Hay elementos que son esenciales para que una acción se lleve a cabo. Dependiendo de la situación que se viva, dichos elementos pueden ser unos u otros, y si esa situación y esos elementos se trasladan al fútbol, uno imprescindible es la regularidad.

Gracias a la regularidad, a ganar puntos de manera seguida, se pueden alcanzar los objetivos marcados a principio de pretemporada. Esa puede ser una de las claves, pero el Athletic ha demosrado que esta vez, la excepción confirma la regla.

Los pupilos de Ernesto Valverde no comenzaron la temporada con buen pie, pero con el paso de los meses, fueron mejorando, y aunque hubo partidos de todos los colores, lograron clasificarse para la final de Copa del Rey y acabaron séptimos en Liga y lograron el billete a Europa. Eso sí, también dejó una noticia triste: el adiós de Andoni Iraola.

Pretemporada de altibajos

La ilusionante temporada de los leones arrancaba a mediados del mes de julio frente a una selección de Getxo en Fadura. Los de Valverde cumplieron con el guion previsto y pasaron por encima de los locales con un contundente 0-4 en el que Kike Sola, con un doblete, Laporte y el debutante Viguera fueron los goleadores del conjunto rojiblanco en el partido inaugural de pretemporada.

El Athletic cerró el staff en Austria sin conocer la derrota

Días después, ya con la vista puesta en la previa de la UEFA Champions League, los leones viajaron a Wörgl para iniciar su staff de pretemporada. El país austriaco es uno de los favoritos de Ernesto Valverde, por lo que los rojiblancos cumplieron su segundo allí, lugar en el que disputarían un total de tres partidos, los cuales, los cerró sin conocer la derrota, con dos victorias y un empate. El Al-Hilal fue el primer rival de los rojiblancos, al que derrotaron con igual solvencia que a la selección de Getxo, con un 0-3. Beñat, y Aduriz en dos ocasiones, fueron los autores de los goles.

El segundo choque tuvo como rival al Paderborn de la Bundesliga. En esta ocasión, el once de suplentes de los rojiblancos sufrió mucho más, y pese a que logró adelantarse merced a un gol de Ibai Gómez cerca de la media hora de juego, los alemanes empatarían bien entrada la segunda parte con un gol de Koc. Finalmente, Borja Viguera tras una buena jugada de Aduriz puso el definitivo 2-1. El siguiente choque, y último en el staff austriaco, fue frente al Werder Bremen. El partido mostró la garra que tenía el Athletic, que tras adelantarse con gol de Aduriz, veía como el donostiarra era expulsado por protestar.

Prodl empataba nueve minutos después del gol del delantero, sin embargo el Athletic volvía a ponerse por delante en el marcador con un gol de Susaeta, que sería empatado en el segundo tiempo por Bartels. En una falta en el último minuto, Carlos Gurpegui pudo hacer el 3-2, que finalmente no llegó y el encuentro acabó con empate 2-2.

Alemania esperaba, esta vez, para uno de los test más serios del Athletic en pretemporada, el amistoso frente al Benfica. Los rojiblancos mostraron un gran nivel, comparable a muchos partidos de la pasada temporada y vencieron a los portugueses por 0-2, con Aduriz y Beñat como goleadores. Fue la penúltima gran actuación de los de Valverde en pretemporada, que cayeron derrotados estrepitosamente en Toulouse, por 2-0, y en Pamplona frente a Osasuna por 3-1, donde los leones fueron ampliamente superados por los navarros, para volver a dar otra exhibición en Alemania, frente al Borussia MG, que vio como Aduriz con tres cabezazos ponía al Athletic 0-3 en 25 minutos, Hrgota recortaría en la segunda parte.

El último partido antes de arrancar la temporada frente al Nápoles en San Paolo, fue la visita al Giorgios Karaiskakis, para visitar a Olympiakos en un choque con una exigencia parecida a la que se encontrarían los leones en Italia en seis días después. El encuentro se saldó con un empate a nada, 0-0, que dejó buen sabor de boca a los rojiblancos por su solidez defensiva, pero que mostraba los problemas que tendrían para hacer gol los de Valverde durante la temporada.

Un inicio desastroso

Así es como se puede calificar la primera parte de la temporada del Athletic en la Liga 2014/2015. Apenas 19 puntos en 19 jornadas dejaban al equipo de Ernesto Valverde en una decimotercera plaza que a nadie alegraba en San Mamés. Menos gracia hacía aún la poca eficacia goleadora de los leones -15 tantos-, faceta responsable de que Europa se situara a 12 puntos y el descenso tan solo a tres.

