Poco queda de aquel Olympique de Lyon de principios de siglo que marcó el paso en Francia y también en Europa. Siete títulos ligueros de manera consecutiva, cientos de jugadores que maravillaron al mundo con su fútbol y un dominio hegemónico que se rompió coincidiendo con la mala gestión del club y el auge de otros equipos como el Marsella o el Paris Sant-Germain. Sonny Anderson, Sidney Govou, Juninho Pernambucano, Michael Essien, Mahamadou Diarra, Luyindula, Benzema, Ben Arfa, Fred, Baros o Källstrom. Todos vistieron la camiseta del conjunto de Gerland.

Con la decadencia del combinado francés, se comenzó a regenerar el equipo, se trabajó mucho en la cantera y tras varios años irregulares, parece que se han vuelto a asentar en la élite de la Ligue 1. No es ni mucho menos el fiero bloque de hace unos años aunque visitar su estadio y sacar tres puntos de allí, no será tarea fácil para ninguno de los rivales que conforman el Grupo H.

El sistema Fournier

El técnico del conjunto galo tiene muy definidas sus pretensiones y sus planes de actuación en una plantilla en la que se ha visto obligado a hacer reajustes tras las últimas lesiones que le impiden alinear a hombres como Nabil Fekir o Clément Grenier.

El 4-4-2 con rombo en el centro del campo es fijo y salvo ocasiones especiales, no suele cambiar. El principal objetivo de Hubert Fournier es que sus hombres dominen el balón y generen peligro desde la posesión. Para ello, utiliza jugadores con talento, que saben dominar el esférico y que son capaces de marcar el ritmo del encuentro en función de las necesidades.

Saben tocar con pausa pero también con precisión y es que los centrocampistas suelen buscar el pase interior o a la espalda de la defensa rival, casi con el 80% de acierto, aprovechando la potencia de sus delanteros. Muchas veces, su tozudez a jugar por el centro les lleva a que en los costados, el protagonismo quede en un segundo plano. Los laterales no suelen desdoblar y sus subidas, durante los noventa minutos, se pueden contar con los dedos de una mano.

Varios jugadores del Olympique de Lyon celebrando un gol. Foto: eurosport.com

Los hombres clave

Este verano, en el club francés hubo varios cambios. Llegó Rafael (Manchester United) para la banda derecha, el equipo mantuvo a Tolisso y Gonalons, que habían sido eje la temporada pasada, al buen lateral zurdo Bedimo y al central Umtiti. Además, la llegada desde el Roma de Yamga M'biwa mejora bastante la defensa, aunque empezó con mal pie con un error que le costó el primer gol ante el Rennes en la tercera jornada del campeonato liguero.

De tres cuartos hacia arriba, el equipo es donde más peligro tiene. Valbuena y Lacazette, con permiso de los lesionados, son los dos futbolistas a tener en cuenta. El primero es veloz e impredecible. Preciso en el saque de las faltas. Una caja de sorpresas con el balón. Y ahí tendrá que trabajar mucho el doble pivote de Nuno y aquellos que vigilen las bandas. El futuro del Lyon se mide en las botas de Valbuena. Un fútbol inmenso para un tipo menudo. Nunca se cubicó tanta magia en tan sólo 167 centímetros de altura. Sin duda, es el alma del equipo. Asimismo, unos metros más arriba le acompaña Lacazette, que en las dos últimas campañas ha dejado números que asustan: 51 goles en la Ligue 1 y 29 de ellos la pasada temporada. Ahora, es cierto que no pasa por su mejor momento. Tan solo ha marcado un gol en esta 2015/2016 y fue de penalti. Además, parece que ha perdido el buen olfato goleador que le acompañaba. Incluso desperdició un penalti contra el Gent en la primera jornada de la Champions League.

Y en la sala de máquinas, destaca Gonalons, un mediocentro defensivo potente que oxigena al equipo. El gran capitán. Aporta equilibrio, posee calidad y un sutil toque de balón. Sus principales cualidades son el sacrificio y el trabajo. Debutó en 2009 y suma ya casi 250 partidos con el Lyon. Sin duda, es un jugador clave para Fournier.

Antecedentes

El Olympique de Lyon es el único rival con el que el Valencia ya se ha visto las caras anteriormente, ya que ambos quedaron encuadrados en el mismo grupo en la temporada 2000-2001, en la que los blanquinegros llegaron a la final del torneo en la que perdieron en los penaltis ante el Bayern.

El encuentro se disputó en el campo de Gerland el 17 de octubre de 2000 y los goles del Valencia fueron marcados por Juan Sánchez instantes antes del descanso y Rubén Baraja en el minuto 85, mientras que Marlet hizo el tanto del equipo francés en el último minuto de juego. Con aquella victoria, el Valencia aseguró matemáticamente su clasificación para la segunda fase de la Liga de Campeones, en un encuentro que tuvo como curiosidad la prolongación del tiempo reglamentado por el árbitro en siete minutos.

Por el Valencia, dirigido por Héctor Cúper, jugaron Cañizares, Anglomá, Djukic, Pellegrino, Carboni, Mendieta (Angulo), Baraja, Zahovic (Albelda), Kily González, Sánchez y Carew (Diego Alonso).