El 1 de Junio de 2013 Juan Carlos Valerón jugó su último partido con la camiseta del Dépor, ese día aparte de consumarse un doloroso descenso a Segunda, quedó vacante un puesto que parecía difícil de volver a cubrir, el de un ídolo de esos que levantan a la afición de su asiento para dar una atronadora ovación o que los niños visten su camiseta soñando con emularlo algún día. Parecía imposible que alguien volviera a enamorar a la afición deportivista a corto plazo a pesar de haber jugadores que causaron gran simpatía como Sissoko, pero todo cambió con la llegada de un chico de Coruña, un tal Lucas Pérez.

Lucas llegó siendo un gran desconocido a pesar de las buenas referencias que se tenían. Sus comienzos no fueron fáciles, las lesiones lo frenaron en el inicio de temporada hasta que llegó el día de su debut, el día en el que puso su candidatura sobre la mesa en un apoteósico partido frente a un Valencia invicto donde levantó a un equipo hundido para aplastar al conjunto ché marcando el primero de sus ya múltiples golazos, y dejando esa mítica imagen celebrando su primer gol besando el escudo.

No solo es un líder dentro del campo, sino que también lo es fuera de élAunque aquel día fue una fiesta, la temporada fue dura y llena de obstáculos, pero en el momento de la verdad Lucas se echó el equipo a la espalda siendo el jugador más destacado en esas últimas jornadas, llenas de tensión con el equipo al borde del precipicio. Pero un líder tiene que creer y tirar del carro cuando ya nadie espera nada y asi lo hizo el en el Camp Nou. El Deportivo perdía 2-0, la gente ya pensaba en pasar otro año en el infierno, pero cuando la resignación era una realidad, apareció él como el domingo frente al Athletic, con un golazo que hizo creer y pensar que esto es el Deportivo y aquí no vale rendirse.

Pero Lucas no es solo un líder dentro del campo, también lo es fuera. Un chaval del barrio de Monelos que paseaba por las calles de Coruña con la mítica camiseta del Deportivo con la publicidad de Feiraco y que vibró como uno más cuando Donato abrió el marcador frente al Espanyol. Tuvo que buscarse la vida en el extranjero como muchos jóvenes y se curtió entre la fría Ucrania y el infierno griego. Su humildad y cercanía permiten que la gente se identifique con él y que los niños sueñen con llegar a marcar algunos de sus goles. También cabe destacar su gesto hace unos días en Twitter sobre el asesinato de Jimmy, que alienta a la afición a remar en una sola dirección, la de que se haga justicia.

La afición deportivista vuelve a estar tranquila, ya no solo por los buenos resultados, sino porque vuelve a tener un referente, un hombre que nunca se rinde y que los deja boquiabiertos con sus goles, pero lo más importante, un hombre al que al verlo piensan, este es un chico de Monelos, un chico de Coruña, este es uno de los nuestros.