La figura del mediocentro con recorrido, que es capaz de ser uno de los referentes del equipo tanto a la hora de defender como a la de atacar, ha quedado marginada en el actual fútbol, con muchos más centrocampistas posicionales y específicos en su labor. Pero en la época de los 70 y 80, abundaban jugadores con estas características.

Manolo Mesa fue uno de ellos. Un jugador capaz de ser el primero a la hora de defender, y unos pocos segundos después pisar el área rival para culminar una acción ofensiva de su equipo. Gracias a su excepcional condición física se ganó el apodo de “Siete Pulmones”, ya que parecía que nunca dejaba de correr.

Otro “hijo” de Enrique Casas

Mesa jugaba en la Balompédica Linense, club andaluz. Pero entonces se cruzó en su vida Enrique Casas, el sin lugar a duda mejor ojeador de la historia del Sporting. Un hombre que a sus espaldas llevaba el descubrimiento de jugadores míticos como Ferrero o Joaquín, entre otros muchos. Digo “llevaba” porque lamentablemente, Casas falleció en el 2002.

Pues bien, Casas regresó de un viaje a Andalucía con un chico de raza gitana, con melena, de 22 años y un fuerte acento andaluz, por lo que se ganó el apodo entre sus compañeros de “Quillo”. Su llegada no fue la mejor posible, y es que el entrenador Vicente Miera no le encontraba sitio en el centro del campo, y en sus dos primeras temporadas, se tuvo que conformar con ser un habitual en salir del banquillo.

Cambio de rumbo en Valencia

Todo cambió para Manolo Mesa en un Valencia-Sporting del año 1978, en un choque disputado en el Estadio Luis Casanova, actualmente conocido como Mestalla. En dicho partido, Uria se lesionó, y el elegido para sustituirle fue Mesa. El magnífico recital del andaluz hizo que se ganara el puesto en el equipo, y desde entonces, salvo por alguna inoportuna lesión, Mesa fue el centrocampista del Sporting de Gijón.

Eventualmente ocupaba la posición de extremo, pero donde se sentía más cómoda era por el centro, donde era un baluarte en defensa y un jugador capaz de anotar varios goles por temporada, siendo su mejor registro de siete tantos. En dicha posición, Mesa ayudó al equipo a llegar a dos finales de Copa del Rey, a un subcampeonato de Liga y a disputar cuatro Copas de la UEFA, en definitiva, los mejores años del Sporting desde que fue fundado allá por 1905.

No tuvo tanta suerte con la Selección Española, ya que solo defendió la camiseta del equipo nacional en dos ocasiones, anotando un gol en su debut frente a Dinamarca. Varias lesiones hicieron que fuera incapaz de tener continuidad con España, llegando a perderse el Mundial 82, evento para el que parecía que podía ser convocado.

Polémica en su renovación

Tras la temporada 1986/87, Mesa concluía contrato. Muchos fueron los compañeros de equipo que presionar al club y a sus dirigentes para que renovaran al andaluz, que a sus 34 años, ofrecía dudas sobre su rendimiento. Al no producirse la renovación, Mesa firmó por el Murcia, pero tras pocos meses rescindió su contrato al no sentirse a gusto. Puso dirección entonces a Xerez, donde sí que encontró comodidad. Finalmente, puso fin a su carrera en 1992 en la Balompédica Linense, club que le vio nacer.

Como anécdota final, las dificultades en torno a su fichaje, ya que por aquel entonces, la Balompédica y el Real Betis eran club afiliados, y el equipo verdiblanco, al conocer la marcha de Mesa a Asturias, intentó dinamitar su fichaje. Todo concluyó al hacerse lo que el propio Mesa denominó como una “excepción”. Quien sabe qué hubiera pasado con este magnífico jugador si por aquel entonces no se le hubiera permitido salir de Andalucía…