Jugó, atacó, defendió, sufrió y sentenció. El Atlético mostró todas sus caras en un partido donde el Sevilla le puso contra las cuerdas, pero donde las variantes ofensivas de Simeone hicieron que los tres puntos volaran al Calderón. Con Griezmann como líder ofensivo en la primera mitad, Koke adelantó a un Atlético que en la segunda parte se limitó a defender los continuos ataques sevillistas, que perdonó el empate y acabó goleado.

Griezmann lidera al Atlético

La primera parte tuvo nombre y apellido propio: Antoine Griezmann. El francés estuvo en cada una de las acciones del ataque rojiblanco. Hace un año corrieron tímidas dudas acerca de su adaptación al equipo. Hoy día, es el líder absoluto del Atlético de Madrid. Pero el primer aviso, por contra, fue del equipo local. En un inicio frenético, Llorente cazó un balón en el área y sacó un derechazo que Oblak mandó a córner. Apenas dos minutos después, Griezmann avisó con un lanzamiento lejano que detuvo Beto en dos tiempos.

El Atlético empezó a dominar el balón y con ello, el partido. Óliver, Juanfran y Griezmann se asociaban con Gabi y Tiago, que superaban a Krychowiak y Banega en el centro. El '7' rojiblanco volvió a avisar con una falta que, tras rebotar en la barrera, se marchó cerca del palo. Y Griezmann volvió a mostrar su clase pocos minutos después, cuando tiró un caño dentro del área a Rami para asistir a Óliver en un lanzamiento que se marchó alto.

El Atleti tocaba y llegaba pero no encontraba ocasiones claras de gol. Griezmann, otra vez, Koke y Tiago lo intentaron con disparos lejanos. El Sevilla, mientras, se defendía como podía y no renunciaba al ataque, buscando transiciones largas con Llorente e Iborra como referencias aéreas. Oblak volvió a hacer una buena parada antes de que Griezmann volviera a ser protagonista. El francés, agarrado por un defensa en el borde del área, demostró cómo hay que ganarse el sitio en este Atleti: peleó, cayó al suelo y desde allí siguió luchando por un balón que encontró a Koke, quien hizo el 0-1. La dedicatoria, por cierto, sonó con aires de despedida: el número 8 y miradas a la grada, donde presenciaba el partido Raúl García.

Acción, reacción

Marcó el Atleti y reaccionó el Sevilla. Con el marcador en contra, Emery adelantó líneas y achuchó la portería de Oblak en los minutos finales de la primera mitad, pero el marcador no se movió antes del descanso. Tras el mismo, Krychowiak adelantó varios metros su posición, Banega comenzó a entrar en juego y Reyes empezó a crear peligro en banda. Amenazaba el Sevilla, pero el Atlético salía a la contra con mucho peligro y poco acierto, con un Torres bastante desafortunado.

La encerrona sevillista era cada vez mayor. El Atlético no salía de su área, agazapado ante un equipo que no paraba de meter balones a la misma. Pero el final de cada jugada de ataque era siempre el msismo: Godín, Giménez u Oblak. Llorente tuvo la más clara con un zurdazo que se marchó rozando el palo, y Emery echó aún más leña al fuego dando entrada a Gameiro por un lesionado Carriço.

Del perdón a la sentencia

Cada minuto que pasaba parecía más cerca el empate. Pero el cronómetro no hacía más que moverse y el marcador no se movía. Chocaba en la muralla rojiblanca una y otra vez el Sevilla, que encontró en Konoplyanka otra baza de peligro. Y como es habitual en el fútbol, quien perdona lo acaba pagando.

Movió su última ficha Simeone dando entrada a Jackson, y mientras el colombiano daba sus primeros pasos por el césped, Gabi, en la frontal del área, se sacó un derechazo que golpeó en la espalda de un defensa del Sevilla. Lo suficiente para despistar a Beto y hacer el 0-2, cuando más sufría el Atleti.

El Sevilla no se rindió, pero los tres puntos tenían destino asegurado. Apretó en el tramo final con más fe que peligro hasta que Jackson Martínez, tras tirar una pared con Griezmann en la frontal, se sacó un zurdazo que se coló en la portería de Beto para aumentar la diferencia. Un marcador que pudo ser aún mayor si Griezmann no se topa con la madera apenas dos minutos después. El Atlético ganó y mostró sus virtudes: jugar y sufrir, pero ante todo, ganar.