Cañete llegó con 16 años al Real Madrid, formando parte de la plantilla de sus filiales entre 1988 y 1990. El club blanco facilitó su crecimiento futbolístico con dos cesiones. La primera de ellas, al Elche durante el ejercicio 90-91, no le reportó demasiados réditos debido a la escasez de oportunidades para jugar. La segunda, un año después, resultó mucho más rentable. El joven arquero completaba 38 encuentros con el Mérida, la mayoría de ellos a las órdenes de Juan Gómez Juanito, quien fallecería trágicamente en abril de 1992. La temporada, enturbiada por el triste suceso, concluiría con un brillante colofón para Santi Cañizares al lograr el oro olímpico en Barcelona 92. Allí, pese a su condición de suplente de Toni Jiménez, se colgó del cuello una valiosa medalla. Pero lo más importante para Santi, por encima del metal, fue su presentación en sociedad y que el gran público relacionase su nombre con el de otros héroes olímpicos como Pep Guardiola, Kiko Narváez o Alfonso.

Cañizares con Juanito en el Mérida (Foto: renaldinhos.com)

Nuevo inquilino en la portería

Con todo, lo cierto es que el Celta ya le había echado el guante con anterioridad, asegurándose su fichaje antes de los Juegos Olímpicos. Una discreta presentación en Vigo a mediados del mes de julio servía como toma de contacto entre Cañete y el club olívico de cara a un contrato que se prolongaría durante dos temporadas. Patxi Villanueva volvía al ostracismo en el que navegó durante casi toda su carrera y Javier Maté, con 35 años, apenas figuraba ya en los planes de Txetxu Rojo. El carácter simbiótico de la relación Cañizares-Celta parecía asegurado y el tiempo se encargaría de confirmarlo.

No poseía demasiada elasticidad, lo que le confería aspecto de guardameta ochentero

En ningún momento le tembló el pulso al técnico vasco y Santi se convertía en el indiscutible guardián de la portería viguesa desde el primer minuto de la temporada en Riazor. Aquel Celta se caracterizaba por un fútbol rocoso, exprimiendo al máximo los escasos goles que conseguía y encajando a su vez muy pocos, algo en lo que tuvo mucho que ver el nuevo fichaje celeste. Durante las primeras ocho jornadas los de Balaídos acumularon otros tantos puntos, ubicándose en la zona templada de la tabla, con apenas tres tantos encajados.

Una mañana en Vallecas...

Once del Celta en Vallecas (01/11/1992)

Llegaba el momento de rendir visita al Rayo. Un partido especial, ya que el club de Vallecas había logrado el salto de categoría unos meses antes acompañando al Celta. Su técnico, José Antonio Camacho, iniciaba su carrera en los banquillos y ya comenzaba a imprimir el sello de raza que había exhibido como futbolista. En el caso de Cañizares se daba la circunstancia de que bajo el arco rival se situaba Toni Jiménez, el hombre que le impidió disfrutar de la titularidad con la selección olímpica. El encuentro se disputó en una soleada mañana del día de Todos los Santos. Por entonces no resultaba extraño que Vallecas disfrutase de fútbol matutino con la finalidad de evitar el solapamiento de horarios con los otros dos equipos de la capital.

El Celta lució como un equipo bien plantado en el arranque del encuentro y se adelantó en el marcador a los 13 minutos, cuando Dadie transformaba una pena máxima. Al equipo de Rojo le costaba horrores marcar pero cuando lo hacía se convertía en un enemigo dificilísimo de desarbolar. El Rayo lo intentó de todas las maneras posibles pero se estrelló con los palos en un par de ocasiones y, de manera muy especial, con un enorme Santiago Cañizares. Sensacional en cuanto a reflejos y con una gran autoridad en sus salidas, el joven cancerbero comenzaba a labrarse una fama. El Celta, sin Gudelj ni Ratkovic, se limitó a ejecutar con acierto las tareas destructivas, algo que Txetxu favoreció con una alineación al más puro estilo 'autobús'. Y, por supuesto, a vivir del factor suerte con el que siempre hay que contar cuando el rival lleva permanentemente la iniciativa e inclina el campo en busca del empate. El segundo tiempo de los de Vigo fue realmente malo y solo la inspiración de Cañete y la mala puntería de los Visnjic, Calderón o Miguel impidieron el empate. Ni Toni Polster ni Pedro Riesco, delanteros rayistas con más pólvora, contaron con opciones para batir al arquero céltico. Incluso Txetxu Rojo, hombre poco dado a alabar al rival, reconoció en sala de prensa que el botín obtenido podía calificarse de excesivo. La prensa madrileña lamentó profundamente la derrota de los de Camacho, con críticas al fútbol del Celta y a la dureza de Patxi Salinas, auténtico líder de la zaga celeste.