La Champions despistó al Athletic en su inicio liguero

El comienzo de la temporada dejaba a la Liga en un segundo plano, ya que era de vital importancia superar la ronda previa de la Champions League ante el Nápoles. Quizá por ello el Athletic no fuera capaz de puntuar en La Rosaleda en el partido inaugural –polémica arbitral aparte- cosa que sí hizo y de qué manera, goleando al Levante en Bilbao (3-0).

A partir de ahí, una racha aciaga que sumió al entorno rojiblanco en la preocupación más absoluta. En septiembre, el Athletic caería ante el Barcelona (2-0) antes de recibir el primer varapalo serio en casa ante el Granada (0-1), partido en el que un error de Iturraspe sería suficiente para que Caparrós y sus muchachos dejaran helado al público local.

Seguidamente, una nueva derrota en Vallecas (2-1), un irrisorio partido ante el Eibar en San Mamés (0-0) y la lógica derrota en el Santiago Bernabéu (5-0) dejaban ya tiritando a la hinchada y hasta al propio Ernesto Valverde.

Reacción… y regreso de las preocupaciones

Decimonovenos tras siete jornadas. Había que recomponerse y salir del pozo cuanto antes de que el cansancio de tres competiciones hiciera mella a final de temporada. La reacción llegó. Comenzó ante el Celta en San Mamés, un partido en el que a pesar de no conseguirse la victoria (1-1), el equipo salió con otro espíritu debido quizá a la reconversión de Óscar de Marcos como mediapunta.

El Athletic siguió creciendo durante los meses de octubre y noviembre y llegaron las victorias contra el Almería (0-1 gracias a un gol poco convencional de Etxeita), el Sevilla (1-0), el Espanyol (3-1) o el Getafe (1-2 en el Coliseum). Entretanto, un valioso empate en Mestalla (0-0). Tras 13 jornadas, novenos y a tres de Europa.

El Athletic sacó petróleo ante Sevilla o Valencia y sucumbió ante Córdoba y Elche

El final de la primera vuelta fue horripilante. Cuando mejor estaba funcionando la maquinaria rojiblanca, el Córdoba asaltó San Mamés en una batalla absolutamente calcada (0-1) a la que había protagonizado el Granada tres meses antes, incluyendo error de Ander Iturraspe en el gol. Después, en la jornada 15, llegaría el último punto cosechado por los de Valverde en el primer tramo de la competición: un empate (1-1) en el derby ante la Real en Anoeta. Acto seguido, un palo detrás de otro. Primero, el del Atlético (1-4) en un encuentro bronco y tosco. También los de Deportivo y Elche, dos rivales teóricamente inferiores (1-0 en Riazor y 1-2 en San Mamés ante los alicantinos). La primera vuelta finalizó con un nuevo resbalón en El Madrigal (2-0).

Lavado de cara y sueños europeos

Así las cosas, el Athletic estaba obligado, al menos, a escapar de la zona peligrosa de la clasificación para afrontar con más fuerza los retos de la Copa y la Europa League, en los que se situaba el foco de la ilusión de la afición. No obstante, la segunda vuelta fulgurante del conjunto de Valverde hizo que, al final, la competición liguera terminara siendo la responsable del regreso a Europa para la 2015/2016.

Los leones comenzaron con una cara distinta a la del final de la primera vuelta. Un meritorio y diputado empate (1-1) ante el mejor Málaga de la temporada y una victoria clave en el Ciutat de Valencia (0-2) gracias a un doblete de Aduriz hacían despegar a los bilbaínos. Además, aunque terminó siendo goleado (2-5), el equipo peleó hasta el final contra un Barcelona que empezaba a fraguar lo que al final sería un nuevo título de Liga.

Seis días después el Athletic volvió a demostrar su peor versión. Fue en Los Cármenes, donde no pudo contra un Granada que, jugando con diez no solo no perdió (0-0) sino que además tuvo opciones de llevarse el encuentro hasta el último minuto, momento en el que Piti empotró un balón en el poste que de haber entrado habría devuelto al borde del precipicio a los vascos.

Cinco victorias consecutivas animaron al Athletic a pelear por ser séptimo

Todo cambió a partir de ese instante. La maquinaria se engrasó y las piezas comenzaron a encajar. Coincidía ello con las apariciones de un jugador, Iñaki Williams, que empezaba a convertirse en un auténtico referente. De manera consecutiva, el Athletic batió al Rayo Vallecano (1-0) tras un partido en el que los madrileños pusieron en muchísimos aprietos a los vizcaínos), al Eibar (0-1), al que era vigente campeón de Europa, Real Madrid (1-0, testarazo inapelable de Aduriz incluido), a un rival directo como el Celta (1-2 en Balaídos) y al Almería (2-1 en San Mamés).

