Siguen las mismas taras que impiden el progreso del Zaragoza: juego lento, poco efectivo y poca consistencia. Los maños, en un día como hoy, tenían la oportunidad de sumar otros tres puntos, olvidando así los dos perdidos hace una semana frente al Alcorcón y volviendo a una senda positiva para afianzarse en la promoción. Pero, ante un rival de menor enjundia como el Tenerife y en un campo donde no era extremadamente difícil jugar, fueron incapaces de ganar y ya sienten en su nuca el aliento del recién ascendido Llagostera, cuando aún queda enfrentarse a todos los puntales de la categoría. Los zaragocistas no cuentan ni con el colchón de puntos necesarios para afrontar con cierta tranquilidad estos duelos, ni con el juego que den razones para creer.   

Nada más comenzar, el conjunto aragonés parecía demostrar una actitud diferente a la de los siguientes encuentros. Salió con ganas, valiente, dando un paso hacia adelante y buscando la posesión en campo rival y siendo el protagonista del envite. Faltaba precisión, como siempre, pero con una postura y disposición mucho mejor.

Los maños sumaron tres ocasiones consecutivas. No fueron  para nada peligrosas, pero esas llegadas son de las que generan sensación de peligro en el contrincante y otorgan cierto halo de confianza. Sin embargo, los aragoneses tiraron por la borda lo poco conseguido en el enésimo córner pésimamente defendido. Alcolea, todo el bien que hizo salvando por abajo un minuto antes el gol de Suso, echó a perder su providencial acción no saliendo a blocar el saque de esquina ejecutado por Vitolo, que no fue gol olímpico porque Maxi Pérez ayudó a introducir el esférico en el fondo de las mallas. Se trata de un tanto que genera, de nuevo, la siguiente pregunta: ¿por qué los equipos no cubren los dos palos a la hora de defender este tipo de jugadas? Estrategias que se han perdido y que, como en este caso, podrían haber evitado varios goles.

Los chicharreros se encontraron con un gol totalmente regalado, sin apenas haberlo merecido y en el momento oportuno. El partido se estaba definiendo y no era de nadie, lo que supuso un mazazo para los avispas y una inyección tremenda de moral a los canarios. Desde entonces, los locales se hicieron dueños y señores totales del encuentro. Los zaragocistas seguían con su habitual inconexión como equipo, síntoma de un conjunto deslavazado como este.  

Tanto el tenerife y como el Zaragoza se encontraron con sendos goles sin haberlo merecido Vallejo (se notó que su posición no es la de lateral), dio la talla como pudo. Suso le buscaba constantemente, sin contar el canterano con ninguna ayuda extra para frenarle; pero el hoy capitán supo rehacerse a medida que pasaron los minutos. Dorca y Basha estaban totalmente desaparecidos en el centro del campo. Mientras que los de arriba se mostraban totalmente imprecisos y dubitativos en el último cuarto de campo. Solo quedaba llegar al descanso y que ambos conjuntos trataran de ofrecer un fútbol decente a los espectadores que se acercaron al Heliodoro.

Vallejo aprovecha otro córner mal defendido

Si el Tenerife se había encontrado con el tanto sin apenas haberlo merecido, lo mismo le pasó al Zaragoza en la segunda mitad, y prácticamente de la misma manera. En otro saque de esquina, Dani Hernández despejó fatalmente, de tal manera que el balón cayó en los pies de Dorca. Su disparo fue desviado a gol por Vallejo, salvando un punto en un partido que tenía muy mala pinta para los suyos.

Con el empate de los maños, el encuentro se igualó. Popovic decidió dar entrada a Natxo Insa por Jaime. En un principio, el cambio parecía algo raro. Jaime estaba materializando un partido bastante gris, pero desde el gol del empate, había despertado de forma repentina, con desbordes incisivos por la banda. El preparador zaragocista cortó la progresión del albaceteño durante el envite, cuando Basha tenía amarilla estando totalmente apagado y William José seguía encontrándose en sí mismo.

Sin embargo, Insa dio consistencia al centro del campo por primera vez en toda la tarde,  produciéndose a partir de entonces los mejores momentos de los avispas. Incluso parecía que estaban dispuestos a buscar los tres puntos y llevarse el botín a la capital del Ebro, adelantando la línea de presión. Pero esta racha positiva apenas duró unos minutos, acabándose con la expulsión por doble amarilla de Mario Abrante, teniendo que salir Rubén desde el banquillo para sujetar el empate y no volver con una derrota, dando por tanto el punto por bueno.

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