Su padre era funcionario de Aduanas, lo que provocó que Moncho Polo viviese desde muy pequeño en la localidad de A Guarda, situada en la desembocadura del Miño. Allí, mientras exploraba los caminos que llevaban al sacerdocio, descubrió su verdadera vocación cuando comenzó a dar patadas a un balón. Tras pasar por el Deportivo Guardés, se incorporó al Fortuna de Vigo, equipo que se fusionó con el Vigo Sporting en 1923 para alumbrar el nacimiento del Celta. Polo, pretendido por el Barcelona, vio frustrado su fichaje al equipo culé por las reticencias de su madre, que no consideraba apropiado que abandonase el hogar tan joven. Y así llegó al equipo vigués desde el mismo momento de su creación, formando parte del grupo de jugadores seleccionados de entre una plantilla de más de 60 hombres procedentes del Vigo Sporting y del Fortuna.

Antes, a finales de 1922, Polo había marcado el primer gol en la historia de la selección gallega de fútbol. Fue en un partido disputado en Coia frente a la selección de Castilla que terminó con victoria de Galicia por 4-1. Allí compartió alineación con otros futuros jugadores célticos como Pasarín o Luis Otero. También anotó dos goles en el primer choque internacional de los gallegos, en una victoria por 3-1 frente a una selección de Lisboa que tuvo lugar en enero de 1923.

Moncho Polo jugaba habitualmente como interior izquierdo y destacaba por su poderoso disparo a puerta. Cuentan las crónicas de la época que además de por su olfato goleador, también desequilibraba gracias a su habilidad y su rapidez. Fue internacional por España en dos ocasiones, la primera en el estadio Ferencvaros de Budapest en 1925 y la segunda ocho años más tarde en un choque frente a Portugal.

Goles monárquicos, goles republicanos

Entre 1923 y 1929 el Celta solo participó en el campeonato regional y en la competición copera, dado que la liga española como tal todavía no había sido creada. Durante las tres primeras campañas Polo logró un total de 21 tantos en el campeonato gallego, colaborando para que el Celta se llevase los tres títulos de manera consecutiva. En las dos campañas siguientes mantuvo su promedio goleador en la competición regional, mejorándolo espectacularmente en el torneo copero, en el que sumó 24 tantos en 21 encuentros. Tampoco faltó a su cita con el gol en el estreno de Balaídos, convirtiendo dos dianas ante el Real Unión de Irún en aquel primer partido jugado el 30 de diciembre de 1928.

Polo, primero por la derecha en la fila inferior, en un Celta de los años 30 (Foto: foro.delcelta.com)

En 1929 llegaba el gran desafío para Polo y su Celta, que debían afrontar la recién creada liga española desde la Segunda División. Es aquel el curso en el que el de Corcubión logra sus primeros cuatro tantos en liga nacional. El Celta gana el campeonato gallego pero la exigencia de disputar tres competiciones acaba pasando factura al equipo, que se ve relegado a la Tercera División en el que supuso su primer descenso de categoría.

El 31 de marzo de 1935 Moncho Polo lograba su último tanto en una victoria 2-1 sobre el Hércules

Al año siguiente Polo, lesionado, apenas puede participar en el retorno a Segunda, recuperando su protagonismo en las dos temporadas siguientes, con el equipo de nuevo en la División de Plata. En 1931, tras la llegada de la Segunda República, se procedió a suprimir todo símbolo o alusión a la etapa monárquica recientemente vivida, por lo que todos los clubes perdieron su condición de ‘Real’ otorgada por el rey Alfonso XIII. En consecuencia durante aquellos años el equipo que representó a Vigo fue simplemente el Club Celta.