En apenas un mes, el objetivo se había transformado de manera radical. De obtener la salvación cuanto antes a pelear por Europa. A cinco puntos estaba el Málaga, séptimo, con diez jornadas por disputarse.

Primavera de luces y sombras

Pero todavía quedaba un pequeño bajón por superar, el de la primera quincena de abril, en el que los de Valverde no lograron superar ni al Sevilla (2-0), Valencia (1-1) o Espanyol (1-0). Para colmo, Iker Muniain sufrió en el Sánchez Pizjuán una rotura en el ligamento cruzado anterior de su rodilla izquierda y causó baja el resto de la temporada, final de Copa incluida.

La derrota en Cornellá – El Prat fue la última de la temporada en Liga. A partir de ese momento, el Athletic no perdió uno solo de los siete partidos que restaban para la finalización del campeonato y apretó para conseguir la plaza europea que todavía estaba al alcance.

El primero de esos duelos fue ante el Getafe en San Mamés, un partido que los rojiblancos dominaron plácidamente (4-0) después de un penalti anotado por Aritz Aduriz en el primer tiempo. Un fin de semana después, salían airosos los athleticzales de El Arcángel gracias a un gol de Deivid en propia puerta (0-1) que consumaba la venganza por la victoria andaluza en Bilbao cuatro meses atrás.

Todavía habría tiempo para la duda y el descontento más absoluto. Esto arribó tras el empate en casa ante la Real Sociedad (1-1), un pinchazo en toda regla ya que nuevamente Aduriz había adelantado al Athletic de penalti y el equipo txuri urdin se encontraba con un jugador menos en el momento de lograr el empate por medio de De La Bella. La séptima plaza y el punto que con mucho sufrimiento se consiguió en el Vicente Calderón (0-0), se dilapidó cuando Lopo, en San Mamés, empató el partido entre los vizcaínos y el Deportivo en el último suspiro. Un encuentro que el Athletic fue ganando durante muchos minutos pero que no se atrevió a sentenciar.

Renovación del pasaporte

Las dos últimas citas serían en Elche y en Bilbao ante el Villarreal. Para viajar más allá de los Pirineos en la 2015/2016 era necesario ganar los dos partidos y que el Málaga pinchase en al menos uno.

La remontada en Elche y la goleada ante el Villarreal aseguraron el objetivo europeo

En el Martínez Valero salió el Athletic de los encuentros ante Real Sociedad y Deportivo. Dubitativo, desganado, pasivo. Fruto de ello, Jonathas le puso en jaque con dos goles antes del descanso, en los que la defensa no anduvo muy rápida. La segunda parte siguió el mismo guión excepto por los últimos diez minutos, verdadera causa de la clasificación final de los norteños.

Primero Aketxe, tras una jugada magníficamente conducida por Aduriz, recortaba distancias. Poco tiempo después, San José empataba tras una magnífica volea desde la frontal. En el descuento, un tal Iñaki Williams aprovechaba un balón largo de Herrerín para batir a Tyton y dejar en bandeja una clasificación europea que se produjo de manera matemática ante el Villarreal (4-0), en el último choque de Andoni Iraola en su casa.

Europa alargó el curso

La temporada realizada por el Athletic no se puede entender sin la participación europea, que fue un condicionante muy serio en las aspiraciones del equipo rojiblanco durante todo el año. El papel en Europa, a pesar de la alegría mayúscula que supuso la victoria ante el Nápoles, no ha sido del todo satisfactorio, y el hecho de disputar la UEFA Champions League tras 16 años pasó de ser algo ilusionante a ser una losa muy pesada para el equipo de Ernesto Valverde.

El Athletic tuvo que pasar una eliminatoria

Una losa que, al inicio, era todo un desafío para los leones, sobre todo tras conocer cuál sería su rival en la fase previa de la Liga de Campeones: el Nápoles de Rafa Benítez. A pesar de disponer de la posibilidad de disputar la vuelta de la eliminatoria en San Mamés, el rival era de una dureza extrema, cómo demostró en el partido de ida.

Tras un gol de Iker Muniain justo antes del descanso, que ponía a los rojiblancos con ventaja, un tanto de Gonzalo Higuaín en la segunda mitad prometía sufrimiento para el Athletic, que con un brillante Gorka Iraizoz, llegó vivo a Bilbao.

