Valladolid, 12 de septiembre de 2015. Fiestas de la Virgen de San Lorenzo. A escasos 50 metros del estadio José Zorrilla, casetas regionales para disfrutar de una buena paella valenciana, de un pulpo de calidad, de unos morunos de quítales todo bien bañado por un buen vino o por una sidra asturiana de esa que hace que se olviden las penas por un rato. De pena fue el partido del Real Valladolid y errónea la elección de los apenas 8.000 espectadores que decidieron entrar al santuario blanquivioleta en vez de quedarse, como hemos dicho, en los aledaños disfrutando de la gastronomía española.

Y dirán, pero si el Pucela ganó y consiguió los tre puntos, sí, pero la imagen que dio el equipo, en su feudo y ante un rival como el filial bilbaíno fue mala, muy mala. Al final, y como reza el titular, los puntos son amores en este caso, pero las sensaciones dejan un regusto amargo a todo aficionado de un Pucela que tras cuatro jornadas disputadas sigue sin arrancar.

Los mismos problemas del año pasado

En el encuentro de ayer, al Real Valladolid se le volvieron a ver los problemas que lleva mostrando a lo largo de estas primeras cuatro jornadas y que también tuvo el año pasado con Joan Francesc Ferrer ‘Rubi’ comandando la nave blanquivioleta. Esa lentitud a la hora de sacar el balón jugado, esa falta de juego en la medular, esa inseguridad a la hora de defender y esa falta de llegada y de ocasiones que hacen del cuadro albivioleta, un equipo vulgar y del montón.

Ayer se pudo apreciar, una vez más, que el Pucela no funciona con la pareja que forman André Leao y Timor en el centro del campo. El portugués, una vez más desaparecido a la hora de crear juego y el valenciano perdiendo la posición ante el buen hacer del doble pivote del Bilbao Athletic, formado por Undabarrena y Vesga que se comieron literalmente el centro del campo vallisoletano.

A pesar de la victoria, el equipo no estuvo acertado

Óscar desconectado, Alfaro desaparecido y un Mojica que parecía que venía con jet-lag después de meterse un viaje de unos cuantos miles de kilómetros hasta Estados Unidos, para no jugar ni un solo minuto con la selección que comanda José Pekérman en el amistoso ante Perú y ser un espectador de lujo de la lesión sufrida por James Rodríguez que tanto debate ha generado en los medios de comunicación. En defensa, ni con Juanpe ni sin él. A Marcelo Silva se le pudo ver lento y sin entendimiento con su nueva pareja de baile, Samuel, un jugador correcto al que cuando se le exige muestra sus carencias en lo que a la velocidad se refiere.

Solo Juan Villar, otra vez

Fue lo único destacado y destacable del partido y de momento, de la temporada. El siete del Real Valladolid es la alegría sobre el campo y para el aficionado del Pucela que se siente identificado con las ganas y el buen hacer del ex del Cádiz. En la tarde del sábado, otra vez fuera de su posición y jugando de nueve, volvió a dar, como ya hiciera ante el Alcorcón, los tres puntos a su equipo con un gol de killer cuando la primera parte del encuentro agonizaba.

Juan Villar es uno de los fijos para Gaizka Garitano con 316 minutos disputados de los 360 posibles

El onubense aporta descaro, pero sobre todo ganas y esa raza en la búsqueda de recuperar cada balón perdido y dar lo máximo con el balón en los pies. No en vano es uno de los futbolistas que en estos cuatro primeros partidos de liga más minutos ha disputado, un total de 316 de los 360 posibles.

El andaluz tuvo que ser sustituido por el míster vasco del cuadro pucelano en la segunda mitad por cansancio y por vaciarse y dejarlo todo sobre el césped ayer impoluto del estadio José Zorrilla. Podría haber interiorizado algo de la actuación del siete su sustituto. Un Rodri que literalmente se arrastró por el campo en los 15 minutos que estuvo sobre él, sin tensión, sin presión, al trote. Un jugador del que se esperaba mucho y está dando más bien poco o nada.

Como decía Garitano, se gana una semana

Al final y como decía aquel, el dinero tiene una importancia supina, y en el fútbol más todavía. La escuadra que preside Carlos Suárez se ha visto obligada a realizar tres fichajes (Erick Moreno, Diego Rubio y Pedro Tiba) el último día de mercado y con la competición ya iniciada, lo que conlleva un periodo de puesta a punto primero, y de aclimatación al sistema y al estilo de juego después.

Garitano lo avisó en verano y el juntar estas piezas tardías al puzzle del equipo está costando y mucho. El Pucela ofreció un espectáculo horroroso a una afición que en ciertas fases del encuentro silbó a su equipo pero que vio como finalmente se llevaba los tres puntos y escalaba alguna posición en la tabla clasificatoria.

Lo positivo y lo que cuenta, los tres puntos. Lo negativo, el juego feo y ramplón, que ayer sirvió para derrotar a un rival inferior como el Bilbao Athletic, pero que a buen seguro, y con el transcurrir de la temporada podremos verlo, no va a valer para derrotar a los gallitos de esta difícil Segunda División del fútbol español. Toca mejorar muy y mucho si este equipo quiere tener opciones para afrontar la difícil tarea de conseguir el ascenso a Primera.