Nunca es fácil comenzar una rutina, menos aún en verano, sea la profesión que sea. Es el caso del fútbol, que tras varias semanas acostumbrados a exigentes sesiones de entrenamiento sin dejar nada en el aire y disputar amistosos cada cinco días, en los que rara vez un jugador goza de más de 60 minutos sobre el césped, llega la hora de la competición liguera. Semana tras semana, los jugadores se enfrentan con distintos rivales y atraviesan distintos estados de forma, problemas físicos, altibajos con la afición e incluso con el entrenador.

La rutina veraniega pasa a otra muy distinta: entrenamientos cada vez más orientados a protegerse de las virtudes del oponente y a atacar sus puntos débiles, siempre potenciando los recursos del equipo. Esa es la labor del cuerpo técnico, que debe administrar bien incluso los días de descanso en busca de no cargar demasiado el físico de sus pupilos. Segunda exige minuciosidad en la preparación y confianza en el ánimo de cada vestuario, y una de las claves es comenzar bien la temporada.

El Real Valladolid ha renovado buena parte de su plantilla y del banquillo, de modo que no todo el mundo se conoce a fondo dentro y fuera del campo, una faceta que se irá mejorando con el paso de las jornadas. Para ir cogiendo confianza y dinámica de victorias, algo que nunca tuvo el Pucela la pasada campaña, se antoja fundamental empezar el campeonato con una victoria que dé moral y demuestre que el trabajo veraniego, al menos a corto plazo, no ha sido en balde. El conjunto que entrena Gaiza Garitano arranca la temporada en Córdoba, un rival que va a exigir al aún incompleto plantel del técnico vasco. Pese al fracaso del curso pasado, los de 'Rubi' comenzaron su andadura en Segunda con un triunfo sobre el Mallorca.

Irregularidad ante el Mallorca

El día 23 de agosto de 2014 se inició el retorno del Valladolid a la división de plata tras un descenso merecido con Juan Ignacio Martínez al frente. Su sustituto, el catalán Rubi, apostó por un once del que solo quedan a fecha de hoy Chica, Óscar y André Leao. Cosas del fútbol. Enfrente, un Mallorca inmerso en dudas administrativas y en revuelos de despacho, algo que acaba oscureciendo a lo verdaderamente importante: la pelota y el césped.

Al 2-1 final se llegó tras un partido con varias fases: dominio absoluto local, arreones visitantes y, por encima de todo, un magnífico André Leao. El luso, que se fue difuminando con el paso de los meses, ilusionó a Zorrilla con un clínic de colocación, eficacia de pase y actividad defensiva. Pese al buen hacer del centrocampista, el protagonista del choque estuvo en las filas rivales. Cendrós, el defensa de los bermellones, vio puerta por doble partida, aunque no de la forma ideal, ya que anotó uno para cada equipo. El gol que desequilibró el choque llevó el sello de un Óscar que, con 16 aciertos, se erigió en el máximo artillero de un conjunto que se vio muy lastrado por la severa lesión que sufrió Roger unas semanas después.

Leao no mantuvo el nivel majestuoso del primer choque

La tónica que vieron los asistentes al estadio castellano ese día fue la que se repitió a lo largo de la campaña, unos ingredientes que a la postre no serían suficientes para rubricar el ascenso. El Real Valladolid entrenado por 'Rubi' tenía buenas ideas, quería jugar el balón, pero estuvo muy falto de personalidad, liderazgo y cohesión, con muchos problemas para desempeñar el fútbol que el catalán quería, y exhibiendo graves faltas de concentración en ciertos momentos de los encuentros. El rival lograba aprovechar esos desajustes para hacer daño a un equipo que no exhibió la contundencia defensiva que un candidato al ascenso debe reflejar.

