Miguel Ángel Lotina conoció de primera mano los embarrados campos del norte de España durante su época como futbolista. Nacido en la localidad vizcaína de Meñaka, comenzó su andadura en el CD Munguía para recalar en la SD Gernika en 1977, una vez cumplidos los 20 años. De allí pasó al CD Logroñés, equipo que por entonces se encontraba en la Segunda División B. Su destape como goleador llegó pronto, convirtiéndose en el máximo anotador del equipo durante tres temporadas consecutivas. El CD Castellón, que en 1981 logró ascender a Primera, se fijó en aquel 'nueve' efectivo y luchador y decidió incorporarlo a su plantilla. Lotina logró con el equipo levantino los tres únicos tantos que marcó en Primera aunque no consiguió contribuir a evitar el descenso de los blanquinegros. En 1983 regresó a Logroño, donde recuperó su buena relación con el gol e incluso participó en el ascenso a Primera de 1987. Con 31 años cumplidos y sin oportunidades para jugar con los riojanos decidió colgar las botas y comenzar a prepararse para el mundo de los banquillos.

Lotina durante su época de jugador (Foto: resultados-futbol.com)

Sus inicios como técnico en el filial del Logroñés no pudieron ser mejores. Un ascenso a Segunda B a principios de la década de 1990 supuso su primer gran éxito, el cual refrendó al lograr mantener al equipo en la categoría durante las dos siguientes temporadas. La primera oportunidad en la máxima categoría le llegó a la hora de reemplazar en el primer equipo al destituido David Vidal en diciembre de 1992. Fueron únicamente dos partidos —frente a Deportivo y Valencia— en los que los riojanos no sumaron punto alguno. Después llegaría Carlos Aimar, quien iba a enderezar el rumbo de los rojiblancos hasta salvarlos del descenso.

Explosión en Soria

Con todo, la experiencia que dio a conocer a Lotina al gran público la vivió en Soria. El Numancia de mediados de los 90 era un club modesto que, como tantos otros, se batía el cobre en el fango de la Segunda B. Pero en la temporada 1995/96 algo cambió. La Copa del Rey de aquel año quedó grabada con letras de oro en la historia del club rojillo cuando Real Sociedad, Racing de Santander y Sporting de Gijón, tres clubes de Primera, iban a ser eliminados por el Numancia de Lotina. En cuartos de final esperaba el FC Barcelona de Johan Cruyff. Los de Soria lograron un empate en Los Pajaritos e incluso se adelantaron en el Camp Nou para acabar cediendo por 3-1. Fue la primera metamorfosis del 'patito feo', durante la cual Lotina sembró el germen del actual Numancia, habitual desde entonces en la División de Plata y con alguna que otra incursión en la máxima categoría. Precisamente con el técnico vasco en el banquillo lograron los rojillos su primer ascenso a Primera, aunque para eso habrían de pasar todavía tres años. Entre medias el de Meñaka sufrió sus primeros reveses, con sendas destituciones en el Logroñés y el Badajoz.

Nuevas ideas en Vigo

En el verano de 1999 Miguel Ángel Lotina fichó por Osasuna, que por entonces llevaba un lustro anclado en la Segunda División. Con Iván Rosado y el Cuco Ziganda como máximos realizadores, Lotina posibilitó que el club navarro retornase a Primera y se mantuviese apuradamente durante las dos siguientes campañas con plantillas ciertamente limitadas. Corría el año 2002 y poco podía imaginar el técnico vasco el salto cualitativo que iba a experimentar su carrera. El Celta, por entonces un habitual de la Copa de la UEFA, finalizaba su vínculo contractual con Víctor Fernández y buscaba sustituto. El fútbol brillante que los de Vigo habían practicado durante los cuatro años anteriores no parecía casar muy bien con el estilo de Lotina, mucho más próximo al pragmatismo que a la lírica. Su perfil de técnico serio y muy preocupado por la táctica no había superado ninguna reválida que no fuese la planteada por un equipo que únicamente aspiraba a lograr la permanencia. Sin embargo el acuerdo no tardó en concretarse y el de Meñaka habló con franqueza nada más llegar a Vigo, cuando expresó sin cortapisas su idea de optimizar las características del equipo con el objetivo de lograr algún titulo. Básicamente se trataba de intentar mejorar tácticamente, dejando un poco al margen la vistosidad que venía caracterizando a los de celeste.

El Celta venció en San Siro en la Champions League 2003-2004 (Foto: foro.delcelta.com)

Y lo cierto es que la campaña 2002-2003 comenzó con muchos más resultados que juego. La brillantez de la etapa anterior dejó paso a una practicidad pocas veces vista en Vigo, de manera que hasta un total de once equipos lograron más goles que el Celta en aquella temporada. Sin embargo, solo el Valencia de Rafa Benítez —quinto clasificado— encajó menos tantos que los de Lotina. Con Edu y Jesuli como hombres más acertados de cara a puerta, resultó decisiva la incorporación de Mido en el mercado de invierno. Lo cierto es que el equipo realizó una temporada tremendamente regular, sin bajar en ningún momento de la sexta posición.

Descalabro en El Madrigal

Al paso por la jornada 34 el Celta cabalgaba hacia la Champions instalado en la cuarta plaza. Llegaba el momento de visitar El Madrigal y encarar un choque ante el equipo dirigido por Benito Floro, que todavía debía apuntalar la permanencia. La ocasión parecía clara para mantenerse en los puestos de privilegio, tras ocho jornadas consecutivas sin conocer la derrota. Las bajas de Mostovoi y Jesuli no parecían preocupar a Lotina, que tenía entre ceja y ceja la clasificación para la máxima competición continental. Pero el vértigo pudo con los de Vigo, al menos en este partido, que se perdió en los primeros 22 minutos de juego.

