La actualidad rojilla durante la semana excedió del dominio de los medios navarros. Osasuna ocupó portadas a nivel nacional y la parroquia rojilla quedó desbordada por el caudal y goteo constante de informaciones relacionadas con el equipo de Pamplona. Sin embargo, los titulares que presidían esas noticias no eran del agrado del socio, ni del simpatizante, ni de los jugadores, cuerpo técnico o directiva —actual y anteriores—. Y, entre tanto, algunos se olvidaban de que cinco kilómetros más allá —distancia que separa las oficinas de El Sadar de los campos de entrenamiento de Tajonar— Osasuna preparaba un partido importante ante el Mallorca. Importante para desviar la atención de las cuentas y amaños; importante para no caer en el fondo de la clasificación; importante para romper una racha negativa de dos derrotas consecutivas y malas sensaciones; importante, sobre todo, para esculpir una sonrisa en la cara del maltratado seguidor rojillo.

"¡Ahí va! ¡Si hoy hay fútbol!", se sorprendería esta mañana algún parroquiano osasunista al buscar en el periódico las páginas de deporte. "¡Y en abierto!", podría añadir, porque no está la cosa muy animada como para desplazarse para ver a Osasuna —y aún así, siempre hay locos entrañables que cogen el macuto y la bufanda—. Una lástima, porque casi lo mejor para este aficionado hubiera sido alargar su siesta, darse un paseo o ver una película. O limpiar, trabajar, estudiar, etc. Cualquier cosa mejor que enchufarse al televisor para ver semejante despropósito. Ya lo dijo Urban, es casi imposible aislarse de un tema tan importante, pero a más de uno le ha afectado no solo a la moral y la concentración, sino a las piernas y las ganas de luchar.

Pasados por agua

Tras el lapidario partido ante la Llagostera, Urban se cobrara su primera víctima: Cadamuro. El argelino había colmado la paciencia hasta del más permisivo de los aficionados y ante el Mallorca lo pagaría quedándose en Pamplona. Una vez en la isla, fue Loé, poco acertado en las dos últimas derrota —especialmente ante el Real Zaragoza—, el que recibiría el castigo del técnico: el camerunés vería el duelo desde el banquillo de principio a fin. En el once, tres cambios: Echaide entraba —aunque en el lateral derecho— por Cadamuro, Nekounam lo hacía por Raoul y Nino por otra de las grandes decepciones de la jornada anterior, Ansarifard.

Enfrente, un Mallorca en plena reanimación. Tres derrotas en cuatro partidos le costaron el puesto a Valery Karpin que, frente al Recre el pasado domingo, ya no se sentó en el banquillo bermellón. Lo hizo el exfutbolista Miquel Soler y logró un valioso empate en el Colombino aún a pesar de la expulsión de su estrella, Marco Asensio, en la primera mitad. Pero el despertar definitivo de un equipo comatoso ha sido con un chute subliminal de insulina, pues ante los rojillos salieron, ya desde el primer minuto, con un aire renovado, enérgico y un plus de concentración, especialmente en defensa.

No obstante, los primeros compases evidenciaron la necesidad de ambos equipos. Precavidos pero envalentonados. Muchos hombres en área contraria, presión arriba, etc. La banda derecha como principal vía para el ataque en ambos conjuntos: la velocidad de Cedrick y la verticalidad de Pereira. Los centrales en ambas canchas tuvieron que emplearse a fondo para sacar algún centro peligroso sobre sus dominios, aunque también hubo remates a puerta: Saborit, en el minuto 2, y Olavide, en el 6, evidenciaron su escasa vocación ofensiva —el primero— y su inexperiencia —el segundo— con sendos disparos a las manos de Santamaría y Cabrero.

Olavide volvió a ser titular en la mediapunta. Fotografía: Joan Lladó [Diario de Noticias].

