Cervera encontró ante Osasuna un sistema que le cambió la cara al equipo y le sacó del pozo en el que estaba metido. Pese a la derrota en Pamplona, el Tenerife dio unos síntomas de mejoría que se vieron refrendados en las dos jornadas posteriores, en las que los chicharreros se mostraron solventes y lograron dos victorias vitales para calmar los ánimos y recuperar una confianza que parecía perdida. No obstante, el domingo pasado ante el Alavés este nuevo sistema mostró varios problemas que se intuía que podían llegar, por lo que parece que el técnico blanquiazul deberá buscar otra alternativa para variar en función de los partidos.

Y por fin, el equilibro

Aitor Sanz y Vitolo. Dos piezas que parecían recambios pero que Cervera pasó mucho tiempo tratando sin éxito de hacer encajar. El trivote formado ambos y Ricardo se convirtió en una alternativa, pero salvo en el partido contra Las Palmas nunca llegó a funcionar ni a dar la seguridad que Cervera buscaba. Sacar a Ricardo del once para formar con Vitolo y Aitor en el doble pivote también fue un recurso, pero de nuevo no aportó la fortaleza defensiva que se le suponía y el equipo estaba atascado. Y a todo esto, las jornadas pasaban, los resultados no llegaban, y la desesperación comenzaba a hacerse dueña del ambiente.

El cambio de sistema supuso también un cambio en la marcha del equipo

Fue entonces cuando, de la mezcla de las dos opciones anteriores, surgió la que traería al mejor Tenerife de la temporada: Aitor Sanz y Vitolo en el doble pivote, y Ricardo desplazado a banda derecha para que Suso actuase como delantero junto a Diego Ifrán. El cambio fue simple pero eficaz. Se ganó en velocidad arriba; las caídas de Suso a la banda, antes único recurso, se convirtieron en algo menos habitual y que pillaba más por sorpresa a la zaga rival; dos jugadores de toque en las bandas como Cristo y Ricardo aportaron capacidad para tocar y tener el balón; y Aitor Sanz pudo abandonar su posición para ir a presionar sabiendo que tenía las espaldas cubiertas por Ricardo con un ligero ajuste posicional. Resuelto. Ante Barça B y Zaragoza se vio al mejor Tenerife en meses, se enlazaron dos victorias seguidas, se salió de descenso y la tranquilidad volvió a la isla.

El Alavés sacó las carencias

Pero no todo iba a ser tan bonito. Al Alavés le bastó con encerrarse atrás y dar el balón al Tenerife para demostrar que este sistema no era tan eficaz como venía mostrando. Los chicharreros se vieron incapaces de hacer daño a un equipo vitoriano cuyo planteamiento se vio reforzado a raíz del gol de Ion Vélez, que evidenció los problemas de este planteamiento a la hora de generar peligro a partir de la posesión y no de la presión, como se venía haciendo en las jornadas anteriores. El propio Cervera reconoció este problema retirando a Hugo Álvarez al descanso para situar a Vitolo como central, devolver a Ricardo al doble pivote y poner a Suso en banda como principal fuente de peligro. Pese a esto, el Tenerife necesitó de la entrada de jugadores de corte creativo como Quique Rivero y Uli Dávila y de la expulsión de Medina para llevar un peligro real sobre la meta de Manu Fernández y acabar mereciendo la victoria.

Tras esto volvió el debate, pues que el 4-4-2 debe ser una alternativa puntual y no el pan de cada día quedó más que evidenciado. Al menos como local, el Tenerife se encontrará con rivales que le cedan el balón para plantarse atrás a la defensiva, y Cervera debe de nuevo rebanarse los sesos para ver qué puede hacer al equipo funcionar en este aspecto. La vuelta al 4-2-3-1 con Aitor y Ricardo en el medio, sistema que tantas alegrías dio la temporada pasada, podría ser una opción, aprovechando el buen estado de forma de Ifrán y dando por fin a Uli Dávila un hueco en el once como mediapunta, pero no es desconocido lo que le gustan a Cervera las sorpresas. Habrá que esperar para ver qué prepara el ecuato-guineano.

La falta para crear juego quedó reflejada ante el Alavés

El segundo problema de este sistema es que sitúa en el campo a dos jugadores que teóricamente venían a ocupar una sola posición, Vitolo y Aitor Sanz, lo que deja al equipo sin recambios en caso de que alguno sea baja, y si, tal como ocurre de cara al partido ante el Llagostera, ninguno de los dos puede jugar, la situación es ya crítica. Con Quique Rivero y Ricardo como únicos mediocentros disponibles del primer equipo la posibilidad de ver en Palamós el 4-4-2 con Ricardo en banda parece nula salvo que algún central sea adelantado a la posición de pivote (no descartado) o que sea algún canterano quien ocupe ese puesto. Pero eso no es todo, pues aún volviendo al 4-2-3-1 Cervera se encuentra con que los dos únicos jugadores que de forma natural ocupan ese puesto son de corte creador y poco recuperador, especialmente Quique Rivero, lo que le sitúa en una pequeña encrucijada. Es hora de pensar y tomar decisiones. El domingo a las 19:00 se verán los resultados.

De esta forma, un sistema que pareció salvador quedó definido como una alternativa muy válida para unas determinadas circunstancias, como los partidos fuera de casa o ante equipos que se caractericen por tener el balón, pero poco viable para otras. Si Cervera fue capaz de encontrar este recurso podrá encontrar el que hace falta ahora, pero en pleno mes de noviembre no es tiempo ya para probaturas. Jugadores para tener el balón y crear peligro con él hay de sobra en la plantilla, y es ahora el momento de encontrar cómo hacerlos encajar sin perder la solidez defensiva que tanto preocupa al entrenador.