La desilusión ha colmado a una ciudad antes esperanzada. Con los ánimos por los suelos, la afición debate sobre la continuidad o no del entrenador, la avalancha de fugas en el vestuario y la falta de un proyecto sólido que consiga el ascenso y, además, favorezca la estabilidad en la élite.

Medios locales ya han apuntado lo que se verá en Zorrilla si Rubi sigue al mando del navío: el vacío. Si el estadio este año lucía a media hasta, ni siquiera media, ya que en la mayoría de los casos sobrepasaba levemente el cuarto de capacidad total, al que viene, de continuar el barcelonés, la afición dejaría de arropar a su equipo en los asientos blanquivioletas. La falta de criterio, orden y regularidad acabaron por desencantar a una hinchada ya de por sí exigente.

En esta temporada han imperado la falta de criterio, orden y regularidad

Los primeros resultados fueron alentadores. Una buena primera vuelta pese a la lesión del puntal que debería haber sido el martillo pilón del ascenso no fue suficiente para convencer a una afición que pide ansiosa el carisma y la garra que otros entrenadores sí mostraron en Valladolid. En el terreno futbolístico, la humildad y el juego atrevido y vistoso que se demanda desde las gradas no han sido las consignas de una plantilla que nunca se ha disculpado por amargar la tarde a su parroquia con un juego paupérrimo.

Djukic y Mendilibar: este pueblo necesita pan

El recuerdo de Mendilibar y el más cercano de Djukic sigue en la memoria de las decenas de miles de personas que se desplazaban al Cerro de la Gallineja, hiciese un frío ártico o un calor sofocante, para ver batallar a los soldados del de Zaldívar y posteriormente a los del serbio. El curso anterior, en Primera, las críticas eran mínimas, apenas audibles. La actuación de Juan Ignacio Martínez en la dirección de juego fue un disparate. Los experimentos de Juan Ignacio no evitaron la quema y sus discursos vacíos en rueda de prensa, propios de su antigua profesión, la de comercial, no parecían molestar demasiado a la afición, que se resignó a ver los colores cárdenos de vuelta en la división de plata.

La falta de liderazgo, confianzas desmedidas y discursos vacíos fueron los grandes errores de Rubi

Rubi, aunque no lo ha hecho peor que el entrenador valenciano, ha sido el blanco perfecto para vomitar las críticas guardadas hacia Juan Ignacio. El de Vilassar de Mar ha hecho muchas cosas mal, pero también algunas bien. El adelantamiento de la posición de Mojica en los primeros partidos fue un rotundo acierto que apuntar a Rubi, aunque, por otra parte, era previsible que un atleta cuyas nociones de marcaje son nimias, ocupara posiciones mucho más adelantadas que las de un zaguero. La otra cara de la moneda, la de los errores, cuenta con varios puntos a explicar, pero hay tres flagrantes que, al menos, deben ser mencionados: falta de autoridad y liderazgo, confianza ciega en jugadores que no aportaron y un discurso tanto o más vacío que el del artífice del descenso.

La receta del éxito: I. Autoridad y liderazgo

Esas tres grandes lacras del preparador catalán responden con los remedios para devolver la ilusión a la afición. El primero: autoridad y liderazgo. Los antes mencionados Djukic y Mendilibar aportaron rigidez, unión y valores al vestuario. Un conglomerado leal a los colores de un Club, que luchanron por conseguir objetivos y no por engordar su cotización de cara a peces gordos del mercado. El compromiso de los jugadores en su entrenador y del entrenador en sus jugadores ha de ser clave: “Cojo mi corazón y se lo doy a mis jugadores; por eso soy muy exigente. Para mí una traición de un futbolista es como la traición de mi mujer”, en palabras del genio Genaro Gattuso, sobre su paso por el OFI Creta. El equipo debe ser una piña, una segunda familia cuyos ejes estén bien engrasados fuera del terreno de juego para que dentro se consigan los tres puntos.

Carismático y polémico, Djukic ha dejado un legado difícil de superar. (Fuente: Zimbio).

La receta del éxito: II. Compromiso. Nadie es fijo

El segundo punto de este algoritmo hacia la gloria y en la búsqueda de la recuperación anímica de la afición ha de ser la equidad y el compromiso. Ningún jugador, por muy contrastado que venga y sea cual sea el director deportivo que lo ha 'pescado', puede tener un puesto fijo en el once desde el principio. Cada jugador tiene que ser sabedor de que no tiene un puesto asegurado. El premio a las sesiones diarias es su inclusión en el once inicial. La confianza en el entrenador será básica para hacer un buen encuentro y, por ende, contentar a un público que en este último año solo ha podido vitorear a jugadores señalados y no al bloque entero.

Leao ha sido la viva imagen del jugador acomodado, que nunca debió tener un puesto fijo

El ejemplo más palpable es el de Rubi con Leao. De 37, han sido 35 los partidos en los que el portugués ha estado perdido sobre el verde. Los encuentros contra Mallorca (Jornada 1) y contra Sporting de Gijón (Jornada 27), no pueden ser la regla, sino la excepción que confirme la regla. Rubi no lo vio del mismo modo y siguió alineando al medio centro ex de Paços de Ferreira a pesar de su total pasividad en el campo. Si un jugador no funciona o no demuestra, debe ser cambiado, por el bien del equipo.

La receta del éxito: III. Seguridad y confianza

El tercero y último a subrayar ha de ser la seguridad del entrenador en la empresa que acomete. Seguridad en el esquema que utiliza, seguridad en que su equipo es superior al rival, seguridad en sus palabras. Nada de eso ha demostrado Rubi en su estancia en la ciudad de Delibes. Cambió el sistema de juego según el rival, sin tener uno fijo. El oponente era lo de menos, ya fuese el Girona o el Sabadell, el míster colocaba a sus jugadores concienzudamente según su estudio previo del contendiente. En Valladolid está comprobado que la garra siempre puede al análisis pormenorizado de las cosas. En rueda de prensa, el de Vilassar de Mar fue moderando su discurso con el paso de las jornadas, hasta repetir una y otra vez el mismo, tan trillado, que a los periodistas no les hacía falta tomar apuntes. Rubi apelaba a la mala suerte, al infortunio. Pero en el Zorrilla eso no vale.

Así lucirá Zorrilla cuando venga alguien que inyecte ilusión. (Fuente: Real Valladolid)

Carisma antes que estudios, brega antes que técnica y lealtad antes que dinero. Esa ha de ser la receta para que salga una buena tarta de color blanco y violeta. Ahora toca buscar un cocinero adecuado que sepa mezclar y mimar los ingredientes con el objetivo de que los comensales no repudien el postre.

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Sobre el autor
Pablo Merino García
Un tipo peculiar que escribe sobre fútbol, o lo que le echen. Rock, jazz, blues, buen cine, un escrito apetecible, algo de bourbon y muchos sueños por cumplir. Un clásico, es simple.