Dice el refranero popular español que a la tercera va la vencida; pero también dice que no hay dos sin tres. En esa vicisitud se hallaba el deportivismo durante los días previos al partido. Al Partido. Bailando entre el optimismo y el pesimismo según la perspectiva que tomasen las numerosas cábalas que llenaron las redes sociales y los diarios para poner a prueba los nervios de una afición.

Del pasillo a la fiesta de Xavi

El Dépor se presentó en el Camp Nou con varios frentes abiertos. Tenía que puntuar ante el flamante Campeón de Liga, previo pasillo, que le brindaba tributo a Xavi Hernández en el día de su despedida. Los gallegos parecían meros invitados a una fiesta donde los anfitriones monopolizaron y avasallaron a sus improvisados huéspedes. Por otro lado, el conjunto de Víctor Sánchez del Amo luchaba contra la inercia de ascensos y descensos que predomina en las últimas campañas en la Plaza de Pontevedra. El fantasma de aquel "equipo ascensor" de los años 60 predominaba sobre las mentes y el ambiente. A pesar de ello el Dépor comenzaba la jornada fuera de los puestos de descenso. Solo dos goles, uno en el feudo blaugrana y otro en Ipurúa podían revertir esta situación. Efeméride que se cumplio pronto ya que a las 18'36 h. Messi y Arruabarrena ya condenaban a los blanquiazules.

Jugando contra el Barça y los fantasmas del pasado

Con el correr de los minutos y la inexistente respuesta del cuadro herculino, otras tardes aciagas fueron recorriendo las mentes del respetable. Esta vez la hazaña no tenía lugar en Riazor, no estaban enfrente ni Valencia ni Real Sociedad. Ni Aritz Aduriz ni Antoine Griezmann estaban presentes para perforar la portería. Delante estaba un Barça que no parecía querer dejar de tocar el cuero. Que le hablen a los Messi, Neymar, Xavi o Rafinha de suplentes o titulares. De la diferencia entre velocidad de crucero y velocidad de vértigo. Nada que objetar.

El héroe de toda epopeya clásica ha de sufrir antes de obtener la gloria y por si todo esto no fuera suficiente aún quedaba algún que otro revés más. Roberto Canella se lesionaba en el ecuador de la primera parte y Víctor Sánchez tenía que reordenar sus piezas. Para ello movió a Laure a la izquierda y usó a su comodín, Álex Bergantiños, para tapar la banda derecha, la de Neymar y Adriano. El canterano volvió a cumplir, un día más. El mismo que se puso bajo palos hace un par de temporadas, el que más gritó en San Mamés, ese que no lleva el escudo en la camiseta porque lo lleva grabado a fuego en el pecho. Una vez sufridos todos los contratiempos posibles, fue el turno de voltear la situación y la historia. De elegir sin reservas que a la tercera va la vencida.

Los Héroes de la permanencia

Lucas Pérez borró de un plumazo toda la apatía y el pesimismo que había en el ambiente. Golpeó el esférico y los descensos más recientes con rabia. Puso el balón en el fondo de las mallas, los brazos en alto y el grito en el cielo. Espoleados por la ilusión que de repente inundaba las elásticas blanquiazules el Deportivo de la Coruña se fue arriba. Pudo ser Haris Medunjanin, gran secundario en la tarde de ayer, pero no, fue Salomão, debía ser Salomão. Ese chico que siempre tiene una sonrisa, ayer la contagió a una ciudad entera. Con su zurdazo algunos se llevaron las manos a la cabeza, igual que en aquel fatídico partido ante el Hércules, cuando él se agarraba su maltrecha rodilla, pero esta vez para cantar un gol. Para cantar una permanencia.

El Dépor empataba el partido y ataba la permanencia contra todo pronóstico. Una permanencia que le debe mucho a Fabricio Agosto. Por muchas tardes, sí, pero sobre todo por la doble parada a Leo Messi y a Pedro. Una parada que coparía las instántaneas en los periódicos nacionales y los vídeos en los programas deportivos si llevase otra camiseta. Pero no importa, lo hizo en nombre de su club y se celebró como un título.

El Deportivo de la Coruña estará una temporada más en la Liga BBVA después de ahuyentar a los fantasmas del pasado y dar un golpe en la mesa. Una temporada llena de convulsiones y reveses echa el telón con final filaz. El equipo, este año sí, termina a la altura de su afición, que es sin ninguna duda de Primera.