Antes de iniciarse esta temporada que está finalizando, Las Palmas nunca había logrado ganar en el José Zorrilla, contando la mayoría de sus visitas por derrotas y siendo considerado un estadio con maldición para los amarillos. No obstante, dos visitas y una victoria y un empate esta temporada. El empate, siendo el partido de ida de un playoff de ascenso y habiendo marcado fuera de casa, se convierte en un botín muy importante para los de Paco Herrera, que tienen la opción de sentenciar en casa.

El partido tuvo de todo. Soberano dominio amarillo con el gol de Araujo en los primeros minutos, con opciones de ampliar la ya valiosa renta, que duró hasta que apareció Hernán Pérez. Con el tanto pucelano el público se vino arriba y el cuadro de Rubi creció hasta creerse y ser superior a Las Palmas, que desde entonces tuvo que dedicarse a contener las continuas acometidas del conjunto local.

Herrera trató de igualar la propuesta de fútbol físico con la que se estaba imponiendo el Valladolid, dando entrada a Hernán por Valerón, pero el cambio no surtió efecto y el estado del campo y las revoluciones empezaron a pasar factura al once local. Las expulsiones casi seguidas de Chica y Timor, ambos por doble amonestación, parecían dar 15 minutos inmejorables para que Las Palmas volviera a salir de Zorrilla con una victoria casi decisiva.

Pero el Valladolid tiró de orgullo y, pese a la inferioridad numérica, tiró de orgullo y se defendió con uñas y dientes tratando de salir a la contra para seguir dando sustos a un equipo amarillo que no tenía ideas. Finalmente, el empate deja una sensación agridulce a los canarios, pero si se atiende solamente al resultado, Las Palmas vuelve a Gran Canaria con un valioso botín y lecciones por aprender de este empate.

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Sobre el autor
Gerardo Mayor
Periodista grancanario. Amante del deporte y el coaching. Antes, en el Herbalife Gran Canaria; ahora editor en VAVEL, escribiendo además sobre Liga Adelante, UD Las Palmas y Herbalife Gran Canaria.