Dos dinámicas contrapuestas se habían topado en Barreiro. Una ascendente, pletórica, con la firma de una Arandina recién ascendida que había ido librándose de las novatadas. En el otro bando, un Celta B quejumbroso, atascado en la faceta del gol, que llevaba tres partidos sin conocer la victoria. 

Pero ya se sabe que la sangre de los filiales es de difícil composición. Pasan de derramar tantos a borbotones a mantener una piel impoluta. Frente a la Arandina, el filial celeste se disfrazó de gigante. Expandió su fortaleza guiado por caballeros como Jordan, un agente de la efectividad que está llamado a ser uno de los enfant terrible de este equipo.

El vendaval céltico se desencadenó en la segunda mitad. Durante los primeros 45 minutos la Arandina se había vestido con una coraza que se fundió al borde del descanso con la expulsión de Carlitos por doble amarilla.

El avanzado toledano había conseguido un par de lances antes el gol del empate. El marcador pudo ser inaugurado por el termómetro del Celta B, un Borja Iglesias que no acertó ante Álex tras recibir un buen balón de Pape. 

El artillero no falló en la segunda ocasión clara de la que dispuso. Superada la mediahora de juego, un centro desde la izquierda de Lucas Olaza acabó con una magnífica volea del santiagués. 

Una vanguardia perfecta

El equipo ribereño se descompuso tras la reanudación. Rubén Ramiro puso por delante al Celta tras cruzar bien un balón desde el extremo del área. Jordan aprovechó un rechace tras un tiro de Julio Delgado para aumentar las diferencias, quien se unión a la fiesta goleadora junto a Guille Andrés. Borja Iglesias aumentó la escala del sismo con un tanto más. La goleada se sintió en toda la ciudad. 

Tras esta exhibición, el Celta B asciende hasta la décima posición con siete puntos. Supera a la Arandina, que ahora ocupa la duodécima plaza. Al filial le espera una difícil salida la próxima jornada, en la que se medirá al CD Guijuelo, cuarto clasificado. El equipo ribereño recibe al líder, la UD Logroñés.