.

Ahora, una nueva final les vuelve a poner cara a cara; tanto uno como otro, llegarán con novedades en sus filas pero con los mismos objetivos que la pasada campaña: ganarlo todo. Esta vez la final, no es a todo o nada, sino a doble partido; el margen es mínimo pero existe y los dos tratarán de hacerse con él, con el triunfo, con el título -el segundo de esta temporada para el Real Madrid; el primero para los colchoneros-. Ambos lucharán por recuperare ese terreno perdido, cedido en favor del otro.