Toni Polster en el Rayo (Foto: marca.com)

Mientras, Cañizares seguía a lo suyo. Un encuentro más sin encajar le colocaba en la carrera por el trofeo Zamora. Una carrera que se resolvería con una 'foto finish' que otorgó un empate técnico a los guardametas de Celta y Deportivo. Efectivamente, Santi Cañizares y Paco Liaño compartieron el galardón en aquella temporada. Por su parte Celta y Rayo salvarían el cuello finalizando en la zona media-baja de la tabla, con tres y dos puntos de margen respectivamente sobre la zona de promoción de descenso. Una gran temporada para ambos tras su ascenso.

...y dos noches especiales

Cañizares relevando a Zubizarreta en Sevilla (Foto: marca.com)

Llegaba la campaña 93-94 y se abrían nuevas puertas para el de Puertollano. Su fantástico trabajo en el Celta le permitía ser convocado por Javier Clemente para el trascendental partido de la selección española frente a Dinamarca en Sevilla. Poco podía imaginar Cañete la capital importancia que este choque tendría en su futuro. Cuando Andoni Zubizarreta cometió un error infantil y regaló el balón a Michael Laudrup el mundial de Estados Unidos pareció esfumarse para España. El arquero vasco recibía la tarjeta roja y Cañizares, sin tiempo para calentar, salía al terreno de juego para defender la meta de una selección española en inferioridad numérica durante 80 minutos. A partir de ahí tocó resistir los ataques de la campeona de Europa, emergiendo poderosa la figura del guardameta céltico. Una personalidad a prueba de bomba combinada con unos reflejos en su máximo esplendor convirtió a Santi Cañizares en la figura del partido, permitiendo hacer bueno el gol de Fernando Hierro a la salida de un córner. Fue seguramente la noche más gloriosa en la carrera de Cañete, quien posteriormente acudiría con asiduidad a las convocatorias de la selección aunque apenas iba a disfrutar de oportunidades para jugar. Primero Zubizarreta y, años más tarde, Iker Casillas, le cerrarían el paso. Enigmático el episodio que le impidió participar en el mundial de Corea y Japón, cuando se rompió un tendón del pie. La versión oficial de los hechos contaba que un frasco de colonia se había estrellado contra su extremidad inferior provocando la desafortunada lesión.

Foto: yojugueenelcelta.com

Volviendo a la temporada 93-94, no conseguiría esta vez acercarse al Zamora. Sus 51 tantos encajados se quedaron muy lejos de los 18 de Paco Liaño, provocando a su vez que el Celta sufriese más que durante la temporada anterior. El final de liga tuvo poco de bonito, con un vergonzoso empate sin goles en Pucela que aseguraba la permanencia del Celta y evitaba el descenso directo del Valladolid. Mucho mejor irían las cosas en la Copa del Rey, llegando hasta la final del Calderón. Allí los de Vigo dieron la cara y solo un penalti errado por Alejo impidió que el trofeo viajase a Galicia. La incapacidad de Cañizares para detener alguna de las cinco penas máximas que ejecutaron los maños fue de los pocos reproches que se le hicieron en Vigo, cediendo en aquel irrepetible 20 de abril el papel de héroe a Andoni Cedrún.

Un currículum extenso

Cañizares ponía así punto final a su estancia en la ciudad olívica, fichando por el Real Madrid, equipo en el que militaría durante cuatro irregulares campañas. En 1998 cambiaría la capital por la ciudad del Turia para dedicarse al Valencia durante diez temporadas hasta su retirada en 2008. Allí logró otros tres trofeos Zamora junto con dos ligas, dos Copas del Rey y una Copa de la UEFA, entre otros títulos. Su retirada llegó en 2008, tras una última campaña con problemas a las órdenes de Ronald Koeman. Hoy en día Santiago Cañizares trabaja como comentarista deportivo, actividad que compagina con su afición por el mundo de los rallies.

Foto: ecodiario.eleconomista.es

Como guardameta destacó especialmente por una gran colocación y unos prodigiosos reflejos. No poseía demasiada elasticidad, lo que le confería aspecto de guardameta ochentero. Pero bajo esa estampa un tanto rígida se escondía un sensacional portero que siempre lo dio todo. Nunca destacó como especialista en parar penaltis, tal y como quedó claro en aquella final ante el Zaragoza. En su currículum destacan los logros obtenidos en Real Madrid y Valencia aunque si hubo un equipo en el que brilló con luz propia ese fue el Celta. En Balaídos Cañete brindó grandes tardes que le sirvieron como rampa de lanzamiento para todo lo que vendría después. A buen seguro que nunca lo olvidará.