Alineación Villarreal-Celta (18/05/2003)

Lotina diseñó un 4-4-2 con Ángel y Gustavo López cerca de las bandas, para que fuesen Edu y Mido los hombres más adelantados. El equipo no salió con la tensión que cabía exigir, concediendo muy pronto una doble ocasión que conjuró José Manuel Pinto. Pero lo peor todavía estaba por llegar. Una reacción airada de Peter Luccin —con un presunto insulto al colegiado Rodríguez Santiago— le costó la expulsión en el minuto 19. Además las consiguientes protestas supusieron sendas tarjetas a Gustavo López y Mido. El egipcio, tan genial como voluble, apenas tardó tres minutos en descargar la adrenalina acumulada. Una terrorífica entrada sobre Javi Venta provocó su segunda amonestación, dejando a los de celeste con solo nueve efectivos en el campo. Y con más de una hora de juego por delante parecía una quimera incluso arañar un punto. El planteamiento inicial de Lotina saltó por los aires, viéndose obligado a incrustar a Edu en el mediocampo para capear el temporal. Y, la verdad, hasta el descanso no funcionó mal el parche. Un disparo de Calleja muy cerca del minuto 45 se estrelló en el larguero de Pinto pero los visitantes consiguieron llegar imbatidos al intermedio. Todo un logro ante un Villarreal que buscaba el gol con ahínco.

Con los 'periquitos' logró su último gran éxito al conquistar el título de la Copa del Rey en 2006

En la segunda mitad pasó lo que tenía que pasar. El tanto de Guayre a los 48 minutos de juego abrió el melón, desencadenando una inevitable hemorragia que Lotina no pudo frenar con la entrada de Giovanella y Vagner. José Manuel Pinto se convirtió en el mejor hombre de los célticos mientras que Pepe Reina fue un espectador más. Víctor, Jorge López, Martín Palermo y de nuevo Guayre completaron una goleada que pudo ser todavía más abultada.

Éxito sin precedentes

Los tres puntos se quedaron en Villarreal y el Celta miraba con preocupación el calendario, que le reservaba cuatro últimas jornadas de una dureza suprema. Deportivo y Real Sociedad deberían rendir visita a Balaídos, mientras que los viajes al Bernabeu y el Camp Nou serían los últimos de la temporada. La victoria en el derbi y un empate en Madrid permitieron afrontar el choque ante la Real Sociedad como una final. El 3-2 final combinado con la derrota por 1-3 del Valencia ante el Barcelona y el triunfo del Real Madrid en el Calderón alejaba a los donostiarras de manera casi definitiva del título liguero, al tiempo que aseguraba la cuarta plaza para los de Vigo. La última jornada tocó visitar el Camp Nou, donde se perdió por 2-0 pero el premio estaba conseguido. Miguel Ángel Lotina volvía a lucir esa sonrisa tristona de las grandes ocasiones y celebraba que el Celta había logrado clasificarse para la Champions League por primera vez en su historia. Una conquista para la que ni él ni el club olívico parecían predestinados.

Uno de los descensos que vivió Lotina fue con el Villarreal (Foto: larioja.com)

La otra cara de la moneda

Claro que las cosas iban a cambiar en la temporada siguiente. No hubo queja en la competición europea, en la que se superó la ronda previa ante el Slavia de Praga y, posteriormente, un complicado grupo ante Milan, Brujas y Ajax. Sin embargo en la liga las cosas no fueron bien. Una irregularidad manifiesta culminó con dos dolorosas goleadas sufridas en Balaídos en enero de 2004. El revolcón sufrido ante el eterno rival del norte de Galicia escoció y mucho. Pero el 2-5 ante la Real Sociedad fue la gota que colmó el vaso y significó el final de la 'era Lotina' en Vigo. Paradojas de la vida, apenas unos meses antes se festejaba la clasificación para la Champions contra los donostiarras. En solo 21 jornadas los de Balaídos ya habían encajado 39 tantos, más que en toda la temporada anterior. El 26 de enero de 2004 Miguel Ángel Lotina era destituido para buscar un revulsivo que nunca llegaría. El desembarco de Radomir Antic en Vigo no iba a traer más que disgustos y el Celta caería a la División de Plata.

Un título y tres descensos

El técnico de Meñaka siguió su camino, dirigiendo a lo largo de los siguientes ocho años a Espanyol, Real Sociedad, Deportivo y Villarreal con distinta suerte. Con los periquitos logró su último gran éxito al conquistar el título de la Copa del Rey en 2006, en el que se puede considerar su 'canto del cisne'. En sus otras tres experiencias la tristeza fue la nota predominante, con tres descensos incluidos. El último de ellos tuvo lugar en 2012, con los levantinos como protagonistas. Un efímero paso por el Omonia Nicosia —38 días a principios de 2014— y una exótica incursión en el Al-Shahaniya catarí certifican que los mejores años de Miguel Ángel Lotina en los banquillos ya han pasado. El afable técnico vasco ha expresado su deseo de mantenerse en activo durante cuatro o cinco años más, siempre en proyectos que le estimulen, aunque tenga que ser muy lejos de los focos.

Seguramente no ha sido el mejor técnico en la ya casi centenaria historia del Celta. Indudablemente tampoco ha sido el más ingenioso y probablemente tampoco el más querido. Pero su humildad y su honestidad sirvieron para alcanzar un hito histórico en Vigo que no se ha vuelto a repetir. Nadie más lo ha logrado hasta la fecha. Y eso no se le puede negar al bueno de Miguel Ángel Lotina, que con peores mimbres que su antecesor supo colocar al Celta entre los grandes de Europa.