Jugar en el alambre. Sin red, con todos los rivales esperando, y celebrando, los tropiezos, con el infierno esperando la caída para acoger al equipo durante, al menos, un año entero. Son muchos los que no soportan la presión, el riesgo de cometer un fallo, tropezar, y caer. En el Coliseum se enfrentaban el Getafe, que tiene la suerte de mantener una red que salve cada tropiezo, y que cada vez es más pequeña,  y un Granada que juega sin red, con los ojos vendados y que camina sobre un alambre tan fino como el grosor de una mina de lápiz.

Aun así, los papeles parecían cambiados. Parecía que era el Getafe, que llegaba tras una semana nefasta, sin conseguir ningún gol y con tres derrotas consecutivas, el que llegaba jugando con el alambre. Fue, desde el comienzo del encuentro, un equipo nervioso, impreciso y, en ocasiones, falto de una intensidad que sí demostraba el Granada. El equipo nazarí, que estrenaba entrenador, se mostró tan seguro en lo que hacía como fuerte en defensa. Con las ideas muy claras, sabiendo cómo hacer daño a los getafenses y solidario en el esfuerzo.

Diego Castro y Sarabia, de nuevo titulares

Salía el Getafe al verde del Coliseum con la vuelta al 11 titular de Sarabia y Diego Castro. Ambos ocupando la zona de mediapuntas, junto a Pedro León, en un centro del campo que completaba, como viene siendo habitual, Juan Rodríguez y Lacen, en un intento del madrileño por mantener el balón, buscando la profundidad por bandas que ofrecen los laterales, Vigaray por derecha y Escudero por izquierda. En las áreas, Naldo y Alexis formaban la pareja de centrales, buscando poderío aéreo ante la amenaza que supone El Arabi, mientras que Pablo Franco apostó por la movilidad de Freddy Hinestroza arriba, actuando como falso 9.

Por su parte, el Granada salió con las ideas muy claras. Imprimiendo una intensidad que el Getafe nunca supo igualar, el conjunto rojiblanco apostó por la velocidad de Lass en derecha, por la calidad en el pase de Piti y por la amenaza en el área que supone El Arabi. Y la jugada le salió perfecta a Sandoval, pues los tres fueron los jugadores más destacados del Granada. En un gran comienzo para los locales, que no dejaron de acechar el área de Guaita hasta que Naldo cometiera un penalti claro que serviría a los nazaríes para adelantarse en el marcador. El Arabi no tuvo ningún problema en batir desde los 11 metros al valenciano, inaugurando el marcador y anotando su quinto gol de la temporada.

Pedro León empataría el partido con un gran gol

Granada volvía a sonreír, mientras que Getafe se angustiaba con el paso de los minutos. Un Coliseum nervioso al ver a su equipo falto de ideas, atascado en la seria defensa nazarí, y sin profundidad más allá de las internadas de Escudero por la izquierda. Con Diego Castro ayudando en el centro, fue el lateral vallisoletano quien ofrecía la profundidad que el gallego no podía. Y sólo Escudero fue quien acercó al gol al conjunto de Pablo Franco. Desde su banda izquierda nacieron las mejores jugadas azulonas, con un gran remate de Hinestroza que se marchó alto por poco y un centro que Cala estuvo a punto de introducir en su propia portería, llegando a tocar el palo derecho de la portería de Roberto. Así, hasta que un cambio de orientación de Escudero lo aprovechó Pedro León para establecer el empate en la recta final de la primera parte. Tras un excelente control, el muleño se deshacía de su par y con la izquierda perforaba la portería rojiblanca.

A pesar del empate, la intensidad en el juego volvió a ser cosa andaluza. Volvía a salir adormilado el Getafe, como si se conformara con un empate que le dejaba en la misma situación que la que llegaba al partido. Y el Granada, que seguía jugando en el alambre, fue más intenso. Y otra vez en los primeros 15 minutos se adelantaba en el marcador, otra vez con El Arabi como protagonista. En un centro preciso de Piti que el delantero remataba de forma impecable al interior de la portería de Guaita, que no estuvo acertado en la jugada que propició el centro del ex rayista.

De nuevo el Getafe se veía por detrás en el marcador, de nuevo tenía que reaccionar ante un resultado adverso. El paso de los minutos, la seguridad defensiva nazarí y las imprecisiones locales convirtieron al Getafe en un equipo impreciso, nervioso y alocado. Nadie era capaz de tranquilizar el juego del equipo, que con cada minuto que pasaba, se volvía más predecible para la defensa visitante.

Cambios que no funcionaron

Intentó Pablo Franco revolucionar el partido, introduciendo un hombre de área como Babá Diawará, para intentar aprovechar alguno de los muchos balones centrados desde los laterales, pero el delantero pasó absolutamente desapercibido. Controlado en todo momento por la pareja de centrales nazarí, especialmente por Babin, el partido del cedido por el Sevilla fue totalmente discreto. Diego Castro fue el sacrificado, en un partido en que se mostró, pero no estuvo acertado en la toma de decisiones con balón. Así, el madrileño dio entrada a Ivi y Emi, buscando ya a la desesperada un gol que nunca llegaría. Los sacrificados fueron Mehdi Lacen y Pedro León, lo que provocó el enfado del Coliseum con su entrenador.

A pesar de los cambios, el Getafe continuó siendo impreciso, y sólo con disparos lejanos de Emi o Escudero y centros laterales, consiguieron acercarse a la portería defendida por Roberto. No pasaría nada más en un partido que el Granada se llevaría con total merecimiento, sabiendo sufrir los ataques del Getafe y sabiendo gestionar su ventaja. De ésta forma, el efecto Sandoval surge efecto, y el Granada entra de lleno en la lucha por la salvación. Sigue sin red, y el alambre sobre el que camina sigue siendo igual de fino, pero ya hay motivos para la esperanza. Ya abre los ojos y se acerca al fin del alambre, al cual sueña con llegar. Por su parte, el Getafe ha perdido la oportunidad de sellar una permanencia tan buscada como sufrida, y, pese a que mantiene la red de seguridad, todavía no ha alcanzado su objetivo.