La lluvia y el granizo marcaron el primer cuarto del encuentro

Pero pronto, un invitado inesperado hizo entrada en el viejo Son Moix. La lluvia. Y el viento. Y después el hielo en forma de granizo. Una tormenta tropical inundaba el estadio. Algunos aficionados abandonaron las gradas y la intensidad de la tormenta hizo hasta peligrar el encuentro si el césped del Iberostar no era capaz de filtrar la cantidad de litros que cayeron en unos pocos minutos. Ambos equipos echaron el freno. La pista rápida no interesaba a ninguno de los dos combatientes y una tregua improvisada condicionó el encuentro durante varias jugadas.

Afortunadamente, el repentino temporal redujo su intensidad considerablemente pasados diez minutos y Xisco dio de nuevo el pistoletazo de salida con un remate blando a las manos de Santamaría. El delantero mallorquín se reenganchaba al partido con ganas y, apenas cuatro minutos más tarde, volvía a cabecear, esta vez desviado, tras imponerse por mucho en el salto a los hermanos Flaño. El exjugador de Deportivo, Newcastle y Córdoba, entre otros, tomaba el peso de su equipo en ataque, mientras que en Osasuna Cedrick seguía siendo el jugador más peligroso. El congoleño le ganó todos los duelo individuales a Saborit al que, incluso, le forzó una cartulina amarilla. Sin embargo, cuando peor se las veía el lateral catalán, Cedrick y Torres cambiaban de banda mutilando gran parte de las opciones del ataque rojillo.

Repasados por el Mallorca

El partido había vuelto a equilibrarse, pero los sobresaltos no llegaron hasta pasados otros diez minutos, concretamente en el 34. Xisco controlaba en el punto de penalti un balón de espaldas a portería, un defensor rojillo lograba meter la puntera y sacar el balón de los pies del delantero dejando un esférico muerto en la frontal del área. Arana golpeaba la pelota con violencia y el esférico se estrellaba en el palo zurdo de Santamaría instaurando el nerviosismo en la zaga osasunista.

Xisco y Arana mataron a Osasuna en tres minutos

La ocasión animó al Mallorca que se tiró como perro en celo al ataque y, en la siguiente jugada, obtuvo su premio ante un Osasuna en shock. Pau Cendrós ganaba el centro y el capitán bermellón filtraba una pelota en profundidad para Xisco en el flanco diestro del área que, en uno contra uno, solo y con tiempo, consiguió batir a Santamaría con un disparo cruzado que hizo subir el 1-0 al marcador. Saltaban las alarmas, minuto 35.

El gol del Mallorca rompía los esquemas de Urban y quebraba la línea defensiva rojilla. Xisco había entrado como Pedro por su casa ganándole la zona sin disputas a Miguel Flaño. Y, sin tiempo para lamentaciones, un nuevo mazazo. Un balón dividido en la medular termina en los pies de Manuel Arana tras un rechace desafortunado. El atacante andaluz levantaba la cabeza y solo veía campo. Iniciaba una frenética carrera en solitario con la única oposición de Cedrick, que intentó evitar la tragedia hasta el último metro. Sin embargo Arana se había metido la portería entre ceja y ceja y ni siquiera la pequeña zancadilla del congoleño le paró. Solo ante Santamaría, puso la guinda. Una guinda caída del cielo, una vaselina soberbia por encima del meta que hacía trabajar al encargado del videomarcador: 2-0, minuto 38.

En tres minutos el Mallorca ponía a Osasuna patas arriba y los peores pronósticos se confirmaban con un hecho significativo que, a lo largo de la temporada, viene a ilustrar a la perfección las situaciones irreversibles de este equipo: Nino cogía un balón a cuarenta metros de la portería y le pegaba muy desviado y por encima del larguero. Gesto de impotencia, de rabia. Osasuna había echado por tierra el partido y, a diferencia del encuentro de ida, nadie creía en la remontada.