Un extremo brilla en Nervión

Once del Celta en Nervión (26/02/1933)

Fue en la temporada 1932-33 en la que Sevilla y Celta coincidieron en el segundo escalafón nacional, enfrentándose en el estadio de Nervión el día 26 de febrero de 1933. El partido fue discreto en cuanto a calidad, especialmente por parte del equipo hispalense —denominado ‘merengue’ en las crónicas de entonces—, del que como local se esperaba mucho. Sin embargo fue el Celta el que abrió el marcador cuando apenas se llevaban disputados dos minutos de juego. El artífice del tanto no fue otro que Moncho Polo, que colocó un centro medido a la cabeza del gran Nolete, quien ramató a placer a las redes del guardameta Eizaguirre. Mediado el primer tiempo llegó el primer contratiempo con la lesión de Pepe Vega, que dejó al equipo cojo durante muchos minutos y con diez hombres tras el descanso. Pese a ello el Celta atacaba más y mejor que el Sevilla. Perfectamente comandado por el veterano José María Peña —entrenador pero también jugador a sus 38 años—, el equipo celeste se agarraba a la capacidad de desborde y centro de Polo por banda izquierda. Revisando la prensa del momento se puede deducir que aquella tarde Polo jugó más como extremo que como interior, actuando como un auténtico puñal. Pero a pesar del control céltico, un mal rechace del guardameta Lilo permitió la igualada de Cortón cuando las manecillas del reloj se aproximaban al intermedio. Al descanso se llegaba con empate a un tanto y con la preocupación por tener que afrontar con diez hombres la continuación.

Con todo, en la segunda mitad la superioridad numérica local no se plasmó ni en el marcador ni en el juego, hasta el punto de que el hombre más destacado por parte del Sevilla fue su guardameta Eizaguirre. El Celta buscó la victoria en todo momento pero finalmente debió conformarse con el empate ante un equipo hispalense que recibió durísimas críticas por el juego desplegado aquella tarde.

Fue internacional por España en dos ocasiones

No fue aquella una buena temporada ni para Sevilla ni para Celta. Los de Nervión terminaron penúltimos, evitando el descenso a Tercera gracias a que solamente caía el último clasificado, un desastroso Castellón que apenas pudo sumar cuatro puntos. Los de Vigo no lo hicieron mucho mejor que los andaluces, finalizando séptimos —en una liga de diez equipos— y completando sin pena ni gloria uno de los tres años de transición que todavía restaban hasta el primer ascenso a la máxima categoría.

Etapa franquista

Moncho Polo todavía iba a jugar durante dos temporadas más con el Celta, aunque sus cifras anotadoras ya no volvieron a lucir como antaño. Durante el ejercicio 1934-35, el último de Polo en activo, el Celta logró jugar la liguilla de ascenso quedándose a un solo punto del salto de categoría. Hubiera supuesto un gran broche para su carrera pero no pudo ser. El 31 de marzo de 1935 Moncho Polo lograba su último tanto en una victoria 2-1 sobre el Hércules, en partido correspondiente a aquella fase de ascenso. En total fueron 166 goles a lo largo de 261 partidos oficiales, aunque ninguno de ellos en la máxima categoría nacional.

Polo en un Valladolid-Celta (Foto: foro.delcelta.com)

Un año después, poco antes de que estallase la Guerra Civil, se conseguiría el ansiado ascenso pero el ilustre atacante gallego ya había colgado las botas. Su carrera como futbolista había finalizado, incorporándose a filas en el bando franquista y alcanzando con el tiempo la categoría de capitán. Desarrolló durante muchos años su labor en Lugo, compaginando sus ocupaciones con las de entrenador de la Gimnástica Lucense desde 1949 hasta 1952. Sus contactos en Vigo facilitaron la llegada de jugadores procedentes del Celta a la Gimnástica, en la que fue la época de mayor esplendor del equipo hasta su disolución en 1952. No fue hasta el año 1958 que Polo abandonó definitivamente sus tareas militares. Posteriormente regresó al Celta para ocupar un puesto en la secretaría técnica antes de fallecer en 1966, hace ya casi medio siglo.

Y es que cuando se habla de los grandes que vistieron la casaca azul cielo no se puede obviar a este grandísimo atacante que lo dio todo por el Celta durante los 12 primeros años de existencia del club vigués. Quiebros, asistencias y, de manera especial, goles que figuran en el baúl de los recuerdos de un equipo que peleaba por un hueco entre los grandes antes de la Guerra Civil. Moncho Polo nunca jugó en Primera División, seguramente porque le tocó vivir una época en la que no resultaba tan fácil cambiar de aires como en la actualidad. Pero su categoría como futbolista fue reconocida entonces y lo seguirá siendo en el futuro.