La vuelta tenía el tinte de clásica eliminatoria europea de vuelta que, en el Botxo, siempre ha tenido un sabor especial, recordando a las citas de 2012. Después de una primera parte muy disputada, siendo el equipo local algo superior, un gol de Marek Hamsik nada más empezar la segunda parte enmudeció a todo Bilbao. Sin embargo, 14 minutos de pánico en San Mamés fueron detenidos por un gol de Aritz Aduriz que, con la colaboración del “brillante” marcaje de los defensas napolitanos en el saque de esquina, servía para empatar la eliminatoria.

Después, sería Raúl Albiol el que ayudaría a que, tras chocarse con Rafael, Aduriz anotase el segundo que llevaba el delirio a La Catedral. Otro tanto de Ibai tras una gran asistencia del debutante Unai López dejaba el resultado en 3-1, que llevaba a los leones a la fase de grupos.

Una fase cuyo sorteo preveía ciertas comodidades que, sin embargo, luego ni mucho menos se dieron. Oporto, Shakhtar y BATE eran los rivales rojiblancos. Todo empezó con un 0-0 ante el Shakhtar en Bilbao, en el que los ucranianos fueron superiores y merecieron ganar.

La fase de grupos dejó mucho que desear

Sin embargo, lo esperpéntico estaba por llegar. Una catastrófica derrota por 2-1 en Borisov (que casi hace a Ernesto Valverde llorar) y sendas derrotas por 4-1 y 0-2 ante el Oporto dejaban sin opciones al Athletic de pasar a los octavos de final. Más tarde, su papel en la fase de grupos se arreglaría con dos victorias, una en Lviv ante el Shakhtar por 0-1 y otra ante el BATE en casa por 2-0.

El club rojiblanco, al menos, lograba la clasificación para la UEFA Europa League, competición en la cual se las tuvo que ver en los dieciseisavos contra el Torino. El primer gol oficial de un emergente Iñaki Williams ponía por delante al Athletic en Turín, pero dos goles de un Maxi López que vivía una segunda juventud ponía la eliminatoria patas arriba.

El gol de Gurpegui sirvió para igualar el partido e ir con ventaja, por los goles fuera de casa, a Bilbao, en un partido que se empezó a complicar en el primer cuarto de hora, cuando Gurpegui derribó a Vives para provocar un absurdo penalti que Quagliarella transformaría a la perfección.

Un golazo de Iraola equilibró el partido, pero otro gol de Maxi volvía a adelantar a los italianos antes del descanso. De Marcos volvió a empatar, pero, con el Athletic fundido físicamente, Darmian marcaba el definitivo 2-3 que acababa con la aventura europea de los leones.

La Copa para convertir las penas en alegrías

Tras la pronta eliminación del Athletic en la Champions y cosechando una trayectoria mediocre en el campeonato liguero, llegaba el mes de diciembre y con él, la competición favorita del conjunto vizcaíno y de toda su afición: la Copa del Rey.

Sin embargo, la competición no empezó del todo bien. El primer rival al que los leones tuvieron que hacer frente fue el Alcoyano, un equipo de Segunda División B, que a priori no debía suponer un gran reto para los rojiblancos.

No obstante, el equipo alicantino tiró de moral y plantó cara al club bilbaíno en El Collao, donde logró sacar un empate a uno y cerca estuvo de hacerse con la victoria, pero en la recta final del encuentro Borja Viguera se encargó de acabar con toda ilusión del equipo alicantino de salir vencedor del duelo.

La vuelta en San Mamés, sirvió para que los pupilos de Ernesto Valverde sentenciaran por la mínima la eliminatoria (1-0) merced de un gol que como en la ida, anotó Borja Viguera.

A pesar de continuar su andadura en la Copa del Rey, los leones no acababan de arrancar en Liga y peleaban en cada partido por alejarse lo máximo posible del descenso. No obstante, su rival en octavos de final, el Celta de Vigo, vivía también una situación delicada en Liga, por lo que, al igual que el Athletic, ponía su ilusión en Copa.

Sin embargo, el día de Reyes, trajo consigo un gran resultado para el Athletic en su visita copera a Balaídos. Los leones lograron un 2-4 en el feudo celeste y además, consiguieron mejorar algo su imagen con respecto a los últimos partidos que habían disputado. Por su parte, en la vuelta disputada en San Mamés las cosas no fueron precisamente de color rojiblanco y los pupilos de Berizzo lograron imponerse por 0-2 a un Athletic que dio una pésima imagen delante de su afición y esta no dudó en reprochárselo.

