Que el Celta de Vigo ha dejado de ser un equipo cuyo objetivo es únicamente permanecer en la Liga BBVA es un hecho. Más allá de las sorpresas y diatribas a las que cada temporada se enfrenta el fútbol, el conjunto celeste ha crecido lo suficiente en los tres años consecutivos que lleva en la élite para optar a cotas mayores o, al menos, a cohabitar con tranquilidad en el centro de la tabla. Desde que el equipo ascendiera a Primera División en el incipiente verano de 2012, la plantilla ha evolucionado enormemente, creándose un grupo compacto, de ideas fijas y rendimiento sobresaliente.

Con el ritmo general tan incrementado, rendir como se hacía hace dos o tres años ha comenzado a no ser suficiente para tener una plaza en el once inicial de Eduardo Berizzo. En este sentido muchos futbolistas han dado un paso adelante muy significativo. Lo ha hecho Nolito, quien llegó a Vigo fuera de forma y ha sabido readaptar su fútbol al juego combinativo que se practica en la Avenida de Balaídos. También han sabido hacerlo, entre otros, Fabián Orellana y Gustavo Cabral, dos futbolistas a quienes la confianza que los diversos entrenadores les han brindado los ha logrado exprimir.

Sin embargo, ha habido futbolistas que no han sabido seguir el ritmo. Le ocurrió a Charles Dias, quien tras ser un jugador clave para Luis Enrique en la temporada 2013/14 no pudo mantener su nivel el pasado año y finalmente ha acabado saliendo del club hacia Málaga. También le ocurrió a Álex López, quien probará suerte en el Sheffield Wednesday para recobrar el ritmo perdido. Y le ha ocurrido a Andreu Fontàs.

Pérdida de galones

El central catalán, otrora líder de la zaga celeste, ha visto como su compañero en el centro de la defensa Gustavo Cabral lo ha sobrepasado sin contemplaciones, y también contempla como un Sergi Gómez hambriento de minutos se asoma por el retrovisor. Fontàs era indiscutible para Luis Enrique y, sin embargo, su puesto en el once pende de un hilo en la actualidad.

Y es que el exfutbolista de Fútbol Club Barcelona y Mallorca mantiene las mismas virtudes y los mismos defectos con los que contaba cuando aterrizó en Vigo allá por junio de 2013. Fontàs es un central con exquisito trato de balón, personalidad para iniciar el juego combinativo desde atrás y una inteligencia posicional suficiente para poder desenvolverse incluso como mediocentro defensivo o pivote.

Fontàs fue un futbolista esencial para Luis Enrique en la 2013/14 (Foto: Sport).

Sin embargo, sus debilidades comienzan a notarse más cada vez que el equipo da un paso adelante. Su lentitud y su enorme dificultad para el giro y la arrancada son factores que, a menudo, contribuyen a que pierda sus espaldas ante delanteros rápidos. Además, su juego aéreo deja bastante que desear, lo que convierte a la zaga viguesa en una entidad vulnerable en penetraciones por la banda o jugadas de estrategia a balón parado.

Contemplar cómo Cabral se ha convertido en líder de la defensa y segundo capitán del equipo ha contribuido, además, a una enorme pérdida de confianza en su juego, lo que ha terminado desembocando en errores absurdos como el cometido el pasado miércoles ante el Galatasaray. Exactamente los errores que, hará dos o tres años, cometía con frecuencia el defensor argentino. Con las tornas cambiadas, es obvio que hace tiempo que Andreu Fontàs ha perdido los galones que Luis Enrique le había entregado. Junto a ellos, la pasada temporada ya perdió minutos respecto a su primer año en Vigo.

Probabilidades y perfiles del adiós

Ubicados en esta tesitura, es preciso preguntarse acerca de la posibilidad de que Andreu Fontàs abandone la disciplina del Celta de Vigo al término del presente mercado estival de fichajes. Las negociaciones entre el club y el futbolista para su renovación no han llegado a buen término, algo que, si llega a no darse antes del mes de junio de 2016, supondría la salida de Fontàs del club completamente libre. En el caso de que esto ocurriese, al equipo le convendría venderlo previamente, bien en este presente mercado veraniego o en el mercado invernal, algo que ya sería más complicado puesto que cualquier equipo dispuesto a hacerse con sus servicios probablemente no tendría problema en esperar seis meses y hacerlo completamente gratis.

Ante la solidificación del papel de Gustavo Cabral como líder de la defensa y el ascenso de Sergi Gómez como un central de calidad, rápido y sobrio durante la pasada temporada, falta saber si el Celta incorporará a otro defensor central a su plantilla en lo que resta de verano, un puesto para el que ha sonado con fuerza el senegalés Papy Djilobodji, actualmente miembro de la plantilla del Nantes francés. En el caso de que llegase otro central y la renovación de Fontàs no se llevase a cabo, todo parece indicar que los caminos del Celta y el central catalán terminarán separándose este verano.

Djilobodji ha sonado con fuerza para el Celta este verano (Foto: Moiceleste).

El desacuerdo entre Celta y Fontàs es, principalmente, económico. La problemática se sustenta en que Fontàs pide mantener su ficha de un millón de euros, la cual actualmente cubre el Fútbol Club Barcelona en un 60%. Sin embargo, en el caso de firmar un nuevo contrato, el papel del club barcelonés se extinguiría y sería el Celta quien pasase a abonar la ficha completa al central, cuya cantidad el equipo no está dispuesto a cubrir teniendo en cuenta el rendimiento de Fontàs.

De una forma u otra, lo claro es que el Celta deberá resolver la situación de Andreu Fontàs antes del término del mercado de fichajes. Si el central gerundense no renueva ni es traspasado antes del 31 de agosto, el equipo dirigido por Eduardo Berizzo probablemente se enfrentará a la pérdida gratuita del futbolista el próximo verano, una situación nada rentable para el club. Los rumores sobre su salida han sido intensos durante todo el verano, pese a que Berizzo ha seguido utilizándolo en toda la pretemporada.

Si el Celta confía en que Fontàs podrá retomar el ritmo al que avanza el resto del equipo, finalmente cederá o buscará un término de acuerdo con el futbolista para su renovación. De lo contrario, la salida del jugador ganará enteros a lo largo del próximo mes. Más si un central ya ajustado al ritmo actual del equipo acaba aterrizando en Vigo. Al final, todo se reduce a eso. A una cuestión de ritmo.