Ambiente de gala en Mestalla para recibir a un Fútbol Club Barcelona que se presuponía como el rival a batir tras la derrota en el Ciutat y el empate en casa ante el Athletic Club. Los culés, con un improvisado centro del campo tratarían de llevarse los tres puntos de un estadio hasta el momento inexpugnable. El duelo comenzó con el balón azulgrana pero con la peligrosidad de las transiciones chés. En una de ellas Negredo le sacó la tarjeta a Mathieu y consecutivamente Rodrigo en una acción individual sacó un disparo desde  el vértice derecho del área que obligó a Bravo a participar. Minutos después fue un balón a la espalda de la zaga blanquinegra en dirección a un Neymar que dejó en el punto de penal en bandeja de plata el gol a Suárez. El charrúa se encontró con Diego Alves, que levantó Mestalla para celebrar la parada como si de un gol se tratase.

Las ocasiones no cesaban y pasado el cuarto de hora, una buena acción en la frontal generó una falta. Parejo portaba las ilusiones locales, que se fueron por encima del travesaño.  Sin tiempo para respirar, un nuevo balón a la espalda de los defensas para Neymar fue cortado in extremis por Otamendi. El argentino recriminó al brasileño que se tirase y la tensión acumulada desembocó en una trifulca con amonestaciones para Piqué y Barragán.

El dominio inicial culé dio paso a ocasiones chés

La tensión y las disputas condujeron a un cambio leve de guion en el encuentro. El balón ya no era tan azulgrana y las llegadas continuaban sucediéndose. Con Negredo llevando de cabeza a la zaga culé, fue André Gomes quien pasada la media hora de juego puso el “¡uy!” en Mestalla. Un disparo con la izquierda buscando la cepa del poste con rosca se perdió por poco. Antes, un nuevo pase a la espalda de la defensa valencianista dejó a Suárez solo ante Diego Alves con la salvedad de un discutido fuera de juego señalado por el colegiado andaluz. Como Negredo, André Gomes también se hacía grande según se avanzaba hacia la medianoche a orillas del río Turia.

No cesaba el espectáculo y no cesó hasta que Fernández Borbalán decidió. Hasta el último segundo de la primera mitad el partido dejó al espectador embobado ante lo que era una exhibición futbolística sobre el renovado tapete de Mestalla. Y es que en una transición excelsa iniciada por Feghouli en la frontal de área propia se llegó a la mejor ocasión ché. Negredo abrió para Rodrigo, que fijó de forma perfecta al zaguero culé y permitió a André Gomes rememorar el tanto frente al Atlético. En esta ocasión el luso no acertó y el balón golpeó en el lateral de la red. En segundos se pasó de la lamentación al ánimo de una grada hermanada con un equipo que había competido 46 minutos a uno de los gallos de la competición.

El tiempo de asueto no cambió en nada los visos de un partido vibrante. Con cada vez menor posesión barcelonista, el Valencia tomaba como práctiva habitual estar en las inmediaciones del área de Bravo. Rodrigo y Negredo no terminaban de culminar las llegadas de un equipo que se sentía seguro en las transiciones. Un resbalón de Otamendi permitió a Suárez tras saque de esquina cabecear sin marca desviado. Y es que si las sensaciones de peligro era crecientes en favor de los ché, la terna de atacantes culés no permitían un segundo de relajación. El ‘9’ uruguayo así lo plasmó en un nuevo desmarque a la espalda de la defensa que acabó con un disparo al lateral de la red.

Consecutivamente en un saque de esquina mal ejecutado por Feghouli, el balón acabó en los pies de Rodrigo en el segundo palo. Este, con Bravo fuera de sitio encontró la meta culé pero justamente donde andaba Piqué para despejar sobre la línea. Con Neymar dejando destellos de su calidad individual, el Barça trataba de encontrarse a sí mismo mientras el vértigo entraba en el cuerpo de la afición ché pese a las buenas sensaciones del cuadro de Nuno. El brasileño, de hecho, cuando se pasaba la hora de juego desde la frontal del área tuvo una nueva oportunidad en favor de los suyos nuevamente desviado.

La embestida ché de los primeros compases de la segunda mitad disminuía cuando Luis Enrique decidió dar entrada a Rakitic en lugar de Mathieu. Asimismo, Suárez  se encontraba con un gol que le anularon en una posición muy discutida. Pese a ello, el Valencia se encontró con una nueva transición que permitía a Feghouli quedarse solo ante Bravo en un uno para uno que ganó el sudamericano. La mejor ocasión para los ché y la enésima que desbarataba el conjunto de la Ciudad Condal. Continuaba el Valencia creciendo y Bravo haciéndose grande. Fue en el 77’ cuando Negredo se encontró con el chileno en un disparo desde dentro del área.

Busquets tiró un jarro de agua helada

El ariete la tuvo antes de que a diez minutos del final saliese Alcácer. Filipe también salió en lugar de un lesionado Parejo mientras que Luis Enrique dio asueto a un activo Suárez y Xavi para desequilibrar con Pedro y Rafinha. El cansancio hacía mella en el equipo valencianista, pero aun así no permitía al Barcelona llegar al área rival e incluso mantenía vivo el peligro sobre el área rival. Ya en el descuento, con un contraataque sin culminar del Valencia, Messi quedaba solo ante Alves por primera vez. Parecía gol y la tragedia se mascaba con un guion ya escrito. Pero el salvador, Otamendi, permitió que el empate a cero se mantuviese.

Simplemente fue un espejismo, un resquicio de esperanza para que una película de terror tan repetida en el feudo ché no volviese a aparecer. Pero no fue así y la historia volvió a ceñirse en contra de los valencianistas. En un saque de esquina, arte tan positivo para los blanquinegros durante la temporada, llegó el tanto azulgrana. Diego Alves mantuvo hasta el final una abdicación ché que tan solo llegó con Busquets empujando el balón contra la red previo rechazo en Otamendi. Sensaciones encontradas, de nuevo, en un estadio que empieza a acostumbrarse a golpes anímicos directos a la yugular.

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