Osasuna no supo reponerse tras los dos goles del Mallorca. Fotografía: Joan Lladó [Diario de Noticias].

Puntilla y agonía

Comenzaba la segunda parte del encuentro y para Osasuna, más que una oportunidad, parecía un suplicio. El Mallorca saltaba de nuevo al césped con ganas y sin la lluvia incomodando su juego. El equipo insular embotelló a los rojillos en su área y, en el minuto 49, Xisco perdonó la sentencia. Con todo de cara, llegando desde atrás y en el punto de penalti, le pegó directamente fuera tras una gran asistencia de Pereira. El tercero del Mallorca estaba más cerca que un tanto visitante que abriera el partido. Solo la lesión de Cendrós —de los mejores de su equipo mientras estuvo en cancha— puso mínimamente nervioso al conjunto bermellón.

El equipo de Miquel Soler dio un paso atrás y Osasuna medio hacia delante. Olavide, primero, y Cedrick, después, lo intentaron de forma consecutiva desde la frontal con sendas voleas que pusieron en aprietos a Cabrero: la del chaval se marchó rozando el palo y la del congoleño la acabó blocando sobre la línea de gol. Era el minuto 60 y tres más tarde los dos abandonaban el terreno de juego en beneficio de Kodro y Álex Berenguer. Y aunque el extremo lo intentó con insistencia por su banda, Osasuna prácticamente no volvería a pisar área. De hecho, fue el Mallorca el que nuevamente pudo sentenciar, esta vez por medio de Arana, que volvió a encontrar una autopista para plantarse frente a Santamaría, pero se encontró con una rápida reacción del meta tirándose para tapar su disparo.

Tres goles anulados en la recta final, dos de ellos a Osasuna

El que no volvería a perdonar sería Xisco. Avisó con un gol bien anulado por fuera de juego en el 69, pero completó su faena con un tanto de bella factura que, esta vez sí, decantaba definitivamente el duelo del bando local. Una vez más, el Mallorca salía en tromba al ataque y el delantero recibía el balón en el pico del área ante Miguel Flaño. Recorte, golpeo al palo largo y gol tras tocar en el poste. Su segundo de la tarde y sin despeinarse. Con un Mallorca enchufado y un Osasuna sin defensa, 3-0 (minuto 72).

Con el partido decidido, Miquel Soler quitaba a Joselu para dar entrada a Cristian Bustos. Un delantero por un mediocentro. El técnico catalán daba por buena la ventaja y se dispuso a dar un nuevo pasito atrás en pro de la posesión del esférico. Sin embargo, continuó siendo el equipo local el que más intentó sumarse al ataque. Osasuna estaba muerto y solo la entrada de José García dio algo de aire al equipo. Primero fue Berenguer al que le anularon un gol por supuesta falta tras zafarse del defensor a centro de su compañero; después fue Vujadinovic quien vio como su tanto no subía al marcador por fuera de juego tras centro de José García. Por último, otra falta peligrosa botada por el recién incorporado terminó en un remate franco de cabeza para Nekounam que se marchó por encima del larguero. Y, aún con todo esto, Osasuna no dio sensación de peligro.

Terminaba el encuentro y los rojillos salían escaldados de Son Moix. Los jugadores, Urban y hasta el pobre Richard Sanzol, que vivió en primera persona un nuevo descalabro osasunista como consecuencia de las sanciones al primer y segundo entrenador rojillo. Con estos tres puntos, el Mallorca adelanta a Osasuna en la clasificación; con estos tres goles, el Mallorca se lleva el gol average particular con los navarros. A falta de los partidos de Albacete, Recreativo y Tenerife, los rojillos están cinco por encima del descenso —siempre, teniendo en cuenta el partido aplazado frente al Alavés—. La zona alta... La zona alta ya mejor ni mirarla de reojo.

Richard Sanzol volvió a ejercer de técnico rojillo. Fotografía: Joan Lladó [Diario de Noticias].