La forma en que anunció que a final de temporada abandonaría el Athletic fue un fiel reflejo de su forma de ser, de estar en el Athletic y de relacionarse con el entorno: Andoni contó la noticia como si se lo estuviera explicando a su familia en el salón de su casa, con una sonrisa en la boca y arropado por sus compañeros, cuerpo técnico y el presidente Josu Urrutia. Tras media hora de rueda de prensa, Iraola se marchó ovacionado. Todo aquel que no tenía una cámara en la mano aplaudía con fuerza.

En su último partido en casa, el sábado 23 de mayo frente al Villarreal, San Mamés le homenajeó y le despidió como sólo las leyendas pueden ser despedidas. Miles de recuerdos y un sentimiento flotaban en el aire. Un recuerdo por cada uno de los aficionados del Athletic que se dieron cita aquella tarde. En las retinas de cada uno había algún momento guardado con Iraola como protagonista, algo que almacenarán para siempre, algo que les pertenece: Andoni es patrimonio de la gente del Athletic. El sentimiento que recorría el ambiente, sin embargo, era único: el amor a los colores.

Aquella tarde Iraola demostró, una vez más, su cercanía con la afición. Andoni subió a la grada, se fusionó con aquellos que le veneran y cantó junto a ellos. El de Usúrbil dio una lección de proximidad, de sinceridad, de cariño mutuo. Su gente, la afición, agradeció así los años de servicio por la causa. No eran los únicos agradecidos. Iraola correspondía con su cálido abrazo el apoyo que siempre ha recibido de la grada.

Sentido de responsabilidad

Iraola jugó frente al Barcelona, en la final de la Copa del Rey, su último partido con la zamarra del Athletic. Ahora quiere darse un tiempo para pensar en su próximo destino. Probablemente se irá lejos, suena la Major League Soccer norteamericana, pero no lo hará por buscar nuevas sensaciones. Iraola querrá asegurarse de no tener que jugar nunca contra su equipo.

El motivo que lleva a Iraola a abandonar la disciplina del club de sus amores no es otro que un amplio sentido de la responsabilidad. No se permitiría jugar en el Athletic sin poder dar el nivel que él considera necesario para defender la camiseta rojibanca. El momento en el que Andoni no puede asegurar ese nivel de autoexigencia ha llegado por la edad, y es por eso que Iraola se marcha.

La plenitud de un hombre feliz

Tras 16 años en el club, 12 de ellos en el primer equipo, el capitán se marcha y su vacío será difícil de llenar. Iraola es la política del Athletic personificada, el modelo a seguir, el espejo donde se miran los chavales de Lezama. Iraola es motivo de orgullo para los athleticzales.

Iraola celebra junto a Aduriz su gol al Villarreal en el partido en que se despidió de San Mamés. | Foto: UGS Visión.

Por encima de todo eso Iraola ha sido y es un hombre pleno, y lo es por el simple y complejo hecho de dar y recibir felicidad por igual. No ha ganado títulos, pero ha tenido siempre algo mucho más importante: el cariño de su gente. Iraola tiene el palmarés vacío, pero el alma llena. Su orgullo no es ganar premios ni meter goles, su orgullo se ha demostrado en cada uno de los 510 partidos que ha disputado con el Athletic. Iraola ha hecho feliz a la gente que le ha hecho feliz.

Es, además, uno de los últimos exponentes de un fútbol de otro tiempo. Allí donde el amor a los colores está por encima de la devoción al talonario. Es fácil imaginar un mundo sin Iraolas, cada día está más cerca, pero también es fácil saber que será un mundo más feo.

Agur, Don Andoni, y gracias por todo.