Efímero. Así fue el periplo del conjunto ché en la Copa del Rey durante la temporada 2014/2015. Si bien las ilusiones estaban puestas por parte de la afición blanquinegra en una posible consecución del último título que se postró en las vitrinas de Mestalla. La realidad de la entidad era bien distinta. El objetivo de la campaña era claro: entrar en Champions League. Y con ello las intenciones con respecto a posibles distracciones se vislumbraron con celeridad. El equipo, pese a ello, luchó para defender la elástica del Valencia sin premio. Una primera eliminatoria marcada por la locura en Mestalla y una segunda ronda que se decantó en favor del Espanyol, tan solo doblegado por el finalista Athletic Club en semifinales.

Con el sorteo, las posibilidades de volver a sentirse grandes desde la afición eran latentes. Una parte del cuadro sin ninguno de los “cocos” y con el rey de Copas Athletic, uno de los pocos que podría hacer sombra al equipo de Nuno. Así, sorprendió que con una primera ronda en la que debían superar a un equipo de Liga BBVA las alineaciones no fuesen como las que se venían viendo en la competición liguera. Se dio alternativa a jugadores no habituales, que en su mayoría adolecieron de falta de ritmo competitivo cerrándose sus propias opciones de cara al resto de la temporada.

Rayo Vallecano: encarrilado en Vallecas, locura en Mestalla

Cancelo, Carles Gil, Yoel o De Paul tenían su oportunidad en el feudo franjirrojo pero desde un inicio se vio que no parecía ser un encuentro asequible y que lejos estarían de aplastar a su rival. Así lo atestiguó Alex Moreno cuando casi los dos equipos pensaban más en el vestuario. No parecía que pudiese cambiar el rumbo del encuentro, pero apareció la figura de alguien tocado por una varita para virar la senda preestablecida. Alcácer marcó aprovechando un fallo de Cobeño. El Valencia se metía de lleno en el partido y en la eliminatoria. Así, la moral ché se vio refrendada con un disparo de De Paul a la cruceta como preludio del gol que dejaba un resultado inmejorable (1-2) para lo visto en el barrio madrileño.

Bien distinta fue la vuelta en la capital del Turia. Todo parecía ir sobre ruedas, sobre todo cuando Paco Alcácer veía portería a los ocho minutos de juego. El Valencia había salido a por el partido, pero la combatividad inherente del Rayo les permitió en tan solo tres minutos empatar la eliminatoria con sendos tantos de Jozabed y Pozuelo. El dominio pasaba a ser de los de Jémez y a pocos minutos del descanso Pereira ampliaba las distancias. Un triple cambio en el descanso por parte de Nuno dio aire a su equipo, que además contó con un gol en propia puerta segundos después de la reanudación para igualar la eliminatoria (el Rayo pasaba en este momento por goles fuera). No cayeron a la lona los rayistas y el canterano Embarba puso un 2-4 que dificultaba en demasía las cosas a los valencianistas. Pese a ello, la épica llegó y con prontitud replicó Alcácer para que pocos minutos después Rodrigo igualase el partido.

Espanyol: demasiado 'justos'

Si por algo se caracterizó la eliminatoria del Rayo es por la presuntuosa “superioridad” que demostró el Valencia. Presuntuosa porque no se vio y 'superioridad' porque fue lo que decantó el pase. Frente al Espanyol copó la igualdad en el partido de Mestalla. Tanto es así que Negredo en las acaballas del duelo puso en favor una eliminatoria de cara al partido de Cornellà-El Prat. Las rotaciones también aparecieron frente a los blanquiazules, pero fue uno que se venía ganando la titularidad (Gayá) quien adelantó a los de Nuno. La intensidad decayó en el encuentro hasta que Mestalla enmudeció con el tanto de Stuani cuando se llegaba a la hora de partido. Alcácer salió al rescate desde el banquillo, pero fue su homónimo, Negredo, el que desde el punto de penalti marcó la infracción cometida sobre el de Torrent.

La expulsión de Mustafi a los trece minutos fue el detonante de la eliminatoria. Un error de bulto que condenó al alemán a la ducha y al Valencia con un partido por delante en inferioridad. El monólogo españolista fue plausible, pero no se certificaría en forma de goles hasta el final del encuentro. La precipitación por las ansias de remontada se hacían presa de los catalanes, pero el partido cada vez se le hacía más largo a los valencianos. Caicedo, con un cabezazo ponía el 1-0 que adelantaba a los periquitos en la eliminatoria. Las fuerzas para responder por parte del Valencia eran inexistentes. De hecho, fue el propio ariete ecuatoriano el que apostilló el 2-0 para cerrar la eliminación ché de la Copa del Rey.