Es el hombre de moda dentro del Atlético de Madrid. En tan solo una temporada, Antoine Griezmann, se ha ganado el favor de toda la parroquia rojiblanca con 25 goles en total. Unos números de crack absoluto. Es parte de un camino que inició en la Borgoña Francesa (Maçon) un 21 de marzo de 1991. La historia de un niño que soñaba con jugar en el Olympique de Lyon, a ser reclutado en las filas inferiores de la Real Sociedad, y a terminar triunfando en la ribera del Manzanares.

“Antoine lloraba mucho y estuvo a punto de irse”

Eric Olhats, ojeador de la Real para Francia, fue el primero en percibir el talento de Antoine. Fue en un torneo de París y le acogió en su casa. Nunca dudó de sus cualidades y el tiempo le ha dado la razón: “Jugaba en el Montpellier. Me fijé en que no vestía las mismas medias que el resto de sus compañeros, así que eso quería decir que solo se encontraba a prueba. Si ya hubiera firmado por algún club hubiera sido muy difícil, casi imposible, poder llevárnoslo”.

Por aquel entonces tenía tres propuestas de Lyon, St. Etienne y Auxerre. Las condiciones que le ofrecían eran muy golosas, pero se le exigía que permaneciera un año más en el Montpellier. La Real le quería para ese mismo año, así que sus padres no dudaron mucho en dar el primer paso y que su hijo demostrara que podía valer para ser jugador profesional.

Antoine tenía trece años y fue un cambio muy duro en su vida. Cambiar Maçon por Zubieta fue algo totalmente inesperado y trastocó todos los esquemas de su cabeza. Se fue a vivir con la familia de Eric, a su casa en Baiona: “Mi novia, mis hijos y yo somos como una familia para Antoine. Y él es como un hijo para nosotros. Nos preocupamos de sus estudios, de su alimentación y le atendimos cuando estaba enfermo. Es uno más en casa. Su madre está tremendamente agradecida por todo lo que hicimos por él”.

Sin embargo, no todo el monte es orégano. El pequeño Antoine pasó malos momentos y por su cabeza rondó varias veces la idea de dejar todo y regresar a casa con su familia: “Lloraba y pasaba malos momentos. Yo hablaba con él, le tranquilizaba y le decía que si la mañana siguiente seguía pensando igual, le llevaba con sus padres. Nunca pasó. Se levantaba y tenía unas ganas enormes de ir al entrenamiento. Su pasión por el fútbol le ha permitido superar todos los obstáculos”.

De juerga con ‘le coq’ y amor en San Sebastián

Pasaron los años y Antoine ya se había hecho todo un hombre. Era un fijo en el once inicial de la Real y era todo un reclamo para la afición y para Francia, quien veía en él en las categorías inferiores un nuevo ídolo nacional junto con Benzema, Ribéry o Pogba. El 30 de julio fue campeón de Europa con la selección sub-19 francesa. Los ‘bleus’ ya soñaban con las galopadas del chaval y con su irreverente cresta rubia. Todo un gallo en potencia.

Todo se torció en una convocatoria de la sub-21. El diario francés L’equipe desvelaba que abandonó la concentración junto con otros compañeros para coger un taxi durante 200km para irse de fiesta a la discoteca Crystal, muy cerca de los Campos Elíseos en París. El escándalo, unido a la reciente eliminación que sufrió el equipo en Noruega, provocó todo un tsunami de opiniones y críticas. Tanto él como sus otros compañeros fueron duramente sancionados y se les expulsó temporalmente de cualquier convocatoria con la selección francesa hasta hace tan solo un año.

Tiempo más tarde, Antoine encontró el amor en Erika, tiene 25 años, es licenciada en pedagogía y en febrero del año pasado abrió su blog de moda ‘Cordialmente Erika’. Cuenta con más de 10.000 seguidores en las redes sociales y goza de buena fama en Francia. Sus posts se traducen al francés y en la mayoría de ellos luce prendas de Zara. Se define como una persona sencilla y amante de la naturaleza, aunque se confiesa muy miedosa: “Tengo pánico a los gatos, tengo miedo a los perros y también a todos los animales que tengan plumas”, escribe en su blog. En julio del pasado verano, cuando su novio firmó por el Atlético, tuvo que dejar su San Sebastián natal para mudarse a la capital madrileña.

Feliz y estable en Madrid

Antoine es feliz en el Atlético. Adora la ciudad, se encuentra muy a gusto con sus compañeros y está encantado con el Cholo y todo el equipo técnico. Reside en una lujosa urbanización a las afueras de Madrid con su novia, y suele contar con la visita y apoyo de su hermano Thèo. Fue el pichichi de la pasada temporada de los rojiblancos con 25 dianas, está siendo el máximo goleador del equipo en esta pretemporada y se encuentra en un estado de forma excepcional.

Para que una persona pueda triunfar en lo profesional, primero debe cultivar lo personal. Y esa faceta en la vida de Antoine está más que cubierta. El francés no se pone límites y aspira a mejorar las metas alcanzadas en la pasada campaña. El gallo está listo.

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