Quien le diría a la afición deportivista hace un año, que su equipo estaría en puestos europeos a estas alturas de La Liga. La temporada pasada fue un descalabro desde el verano. El despido de Fernando Vázquez y una nula planificación de fichajes, hacían presagiar una dura temporada para el conjunto coruñés. El sustituto del técnico de Castrofeito fue Víctor Fernández, un entrenador que nunca llegó a conectar con la afición. Su pasado en el máximo rival, el mal juego del equipo y su escaso carisma, hicieron que el aragonés nunca se ganara el favor del público. A estas alturas de la temporada pasada, el Dépor era cuarto por la cola, y necesitó quince jornadas para pasar de los diez puntos, cosa que este año ha hecho en solo seis.

Tras un nefasto partido en casa contra el Córdoba, Víctor Fernández fue destituido y la directiva tomaría una de las mejores decisiones de los últimos años, el fichaje de Víctor Sánchez del Amo. Si nos fijamos en dos grandes de la liga como el Barça o el Atlético, cuando atravesaban un momento difícil, recurrieron a dos leyendas del club como Guardiola o Simeone, que unieron equipo y afición y los llevaron a la gloria. La situación del Deportivo era crítica, con un pie en segunda, y una afición desencantada, pero la llegada de una leyenda del club, campeón de Liga y Copa, consiguió que todos volvieran a creer y aunque el juego no fue brillante, el equipo se acabó salvando tirando de épica con aquellos inolvidables empates en Bilbao y Barcelona.

Este verano, con más tiempo para trabajar, el técnico madrileño ha empezado a demostrar su calidad como entrenador. La confección de plantilla ha sido muy buena, siendo el Dépor uno de los equipos con mejor fondo de armario de La Liga, pudiendo dejar a jugadores de la talla de Cani o Fede Cartabia en el banquillo. Aparte Víctor ha sido clave en alguno de estos fichajes, como Fernando Navarro o Luis Alberto, con los que coincidió en Sevilla, equipo donde se formó como segundo a las órdenes de Míchel.

Pero donde más se ha visto la mano del entrenador madrileño ha sido en el juego del equipo. En una temporada ha pasado de no saber a lo que jugaba, a manejar diferentes registros. El último partido frente al Espanyol ha sido el culmen táctico del Dépor, realizando un encuentro que hacía años que no se veía. El conjunto coruñés es un bloque, donde no se notan las rotaciones de los jugadores importantes, o algún ligero cambio en el dibujo, como este domingo del 4-2-3-1 al 4-4-2. Esto se debe a la solidaridad de todo el equipo en ataque y en defensa, con las ayudas de los hombres de banda, o las constantes incorporaciones al ataque de los laterales. Aparte se ha mostrado polifacético, siendo capaz de tener el balón y dormir el partido, o montar rápidas contras que desnudan a las defensas rivales.

En definitiva Víctor ha cambiado la cara a este equipo, de ser un conjunto sin ideas y a la deriva, a ser un bloque sólido que sabe a lo que juega. Después de muchos años el Dépor tiene un proyecto en el que creer y al que hay que darle continuidad, porque Víctor ha llegado para quedarse y devolverle la sonrisa a una afición que quiere volver a disfrutar del fútbol.