El Celta hizo tambalear la andadura del Athletic

Pese a que estuvo muy cerca de apearse en octavos, el Athletic continuó su andadura en el torneo del KO. Su siguiente rival sería un Málaga que estaba muy cerca de las posiciones europeas, mientras que el Athletic seguía inmerso en una decadencia liguera.

En el partido de ida, disputado en la Rosaleda, ambos equipos por miedo a verse eliminados del campeonato copero, decidieron plantear un encuentro escaso de lanzamientos a la portería contraria, por lo que no pasaron del empate a cero. Todo debía decidirse en San Mamés y Aduriz, una vez más, fue el encargado de comandar a su equipo hacia la victoria (1-0).

Después de unos cuartos de final apasionantes, empezaba a llegar la hora de la verdad, se acercaba el fin del torneo y estaba en juego una plaza en la final. El destino puso en el camino de los rojiblancos a un Espanyol, que al igual que el Athletic necesitaba la victoria para consolidar sus proyectos en la temporada.

La ida fue acogida en San Mamés, donde los periquitos fueron superiores a los leones, pero para fortuna del conjunto bilbaíno se acabaron firmando las tablas (1-1). Mucho debían mejorar los jugadores de Valverde si querían vencer a domicilio al Espanyol, pero con la llegada de marzo el Athletic floreció y logró imponerse con solvencia al conjunto catalán en el Power8 Stadium (0-2).

El Athletic parecía haber dado la vuelta a la temporada y a pesar de su rápida eliminación en la Europa League, volvía a dibujar sonrisas en los aficionados rojiblancos. No era para menos, volvían a estar en una final copera, la tercera en los últimos seis años y de nuevo el mismo rival: el FC Barcelona.

Sin duda esa era la cruz de la moneda, ya que el conjunto azulgrana ya sabía lo que era vencer a los bilbaínos y así lo hizo una vez más (1-3). Comandado por un imperial Messi, el Barcelona fue superior a un Athletic arropado, una vez más, por una numerosa y fiel hinchada.

Iñaki Williams, la revelación

La aparición de Iñaki Williams es la mejor de las noticias que le ha deparado la temporada al Athletic. En una campaña en la que los leones han disputado la Champions, se han plantado en la final de la Copa del Rey y han conseguido el billete para la Europa League de la próxima campaña, el salto del canterano al primer equipo ha sido sencillamente brillante.

El joven navarro ha irrumpido como un volcán y le ha dotado al ataque de una frescura que había perdido en los últimos tiempos. En cuestión de meses, ha pasado de ser un futurible a ser un futbolista indispensable en las alineaciones de Valverde, que decidió apostar por el jugador vizcaíno debido al pobre bagaje ofrecido por hombres como Susaeta, Ibai o Muniain.

Con permiso de Laporte, el atacante bilbaíno es la mayor aportación que ha dado Lezama en la última década. Williams ha dejado de ser un desconocido para convertirse en una amenaza para las defensas rivales. Su velocidad y desequilibrio han causado bastantes dolores de cabeza a las defensas rivales.

La mayor parte de los minutos que ha disputado han sido escorado a una banda, ya que la presencia de Aduriz y el hecho de que Valverde sólo juegue con un delantero, dificultan la posibilidad de que pueda actuar en su posición natural. El juego exterior del Athletic ha pasado a mejor vida merced a su verticalidad y descaro.

Williams, una opción más en ataque

Ahora, el conjunto vasco cuenta con más variantes a la hora de atacar. Hasta su aparición, la referencia de Aduriz era una de las pocas opciones que tenía el equipo para buscar la portería contraria. Con Williams, el Athletic domina el juego con espacios, es un equipo más imprevisible y la competencia ha aumentado ostensiblemente en la zona de ataque.

Sus cifras goleadoras son uno de los pocos peros que se pueden poner a su primera temporada en el primer equipo, ya que tan sólo ha conseguido marcar tres tantos en 25 partidos. A su favor juega el tremendo desgaste físico que realiza en las labores defensivas y que suponen una ayuda vital para los laterales.

Es un futbolista muy querido por parte de la parroquia rojiblanca, que tiene depositadas muchas esperanzas en Williams. Lo mejor de todo es que tan sólo tiene 20 años, cuenta con un importante margen de mejora y posee un futuro realmente prometedor. Sin duda alguna, está llamado a ser el referente del Athletic en la próxima década y el protagonista de los futuros éxitos del conjunto rojiblanco.