En el juego de Tronos, o ganas o mueres. Con esta lapidaria frase se presentaban a la batalla las dos casas más importantes del fútbol gallego. Dos equipos venidos a más últimamente, con gusto por el fútbol ofensivo y con una rivalidad tan enorme que transforma en una final cualquier choque entre ambos.

Fuego valirio

Un Riazor lleno, una caldera a presión, un campo de batalla ardoroso, que calentaría el más crudo de los inviernos. Con los onces esperados —excepto por la novedad de Charles en lugar de Larrivey—, lo que sorprendió fue el desarrollo inicial. Imbuido por la fogosidad ambiental, el Deportivo salió con todo a por el partido. Una presión muy alta cortaba la salida de balón del Celta y obligaba a los centrales celestes a jugar al pelotazo. La propuesta herculina sorprendió a los vigueses, que se vieron superados en el primer tramo.

La presión del Dépor sorprendió al Celta

Tras una de esas pérdidas celestes, Lucas Pérez, hiperactivo todo el encuentro, fue el primero en intentarlo a los tres minutos. Su disparo, muy flojo, fue atrapado por Sergio. Toda una declaración de intenciones de un Víctor Fernández que quería darle a su exequipo un poco de su propia medicina. El partido arrancó trepidante, y en la siguiente jugada, Charles le robó la cartera a Lopo y fue derribado por el central cuando iniciaba una galopada hacia la portería. Pérez Montero decretó amarilla, a pesar de que el catalán era el último hombre. Inmediatamente después, Cavaleiro remataba fuera, rozando el palo, a la salida de un córner. ¡Qué locura!

La asfixiante presión del Dépor impedía la continuidad del juego celeste, que solo conseguía llegar de forma aislada a zonas de remate. Orellana y Nolito lo intentaron desde el pico del área sin demasiado éxito. Eran los locales los que empujaban y en el minuto 18, Oriol Riera puso a prueba a Sergio que desvió a córner.

El Muro cae; aparece el caminante blanco

La intensidad del Dépor le permitía robar muy cerca del área rival. Sin embargo, el Celta no sufría demasiado, mostrando una notoria solvencia defensiva. Además, un ritmo así no se puede mantener mucho tiempo y a partir de la media hora de juego, los celestes empezaron a crecer.

Augusto estuvo imperial. (Foto: Paco Rodríguez | La Voz de Galicia).

Sacudido de la presión inicial, un hombrecillo de ojos claros llegado del frío se puso a los mandos. Michael Krohn-Dehli empezó a aparecer por todas partes, a repartir juego, a mover a su equipo, a marcar diferencias. El Celta creció de su mano y empezó a parecerse a sí mismo. Más veloz, más preciso. La pelota pasó a pertenecerle a los vigueses y la inercia del partido cambió. Borges y Bergantiños llegaban un segundo más tarde que al principio, tiempo suficiente para que la redonda circulase a buen ritmo.

No contento con eso, el danés sacó el conejo de la chistera en una magistral asistencia para Charles. El brasileño anduvo lento de reflejos, dejó botar el balón, y dio tiempo a Fabricio para que llegase. Una conducción de 50 metros y una asistencia a Nolito, las otras perlas del colosal tramo final de primer tiempo de Krohn.

La boda roja

El primer tiempo acabó con la sensación de que el Celta le había dado la vuelta a la tostada, pero también con la posibilidad palpable de que el Dépor volviese a salir en tromba en la segunda parte. Las especulaciones son eso, especulaciones. Los celestes no necesitaron ni un minuto para hacer saltar por los aires la determinación local. Fulgurante transición con una conducción diagonal de Nolito, Charles tiró el desmarque de arrastre y se llevó a Sidnei para que su hueco lo ocupase Orellana que, con una pasmosa sangre fría, centró para el brasileño que remachó a la red en el segundo palo. Jugada made in Celta. Gol.

Empezaba un nuevo partido, en el que la animosidad del Dépor podía convertirse en precipitación. Los celestes percibieron la ansiedad de su rival y se lanzaron a matar el partido. No fue así. A pesar de las imprecisiones locales, los de Berizzo no fueron capaces de encontrar el segundo gol en esta fase.

El Celta creció de la mano de Krohn-Dehli

Fue entonces cuando llegaron los mejores minutos del Dépor, comandados por un Lucas Pérez irreductible. El coruñés aglutinó todo el peligro de su equipo y fue un quebradero de cabeza para la defensa celeste. Lo intentó con varios disparos, pero fue uno, a la media vuelta, el que se encontró con una gran respuesta de Sergio, que volvió a despejar un disparo posterior de Hélder Costa. El rechace le cayó a Oriol Riera que, a puerta vacía, remató contra el larguero, desperdiciando la ocasión más clara del Deportivo. De nuevo Oriol volvió a desperdiciar una oportunidad al errar el control de un gran servicio de Lucas. En esos minutos de asedio deportivista, el capitán celeste se erigió por encima del resto. Imperial. Augusto Fernández brilló con luz propia. Cortó, aguantó el balón, le dio salida. Enorme despliegue del argentino.

La ocasión de Riera pudo cambiar el partido. Sin embargo, la acción que lo hizo llegó pocos minutos después. Lopo arrolló a Charles, que estaba de espaldas a 60 metros de la portería del Dépor. Segunda amarilla para el catalán. Los locales recibían un segundo golpe, del que ya no se levantarían.

Foto: César Quian | La Voz de Galicia.

El Dépor no se quiso rendir, pero la superioridad era evidente. Larrivey entró por un lesionado Charles y Álex López por Orellana para blindar el centro del campo. Los celestes no dejaron de presionar en ningún momento, a pesar de ir ganando y con un hombre más. Fruto de esa presión, el ariete argentino le robó la cartera a Luisinho, dribló a Fabricio y anotó a placer el segundo tanto, completando la sangría. Grave error del lateral del que se aprovechó Larri, que buscó su premio y lo encontró. Tres derbis, tres victorias y gol en todos ellos para el de Gualeguay.

Se aleja el invierno

Ya no había ni rastro de la animosidad exhibida por el estadio de Riazor. Ya solo se escuchaba al millar de aficionados vigueses desplazados a A Coruña. El Celta pudo aumentar la renta, pero dos fueras de juego de Nolito y una intervención de Fabricio a disparo de Krohn-Dehli, lo evitaron.

El partido acabó y los celestes sumaron su tercera victoria consecutiva en un derbi. Berizzo le tiene tomada la medida al que fuera su entrenador, Víctor Fernández. El Celta derrotó al Deportivo en el derbi de pretemporada y en los dos ligueros, confirmando su supremacía en Galicia. Confirmando que es el Rey en el Norte. Ya no hay ni rastro del crudo invierno que tuvo a los vigueses diez jornadas sin ganar. Diez puntos de los últimos doce en juego espantan fantasmas y dejan la permanencia a tiro de piedra. El Elche en Balaídos será la siguiente estación.

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