Una cruz roja, de trazos gruesos y tono fuerte, señala en los calendarios que cuelgan de las paredes del Santiago Bernabéu y San Mamés el 23 de septiembre como una fecha especial. No es un partido más, es 'uno de esos partidos'. Un duelo entre dos escuadras que no conocen otro escenario que la Primera División, que escriben a cada paso más de un siglo de fútbol de leyenda. Pero, entre tanta historia, un nuevo elemento ha aparecido para condicionar los choques entre leones y vikingos.

El nuevo San Mamés, el niño de los estadios españoles con apenas dos años de vida, ha irrumpido en la larga línea temporal de enfrentamientos para hacer fuertes a sus inquilinos y anular al todopoderoso Real Madrid. Y es que desde que los leones ofrecen su espectáculo en el nuevo feudo, los blancos no han sido capaces de escapar con una victoria bajo el brazo. Esta vez, las cruces en el calendario son distintas. La del Athletic está dibujadas con sangre, con el hambre del depredador que corona la cadena alimenticia; la del Real Madrid con un rotulador de tono fuerte que da la alarma ante tan peligroso compromiso.

Uno de seis con daños colaterales

Seis puntos posibles y sólo uno conseguido. Así, en pocas palabras y con datos sencillos, se explica el corto pero intenso calvario que sufre el Real Madrid como visitante en el nuevo San Mamés. Un empate y una derrota es el balance de los blancos en su particular infierno.

El nuevo San Mamés ya puede presumir en apenas dos años de ser maldito para el Real Madrid: un empate, una derrota y, en ambos cursos, los rivales de los blancos por el título aprovecharon para adelantarles en la clasificaciónEn ambas ocasiones, los partidos fueron un punto de inflexión fatal para los intereses del Real Madrid en la Liga BBVA. El estreno de los merengues en el nuevo San Mamés fue el 2 de febrero de 2014, cuando corría la jornada 22. Los blancos estaban inmersos en una feroz pelea con el Barcelona y el Atlético de Madrid por el trofeo liguero, y aterrizaron en Bilbao con la noticia de que los culés habían caído en casa por 2-3 ante el Valencia. Sin embargo, el Athletic se coló en lo que podría haber sido un fin de semana de celebración y logró un luchado empate en un estadio al que aún le faltaba un fondo por habilitar para la afición. 1-1 y el Atlético, que ganó 4-0 a la Real Sociedad, tomó la delantera con 57 puntos sobre los 54 de Barça y Madrid.

La historia fue aún más dramática para el bando madridista cuando, un curso después, regresaron a San Mamés en otra fecha trascendental como la jornada 26 de la Liga BBVA. Fue entonces cuando los leones devoraron a un Real Madrid que progresivamente se hundía en la nada, y pasearon victoriosos sobre los cadáveres futbolísticos que dejaron a su paso tras 90 minutos y un 1-0 reinando en el electrónico. Gracias a este tropiezo madridista, el Barcelona adelantó a su eterno rival en la cabeza de la clasificación sumando 62 puntos por 61 del Real Madrid. Los azulgranas, que vencieron 6-1 al Rayo Vallecano, pasaron a llevar la voz cantante y no se bajarían de esa ola hasta el final. Primero fue el Atlético, luego el Barcelona. Después de San Mamés, los blancos han visto cómo los a la postre campeones han aprovechado la ocasión para superarles en la tabla.

Dentelladas con clase

Junto a la superioridad que el Athletic ha mostrado en sus dos duelos en San Mamés, los hombres de Ernesto Valverde pueden presumir de haber derribado al Real Madrid con dos goles de una muy bella factura. Los leones no sólo han atacado los puntos críticos de su víctima, además lo han hecho gustándose.

Fue primero Ibai Gómez el que noqueó a un Real Madrid que ganaba 0-1 con un soberbio zapatazo que supuso su segunda toma de contacto con el balón desde que entró sustituyendo a Muniaín. Vio la oportunidad, atacó el esférico con una rabia imparable y ejecutó un disparo duro, seco y que golpeó en la madera antes de descansar en las redes. El gesto de Ibai tras el tanto fue fiel a la esencia de su gol: una mirada de killer para un gol de matador. Y es que aquello enterró a un Real Madrid que por aquel entonces empezó a perder la Liga.

¿Cómo hablar de killers sin que aparezca el rey de los leones? En la cita de la temporada 2014/2015, Aritz Aduriz reclamó su ración de gloria y se convirtió por enésima noche en el ídolo de Bilbao. Mikel Rico colgó al área un buen balón que, sin embargo, parecía complicado que acabara siendo una asistencia de gol. Pero Aduriz, una de las mejores representaciones del delantero puro que mata aunque sólo tenga una bala en el revólver, pulió oro de aquella pelota. Un cabezazo de libro dotó de potencia y colocación al cuero para que éste se convirtiera en un proyectil inalcanzable para Casillas. De nuevo, una sentencia de muerte para el Real Madrid.