Contundencia con Djukic

El estreno del preparador balcánico a los mandos de la entidad castellana se produjo a domicilio, como ocurrirá con Gaizka Garitano, que firmaría con los ojos cerrado el tanteador con el que el Pucela de Djukic asaltó el Nou Estadi de un Nástic de Tarragona en el que jugaban mitos de la Segunda división como Mingo o Peragón. Un doblete de Alberto Bueno y otro tanto de Jorge Alonso mostraron a la afición y al propio vestuario que ese equipo tenía mimbres de ascenso, como finalmente se corroboró en el playoff, en cuya primera ronda se derrotó al rival del próximo sábado: el Córdoba.

De esa plantilla solo sobreviven dos de los emblemas actuales: Álvaro Rubio y Óscar González, dos veteranos que saben bien lo que es el ascenso -el riojano ya estuvo en el firmado con Mendilibar en la 2006/2007-. Miroslav Djukic es uno de los entrenadores que mejor recuerdo han dejado en Zorrilla, puesto que siempre tuvo claro lo que quería, y su mensaje lo confirmaba: el serbio no se mordió la lengua con nadie y logró ganarse el respeto del vestuario y del respetable, algo siempre importante en la ruta hacia el éxito.

Solo el binomio gallego formado entre Deportivo y Celta impidió el ascenso directo de los pucelanos, que lograron volver a Primera gracias a que superaron a los cordobeses y al Alcorcón en la liguilla posterior. El característico 4-2-3-1 no abandonó la pizarra de Miroslav, defensor de la continuidad en el once y de dar confianza a todos los jugadores sin bajar un ápice la exigencia.

El espejismo de Antonio Gómez

El hoy acompañante de Rafa Benítez en el Santiago Bernabéu fue el elegido para devolver al Pucela a Primera tras caer al pozo en una temporada concluida con Clemente en el banquillo. Los métodos del ex del Albacete nunca convencieron en Valladolid, aunque la verdad es que sus primeros andares como técnico fueron inmaculados. Las cinco primeras jornadas celebradas se saldaron con triunfo para los de blanco y violeta, con un saldo de 14 goles anotados y cuatro recibidos, iniciados con un 3-0 ante el filial del Villarreal.

Gómez no logró ser apreciado en Zorrilla

Los amarillos se vieron plenamente superados por los locales en esa tarde del 27 de agosto de 2010, ya que en ese vestuario convivían hombres de la calidad de Guerra, Nauzet, Sisi, Óscar, Rubio, Valiente o Barragán. A pesar de ese arrollador inicio, que ilusionó plenamente al público, una racha nefasta de solo tres triunfos en trece encuentros se saldó con el despido de Gómez y la llegada de un Abel Resino que tardó varias semanas en sacarle jugo a la calidad de su vestuario. Ese Valladolid llegó a estar 17º en la tabla hasta que se repuntó la situación y se alcanzaron los puestos de playoff, de infausto recuerdo para la familia albivioleta fruto de la extraña derrota en el Martínez Valero ilicitano.

De esta etapa, que tan solo duró 14 partidos, se desprenden unas enseñanzas fundamentales para Garitano: la regularidad es fundamental en esta categoría, aunque su experiencia en el Eibar le será clave para instruir a su plantilla y hacerles ver que Zorrilla debe ser inexpugnable, una fuente de buenos resultados importantísima para estar en lo alto de la clasificación. En cuanto a las visitas a domicilio, como es el caso de la del próximo día 22, es clave sumar, aunque sea empates, para no cortar la cosecha de puntos y no acabar el encuentro con el sabor amargo de una caída.

Respecto a los inicios ligueros, al entrenador vasco más le vale imitar el ejemplo de Djukic y no el de 'Rubi' o el de Gómez, por muy prometedor que fuese este último, si quiere que el año de contrato que firmó pueda tener continuidad. Esto solo sería en Primera, ya que está claro que el objetivo tabú -no se alude directamente a esta palabra- es el ascenso. Y al ascenso se llega desde el principio, de ahí la importancia de sacar un buen resultado de Córdoba y mostrar buenas sensaciones de cara a crear una inercia de juego y puntos.

Imágenes: ecodiario | imasfutbol | Real Valladolid.