Paco Jémez convocó a sus jugadores el martes al atardecer. La Ciudad Deportiva fue testigo de un entrenamiento intenso, de cara al olvido y posterior renacimiento. Habían quedado atrás las dudas que suscitó el inicio titubeante, el retraso con el que llegó la anhelada victoria y, salvo hincar la rodilla con honra ante el Barcelona, al Rayo le salían las cuentas con tres partidos y tres victorias (Athletic, Levante y Granada). 

Sin embargo, la sensación no valió de nada el domingo. El equipo malacitano abrió en canal la defensa vallecana y no dejó títere con cabeza. Fiel a su estilo, Jémez no ejercitó por ello más labores de protección, sino que intentó contener el balón mediante proyectos de transición entre líneas, factor en el que Trashorras debe ser diferencial.

Recuperar el aliento

También se entrenó tanto el pase como la finalización de jugadas. Asimismo, los jugadores se enfrentaron en partidos con distinto tipo de porterías, para afinar puntería. El Eibar debe pagar los platos rotos por el Málaga, cruento verdugo que aviva los deseos de victoria en Vallecas. Queda casi una semana completa hasta el encuentro, que se disputará el lunes, pero Jémez obliga desde ahora a los suyos a despertar. Está entrenando a un Fénix.

Para ello, el técnico contó con la participación de dos centrales del Juvenil B, Isi y Poblete, ante la escasez de efectivos en el centro de la zaga. Además de la fractura en el dedo del pie con la que juega Amaya, Zé Castro aún se recupera de su lesión y se entrenó paralelamente al grupo, sin saltar al césped. Abdoulaye Ba, una vez cumplida su sanción, podrá ser de la partida si supera el examen de Víctor Paredes, el preparador físico con el que trabajó al margen. Junto a él, Alberto Bueno termina de reparar su esguince de tobillo y todo Vallecas espera también a Baena, pieza clave en el esquema del Rayo. Una semana para resugir de sus cenizas.

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Sobre el autor
Sergio  Vicente Z.
Graduado en Filología Hispánica. Máster de Profesorado. Apasionado del fútbol y de las letras. Adoro cuando se juntan. Prefiero las buenas intenciones que acaban en fracaso que el éxito basado en las malas.