Los nervios estuvieron presentes en el Estadio de los Juegos Mediterráneos. El fantasma del descenso y el miedo al fracaso blanquinegro inundaron todo el partido. Faltas precipitadas, errores defensivos, imprecisiones, lesiones… un partido no apto para cardíacos. Al final Paco Alcácer hizo valer su olfato goleador para devolver a una previa de Champions League. Por el contrario el Almería lo intentó todo para eludir la Segunda División, pero ni los resultados, ni su empuje, acompañaron.

Paco Alcácer. El gol. La serpiente valencianista, si te pica, te mata. Apareció de nuevo el ariete de Torrente para cumplir uno de sus sueños de niño, jugar la Champions League con el Valencia. Lo hizo a lo grande con el gol que daba tres puntos en clave europea a su equipo. El único brillo en unos cuarenta y cinco minutos grises.

La segunda mitad fue un auténtico caos. El partido seguía en tablas tras el primer acto. Sin embargo el escenario cambiaba. Puesto que el Sevilla lograba el 0-3 en su partido rápidamente. Un resultado que obligaba al Valencia a ganar. Lo cierto es que no lo mereció. Pero sí persistió.

El guión para los visitantes fue esperpéntico. Y es que el conjunto andaluz se adelantó por partida doble. Alves abandonó el partido con la rodilla destrozada y en los últimos minutos Parejo vio la segunda amarilla para dejar a su equipo con diez. Digno de una obra de Valle Inclán.

Mientras el Almería empujaba. Con un orgullo y un ímpetu dignos de admiración. Pero sin armas ofensivas. Ahí Otamendi y Mustafi hicieron valer su fortaleza para desactivar cualquier acción de Thievy sobre todo.

Los nervios quemaron el primer cartucho

Ambos equipos querían encarrilar el resultado pronto. Sin embargo pese a que los almerienses lo hicieron. Y por partida doble. El Valencia logró mantener las tablas hasta el descanso. Cuarenta y cinco minutos enviados al limbo. Sin nada decidido.

Los visitantes tuvieron el dominio inicial, aunque sin presencia en los metros finales. Poco a poco el conjunto almeriense tomó el mando del partido. Thievy y Zongo buscaban constantemente la espalda de la zaga che.

Thomas, con ayuda de Alves, fue el que puso el primer tanto del partido. Una magnífica falta botada desde el lateral diestro terminó en la red. Alves falló en la acción, pero el gol fue incontestable. Y la situación delicada para un Valencia obligado.

Más tarde Soriano volvió loco a los visitantes. El veterano mediocampista entró en el campo mediada la primera parte. La lesión de Dos Santos obligó a Sergio a variar el esquema. Soriano ejerció de lo que es, leyenda de la UD Almería. Anotó el 2-1 para los suyos y a punto estuvo de poner el 3-1. Un delirio en la grada local. Y un bálsamo para el ataque rojiblanco.

El balón parado, comodín valencianista

Otamendi. Siempre Nicolás. El argentino de nuevo imperial a la salida de un saque de esquina empataba la contienda. El Valencia sobrevivía a duras penas. Minutos más tarde Mustafi, d enuevo tras un córner, avisaba a Rubén.

El Almería golpeó primero. Por segunda vez. Y el balón parado tuvo que salir al rescate che por enésima vez. En la última jornada. Nuno sacó la pizarra. Jugada ensayada, balón al segundo palo y Feghouli remacha la pelota en el área pequeña. La misma historia. Una secuela que le vale al Valencia para regresar a la Champions League.