Dos equipos con gusto por el balón, pero con la mente puesta en distintos objetivos. Los de Marcelino, a priori, presentaban un once que mantenía la mirada hacia la Copa, dejando a algunos de sus grandes activos en el banco, buscando refresco en las piernas. Sin embargo, Ancelotti, volvía a presentar las mismas once caras en las que había confiado en sus últimos dos compromisos, y que a falta de que los lesionados dejen atrás sus problemas, parece que son los hombres en los que más confía el italiano.

Se confirmaba la presencia de Lucas Silva, la suplencia de Illarra y la posibilidad, gracias al tropezón rojiblanco en el Pizjuán, pudiendo dejar a los de Simeone distanciados en nueve puntos, de obtener un triunfo. El Real Madrid dejaba parte de protagonismo a los chicos de la sección de básket, que saltaban al campo para brindarle, entre el 'campeones, campeones' de la afición, la consecución del título de Copa al Bernabéu, que devolvió el cariño con una estruendosa ovación.

El Villarreal no se amilana

El Villarreal, en cambio, y a pesar de las ausencias, no estaba dispuesto a renunciar a su oportunidad de volver a Castellón con los tres puntos. Por medio de Gerard, que recogió un balón peligroso tras la salida de un córner. Sólo, ante un Casillas que tardó demasiado en salir pero que luego se hizo muy grande, marró una gran ocasión, que tuvo su segunda parte en un rechace que despejó, lanzándose en plancha, Carvajal de cabeza.

La mejor ocasión para los amarillos se desvanecía, ante el estupor de una grada que saltó al unísono celebrando la doble parada de sus futbolistas. No se había cubierto el primer cuarto de hora, y apenas un tiro sin excesiva potencia de Cristiano que Asenjo atrapó abajo sin problemas, era el único bagaje ofensivo de un Madrid que había sido incapaz de tomar las riendas del choque.

Pérdidas en zona de ataque, posesiones largas del Villarreal, y el crono, sin ser un problema grande, pasaba manteniendo el resultado de inicio. A pesar de que el cuadro amarillo empezaba a dar pasos atrás, y que el cuero cada vez entraba más en contacto con los empeines blancos, el peligro no se asomaba al marco de Asenjo, que vivía tranquilo el choque.

A base de córners, faltas laterales y centros de Bale con el exterior, el Madrid mostraba sus credenciales, sin excesivo apego, para inaugurar el luminoso. Pero el que levantaba por encima de los demás era Isco. En connivencia con Kroos, manejaban al equipo al antojo, pero el malagueño recibía los aplausos. Con una suerte de quiebros, controles, arranques y parones, acercaba Arroyo de la Miel a Concha Espina, y exponía lo practicado en la puerta de su casa como si de un infante, disfrutando por primera vez con un pedazo de cuero, se tratase.

Un claro penalti sobre Cristiano le sirvió al portugués para sumar su gol número 30 en Liga, y abrir el marcador

Entre pases errados e intentos de percutir por banda, murió el primer tiempo. Bale mandó un balón al larguero, consecuencia de un centro, participativo en esencia pero errático en la forma, se llevó algunos pitos en el ocaso de la primera parte, que convirtió en aplausos gracias a una carrera para hacer inútil la pérdida de Carvajal en línea defensiva, y la carrera de Moi Gómez hacia el arco de Casillas.

Un Madrid más activo, intenso y acertado saltó al césped tras pasar quince minutos con Ancelotti. Apenas tardó cinco en crear una primera ocasión de peligro, que Bailly facilitó agarrando ostentosamente a Cristiano, para terminar tumbándole como si de una llave de judo se tratase, en el corazón del área pequeña. El luso, que iba a rematar de testa a la red, tuvo que esperarse un minuto para hacerlo desde los once metros, y obligar a un inédito Asenjo a recoger el cuero de sus dominios.

La alegría va por barrios

Se adelantaba el Madrid en los albores del segundo tiempo, y hasta en dos ocasiones Cristiano volvía a rondar la portería amarilla. Primero recogiendo un balón de Bale a su desmarque, y estrellándolo en el mano a mano en Asenjo. En la siguiente acción, invirtiendo papeles, y dándole una oportunidad al galés de despejar el mal fario cara a portería, sirviéndole un tiro desde la frontal, liberado, que el de Cardiff mandó al segundo anfiteatro.

Pero Marcelino decidió que había acabado el descanso de Vietto y Trigueros. Dos de sus puntales saltaban al campo, y apenas tres minutos después y una gran jugada coral más tarde, Gerard recogía un balón suelto en la frontal del área merengue para, con la zurda, devolver la igualada al choque. La alegría blanca se extinguía al mismo ritmo que el cuadro amarillo demostraba su negativa a tirar al toalla.

Nuevamente Cristiano, en otra exhibición de potencia en la carrera con Bailly, se plantó ante Asenjo, que por segunda vez volvía a imponerse al punta blanco, y en dos tiempos se hacía con el balón. La siguiente intervención del arquero amarillo tuvo aún más mérito, y a Cristiano como nuevo protagonista. El luso conectó un soberbio cabezazo a la escuadra, que sólo detuvo, y cuándo ya se cantaba gol, la aparición de la manopla del arquero palentino, decisivo para su equipo.

Al compás de su gol, y la entrada de los mejores activos amarillos, los de Marcelino crecieron. De la mano del menor de los Dos Santos, Vietto y Trigueros, el control pasó a ser monopolio del Submarino. Sin crear peligro pero sin permitir que el Madrid lo crease, los castellonenses fueron sacando de quicio a una grada que comenzaba a disgustarse por las carencias de los suyos sobre el verde.

Tensión en la grada

Pero el mayor de los enfados llegó con Ancelotti. El italiano retiró, para la sorpresa general, a Isco del campo y así darle entrada a Illarramendi. La salida del malacitano del campo provocó una sonorosísima pitada del Bernabéu hacia su entrenador, y unos cánticos en favor del futbolista, que dejaba su sitio al de Mutriku.

La grada, caliente, castigaba cada pérdida de los suyos y cada segundo que tardaban en ir al ataque con música de viento, con el consiguiente punto de nerviosismo que ello causaba a los jugadores, que se mostraban imprecisos en los pases. Mario, en el segundo palo, evitó que la cabeza de Cristiano hiciera un nuevo gol, pero Jesé dispuso de la más clara. Una mala salida de Asenjo le sirvió el balón al canario, aunque algo escorado, que mandó el cuero fuera con la portería vacía.

Se impacientaban arriba y abajo, mientras el Villarreal aguantaba bien ubicado las embestidas pasionales blancas. Chicharito creaba problemas en la zaga amarilla con sus desmarques, y una caída suya en el área desató una nueva oleada de protestas. La heroica imperaba en el Bernabéu. Balones colgados, centros pasados y cortos, y mucha emoción sin premio.

Al final, la ocasión se convirtió en decepción, y el Madrid vio dos puntos recortados en su pelea con el Barcelona y no aumentados con la carrera con el Atlético, ofreciéndole al cuadro culé la ocasión de depender de sí mismo para imponerse en la Liga, con el Clásico a veinte días vista.

Así lo vivimos en VAVEL.